sábado, 2 de agosto de 2008

EL MIEDO ENMARCADO



El niño tenía verdadera fobia a los cuadros grandes, desde que perdió el contacto de la mano de su hermano y se encontró –de pronto- solo y perdido en el museo de Bellas Artes. El aplastante tamaño de las pinturas de Zurbarán; la austeridad y el velado temor en los rostros de los monjes; la imponente expresión de los retratos al óleo junto con la sangre del martirio de los Santos, le infligieron un temor insospechado que le haría correr por las galerías en busca de protección. Aquel día se podían contar con las manos los visitantes, por lo que nada más encontrar a su hermano, se aferró fuertemente a su brazo para seguir contemplando las obras de arte con mayor respeto si cabe. Le habían contado historias apasionantes – para no dormir- acerca de ciertos cuadros de gran envergadura que se encontraban repartidos por diferentes templos de la ciudad, especialmente en la Catedral, lugar impregnado de misterios y leyendas indescifrables que rayaban incluso en la maldición infundada que se cernía sobre ella. Le asustaron con el cuento de que por las noches, soltaban perros de presa por las naves catedralicias y que más de una vez, habían descuartizado a cualquier indigente o ladronzuelo que se quedó –por suerte o por desgracia- encerrado en el primer Templo. Asimismo se entusiasmaba con las diferentes versiones que escuchaba, a cerca de los pasadizos secretos que escondían sus sótanos, a través de los cuales se podía atravesar toda la ciudad, tanto para acceder o huir de ella por el subterraneo. Después se reunía con los amigos en el hueco de la escalera para dar rienda suelta estas historias y crear la atmósfera de miedo deseada. Arropados los unos con los otros en la grada, con las pupilas desorbitadas, sudando y temblando de frío, hasta que al menor movimiento brusco ó efecto de luz o inesperada sombra, los hacía correr a todos gritando despavoridos. ¡lo he visto, lo he visto!...¿que has visto?...¡el cuadro!...¿pero qué cuadro?...¡el del espectro vestido de cardenal, rodeado de caninas!...¿ese que dicen que está en un hospital de ancianos, frente a un jardín donde venden claveles?...¡sí, ese!...ahhhh –gritábamos todos-. Mientras más miedo más morbo y así quedaban o al menos los más decididos, para ir el próximo sábado a la catedral, donde el niño había visto –tapándose la cara con las manos- un cuadro mayor que dos pantallas de cine de verano, en el muro de una capilla rodeada de tumbas. Y sabía de otro al que le rezaba su madre, que se trataba de la matanza de los Santos inocentes, donde la sangre chorreaba a borbotones entre la gente decapitada por la crueldad de los verdugos… Todavía al entrar por la puerta de San Miguel, el niño hecho hombre, siente esa fobia que como el recuerdo de su tierna infancia, no tiene cura.

martes, 29 de julio de 2008

EL DONANTE NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA

CINCO CIUDADES RECLAMAN LA COLECCION DE CARRANZA QUE RECHAZA EL AYUNTAMIENTO Una muestra de la Colección Carranza de cerámiza trianera ABC«La administración sevillana no me ha entendido nunca; me ha vapuleado desde hace 12 años» PABLO FERRAND SEVILLAActualizado Jueves, 31-07-08 a las 10:20 La Colección Carranza de cerámica trianera, considerada como la más importante de España en su género, tiene una fuerte demanda fuera de Sevilla. Pocas colecciones de barro cocido y vidriado hay tan estudiadas (tesis, libros, catálogos..,), valoradas y codiciadas en el mundo como ésta que el generoso hidalgo manchego, Vicente Carranza, intenta donar a Sevilla desde hace 12 años, sin que su deseo se haya cumplido. Demasiado tiempo ha consumido ya este coleccionista en complicadas negociaciones que no acaban de ver la luz. El museo de la cerámica trianera está en el aire, a punto de caerse. El momento es muy crítico para Sevilla. Y no se debe olvidar que Triana es un núcleo de tradición ceramista de primer orden, al igual que Talavera, Toledo o Valencia (todas con museos de cerámica), que son algunas de las ciudades que reclaman este extraordinario legado. Hay paises europeos, instituciones y coleccionistas de renombre que siguen, desde hace tiempo, la evolución negativa de esta larga historia de la donación que Sevilla no acepta, cuyo final no parece lejano. Cualquier otro coleccionista hubiera perdido la paciencia hace mucho tiempo y reconsiderado su donación favor de otras ciudades que sí están verdaderamente interesadas en exponer su colección y preservarla para el futuro. El Museo Nacional de Santa Cruz de Toledo es uno de los que está interesado en la colección de cerámica trianera. Carranza asegura que allí se le haría enseguida un sitio destacado a estas piezas únicas para que este legado, perfectamente documentado por Alfonso Pleguezuelo, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, tenga el eco que merece. Otra ciudad que está interesada desde hace mucho tiempo en la Colección Carranza de cerámica de Triana, es Talavera de la Reina, concretamente el Museo Ruiz de Luna, donde se exponen destacadas piezas de la cerámica local. Su colección la conocen bien porque ha estado allí expuesta, lo mismo que en Toledo, ciudad que se volcó con el ofrecimiento que hizo Vicente Carranza de buena parte de su colección de piezas de Talavera, Puente del Arzobispo y Portugal, que desde 1996 se exhiben de manera permanente en varias salas del Museo de Santa Cruz. Madrid es otra de las ciudades que reclaman el patrimonio que Carranza ha ido reuniendo y mimando durante más de 50 años. Las ofertas han sido continuas y el coleccionista manchego asegura que «en Madrid hay multitud de sitios para exponer la colección de cerámica de Triana sin problema ninguno». Y prosigue: «También en Valencia, que es un pueblo ceramista que conoce mi colección, la aceptan sin reservas, igual que en Málaga o en cualquier otra ciudad andaluza, menos en Sevilla». Vicente Carranza recuerda que «el pueblo de Sevilla hace tiempo que reclama mi colección, pero el responsable de este asunto sigue oponiéndose». Y se pregunta: «¿Qué fuerza tiene que tener este señor para ir en contra del pueblo de Sevilla?». Han sido muchas las visitas a esta ciudad adquiriendo azulejos, ya inencontrables, para luego devolverlos bien clasificados a la Sevilla de sus sueños, la que ahora le rechaza el regalo. Le prometieron cinco salas en Alcázar, se las restauraron y se las quitaron sin decirle nada mientras él preparaba su colección para Sevilla. D Vicente se levanta a la hora del Gallo, calienta el café en su vieja cafetera de vapor; el denso aroma de Sainz de la Maza, despierta a su compañera de toda la vida para endulzar el desayuno con las eternas galletas maría. Vicente se asoma a la ventana de la villa y corte, su pensamiento es tan diáfano que su mujer lo lee en la frente. Otea el horizonte; San Jerónimo el Real y las torres de la Almudena; los miradares de la Plaza Mayor; las balaustradas del Madrid de los Austrias, se transforman en Puerto de Indias, donde atracan calaveras, bajeles y galeones. Vicente tiene un sueño con estrella que le asegura la inmortalidad; vive pendiente del correo, esperando esa Carta oficial que dé luz verde al semáforo ámbar de la desesperación. Ojea la prensa con la inquietud de un novel inédito. Un artículo de ABC de Sevilla, le devuelve la ilusión y aviva su radiante anhelo…pero, mientras tanto, el donante –un día más- como el Coronel Buendía: no tiene quien le escriba. D. Vicente Carranza, Académico, ceramólogo y coleccionista, que junto con su hijo Angel (R.I.PA.), catalogaron la más importante colección de CERAMICA TRIANERA. Un auténtico tesoro en barro vidriado, compuesto por más de 800 azulejos, muchos de ellos procedentes del s. XVI; los hay anteriores a los de Niculoso Pisano de arista y cuerda seca, cuando dominaban los pigmentos negros, manganeso y azul cobalto. Entre los conjuntos de paneles del s. XVIII, don Vicente tiene predilección por su Vía Cruces, catorce paneles que encargó restaurar de su propio pecunio, para su soñado MUSEO SEVILLANO. Sevilla es muy ingrata, le rumorea su esposa al oido. No, cariño, responde D. Vicente con rotunda convicción: esto son vainas de sus ingobernantes políticos y aduladores impávidos. Sevilla es generosa,pero hay que estar muerto para que te escuchen. Doña Soledad Becerril, me lo prometió y yo confío en la palabra de los caballeros. Don Alfredo en 2004, llegó a un acuerdo con Patrimonio Nacional para que cedieran cinco salas inutilizadas del Alcazar. Todo estaba apunto, por fín iba a ver cumplido el sueño, mi colección para Sevilla, donde le corresponde estar bajo el marco incomparable del Palacio del rey poeta Al_mutamid, para que todos los andaluces pudieran disfrutarla. Pero pasaron los días y la pesada loza del silencio administrativo cayó sobre mí, sembrando mi corazón de dudas y desconcierto. Todavía hay tiempo, el mañana nunca es tarde para un joven octogenario que vive con la dicha del donante que no tiene quien le escriba.

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