jueves, 28 de agosto de 2008

"JARTIBLES SIN FRONTERAS"

Detesto las salidas extraordinarias; las procesiones con Imágenes de nuestra Semana Santa, en conmemoración a cualquier efemérides, ya sea fundacional, centenaria o con motivo de su coronación “canónica”. Me deprime, ver en la calle a cualquier Cristo –sobre todo- los que aparecen muertos en la cruz, acompañados por bandas de música y sin cuerpo de nazarenos y los numeritos adicionales de traslados de pasos de una iglesia a otra por imperativo de la lluvia inclemente….pero, he de confesaros –humildemente- que soy “manolito el primero” en maquearme, pertrechado con mi inseparable máquina canon, al objeto de disfrutar de lo que tanto detesto en realidad. Valiente paradoja ¿verdad?, dicen que son cosas propias de las dos personalidades que todos manejamos por dentro –el angel bueno contra el malangel- o la falsa moral de predicar sin dar ejemplo. Lo cierto es que ya estoy celebrando la nueva Salida Extraordinaria, fechada para el próximo día siete de Septiembre, con motivo del V centenario de la fundación del la Hermandad de la Trinidad, en el que los “manolitos y manolitas primeros de Sevilla”, tendremos la ocasión de contemplar la insólita-añeja estampa del Stmo. Cristo de las Cinco Llagas, acompañado de la mismísima Esperanza de la Trinidad (Emperatriz de la finura), San Juan evangelista y la Magdalena. Y les podría argumentar –con la retórica que me caracteriza- que se trata de una de mis hermandades favoritas; que la Esperanza blanca, es la reina de mis devociones; que mis hermanos salieron allí de nazarenos cuando eran alumnos salesianos; que si los recuerdos de tantos sábados Santos que amanecian con sol y luego se cerraban en amenazantes nubarrones negros que descargaban inmisericordes, sobre la cofradía en la calle…y por la misma calle Sol –donde no cabe- la acompañaba de vuelta de la mano de mi madre, bajo su mismo manto –aquel manto blanco a juego con el tisú de su palio- …bueno, bueno, que todo eso es verdad y bien lo sabe Dios y la memoria que escoge el camino más corto para asestarte su flechazo directo al corazón. Pero, aquella que me conoce mejor que si me hubiera parido, suspirará frunciendo el ceño, espetando seguidamente con sabihonda ironía: “sí….sí, como si eso mismo no fueras capaz de escribirlo a todas y cada una de tus hermandades y cofradías,,¡ay, mi manolito el primero!...anda y no te busques más excusas”.

martes, 26 de agosto de 2008

MI GRAN PODER DE BARRO


Araceli sabía que me gustaba mucho las estampitas de santos. Me observaba a menudo, cuando jugaba en el corredor de geraneos a los pasistos con mi caja de zapatos y una estampa recortada entre cuatro velitas de cumpleaños. Araceli la de los cuatro hermosos balcones a la calle Enladrillada, tenía una pequeña imagen de unos 30 cms del Señor del Gran Poder vaciada en barro -algo vasta en lo que respecta a sus manos abrazadas a la cruz- que guardaa sinembargo una más que digna fidelidad en cuanto a, rasgos en sus hechuras a escala, del portentoso nazareno. Un buen día de primavera, hace ahora más de cuarenta años, la buena de Araceli, me hizo entrega de la pequeña imagen del Señor, con la condición de que le hiciera un paso a su medida. Me dijo que tuviera mucho cuidado con él, que era un recuerdo de sus padres, tan frágil como apreciado y que por supuesto iba en calidad de depósito. Tanto Araceli, como yo, sabíamos que el cristo nunca sería devuelto a su dueña, ya que ésta tenía clarísimamente preconcebida la idea de yo iba a ser su distinguido heredero. Cuantas gracias te doy, Araceli por ese cariño que desprendían tus ojos vidriados de admiración, allá donde estés que será lo más parecido a la gloria por la que todos suspiramos. Desde entonces, “mi Gran Poder de barro”, tuvo capilla propia, toda una basílica de sentimiento que se hacía hueco bajo las patas de una silla forrada de damasco con incrustaciones de papel aluminio emulando un retablo barroco garabateado por la más tierna gubia. Estrenó, paso, con su pariguela de madera que le sirvió un antiguo banquito, sus faldones carmesí de pana acrílica y los respiraderos de encajes pintados de purpulina...canastilla de la mejor fantasía cofrade que se pueda despachar por un niño, rematado por sus cuatro faroles, cuya manufactura en plastilina forrada de oropel, contó con el entrañable concurso de mi hermano mayor, debido a la dificultad añadida de su diseño. Lo cierto es, que aunque la vida, se encargó después de ir cubriendo, esta deliciosa imagen, con el polvo del olvido...mi pequeño Gran Poder de barro, me acompañó siempre allá donde el destino me llevaba, presidiendo la calle del centro de mis días; desde la altura del famoso mueble bar de formica de los años setenta, hasta los anaqueles aglomerados de los provenzales diseños de salón. Un día, supongo que también de primavera, paseando por el jueves, le encontré cruz a su medida y peana de escayola, llegué a mi hogar y recorté tres potencias a modo de ráfagas, emulando las que luce el verdadero Señor de Sevilla y lo coloqué al final de la pared del pasillo de todas las casas que hemos habitado. Y desde entonces -como ha sido siempre- él bendice cada rincón de mi hogar.
a Araceli la de los balcones.

domingo, 24 de agosto de 2008

VOLVIERON CON LAS PILAS PUESTAS

El General Custer, curtido en cien batallas, regresa a West Point. Contrariamente a lo que reza la leyenda, no ha muerto, aunque sus botas no relucan con el brillo de espuelas, dispuestas para un pase de revista. El general Custer, ha presentado su dimisión irrevocable, renuncia a su rango de oficial; se ha desprendido de sus meritorias medallas de guerra, no desea que le rindan honores de ordenanza, ni que la tropa se cuadre al verle y le salude. El General vuelve transfigurado, no quiere oir hablar de órdenes ni asuntos de día; sus muchos discípulos y admiradores se quedan perplejos al escuchar las palabras de visionado que salen de sus labios: “No me deis la bienvenida, jamás me fui, no vuelvo…siempre estuve aquí, esperando a mi amada. Me llevé la misma luz, allá donde acampé, siempre defendí los mismos colores. Ahora soy NATURAL…natural de…ese ha sido mi principal título de gloria, el que me acompañará mientras viva, el único por el que deseo ser reconocido. Natural vive en mí como yo vivo en ella, el mar es otra historia, su natural rumor de olas es la conversación que siempre hemos mantenido en el secreto de la claridad acristalada hecho delta de río. El General Custer musita un nombre que todos celebran, ¿ven a mis brazos, amor mío”.

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