miércoles, 17 de diciembre de 2008

LA MACARENA Y SU LIMPIADORA

A la rendida memoria de Doña Victoria Sanchez; ejemplar limpiadora de la capilla de la Esperanza cuando radicaba en San Gil.



Victoria sabía que aquel Besamanos sería el último que la Virgen celebraría en San Gil; lo había escuchado en las comidillas del mercado de la Feria, donde las hordas de la sinrazón no dejaban de amenazar con las quemas de símbolos y recintos religiosos, considerado elementos desafiantes y ostentosos frente a las calamidades que padecía el pueblo. La buena mujer, respetaba las opiniones que se extendían por todo el barrio, pero no entendía a ciencia cierta, qué tendría que ver, sacrificar nuestras más seculares tradiciones, ni las Iglesias donde se habían bautizados todas aquellas familias, en beneficio de tan desesperada situación social. Por eso aquellos días señalados del meridiano de Diciembre, Victoria se afanaba con la algofifa puliendo el frío mármol del presbiterio de San Gil, como queriendo borrar, los malos augurios y rumores perniciosos que circulaban por la calle. Llegó el día tan esperado del Besamano de la Esperanza; la Virgen lucía todo su esplendor , festoneada por la magnificencia de lámparas y velas que decoraban el efímero escenario, perfumado de escogidas flores, excelentemente dispuestas en sus ánforas y basamentos. La Reina aparecía esplendente, tocada por las mejores galas del Bordador Rodríguez Ojeda y agasajada constantemente por la incesante visita de sus hermanos, vecinos y devotos, venidos de todas partes de Sevilla que se rendían transidos de emoción, ante sus plantas. Victoria Sánchez , entre bastidores, no apartaba en ningún momento, sus ojos vidriados del presbiterio, siempre pendiente y en vilo del menor importunio, para acudir solícita con su escoba, y plumero a normalizarlo. Aquella entrada del nuevo año 1.936, no hizo más que fortalecer los malos augurios y el miedo a lo previsto, hizo que se adoptaran medidas de excepción para proteger a la Reina del barrio de aquella inseguridad que se respiraba en el ambiente. Sólo tres personas conocían el lugar exacto, donde se refugiaba la Virgen. Victoria Sánchez, la limpiadora de su capilla, era una de ellas. La devoción que siempre había mantenido intacta en su Virgen de la Esperanza, le había concedido - por su intercesión- el privilegio de guardar su Bendita Imagen en su humilde casa. No dejaba de dar gracias a Dios, que siempre escribe recto, aún en los torcidos renglones de la más indeseable historia, por haberle concedido el dón, de guardar en su humilde habitación a la más bendita entre todas. Cuantas veces había dormido, soñando despierta, al lado de la Reina de la Esperanza, ¡durante cuantas horas! se había convertido en la más distinguida de sus confidentes. Ella no dejaba de repetir, que no era digna de servir a la Patrona de los macarenos; cobijándola en su sencilla cama más limpia y pura que los chorros del oro, como la más Bendita de sus vecinas, arreglada con las mejores galas de su viejo ajuar de novia, pasando las largas noches, velándola con rendida veneración.
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Temiendo lo peor, la Virgen de la Esperanza, fue depositada en un rústico cajón a su medida, con los brazos sobre su Divino pecho cubierto de varas de nardos y azucenas, símbolo de la Pureza, vestida con una sencilla toca blanca y saya negra de finos bordados; e introducida en una furgoneta propiedad del Banco Nacional de Crédito, conducida por su Hermano Mayor, Don José Ruiz Ternero, junto con los oficiales, Don Emilio Marvizón Herrera y Domingo de la Torre –en cuya casa se había guardado el techo del palio- era la fría noche del 12 de Febrero de 1.936, cuando se verificó dicho traslado en la clandestinidad hasta la clínica veterinaria de Don Román Vila, domiciliada en calle Orfila. Victoria Sanchez, la limpiadora de su capilla, sabía en su interior, que la Virgen no volvería al camarín de San Gil y se trabaga sus lágrimas, aprentando entre las manos el pañuelo de la Virgen que le había regalado su mayordomo en señal de fidelidad y entrega; la Macarena había compartido con la limpiadora, su pena de dolorosa como dos buenas vecinas; sabía que detrás de los días grises y tormentosos llenos de calamidades que se precipitaban, vendría la calma; palabra de la Esperanza , cuyo bendito nombre repetiría hasta exhalar su último aliento.

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El domingo 4 de Octubre de 1.936, la Virgen fue descubierta en la Iglesia de la Anunciación, ante los ojos atónitos de sus Hermanos en la intimidad. Saliendo a petición unánime y clamorosa del pueblo de Sevilla, en procesión de acción de gracias hasta la Catedral el 12 de Octubre de aquel mismo año.
La Esperanza Macarena, fue expuesta en devoto Besamano , por primera vez en Diciembre de 1.925.
-La Esperanza Macarena, instantes después de ser descubierto el cajón donde fué protegida. (Foto: Julio Dominguez -"La Sevilla que no vemos")

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