jueves, 20 de febrero de 2014

EL CARTEL



Mi más profunda y sentida enhorabuena a la autora del Cartel de la Semana Santa de Sevilla 2014. Mi admiración más distinguida a su condición de artista, pintora y mujer. Me parece un cartel serenísimo, como el semblante del apuesto acólito que lo precede, cuya dalmática, parece crujir en la densa atmósfera de la luz suspendida en el aire. Los maestros hablan de la dificultad que entraña, dominar la técnica de Acuarela. Dos meses le llevó al artista, domeñar el brocado que reviste al joven turiferario. Los pintores hablan de una técnica perfecta y un dominio de palestra impecable, quien soy yo para recurrir a la falacia de la inmediatez, experta en interponer comparaciones odiosas. La artista, pintora y mujer, nos presenta en su cartel, su particular homenaje a la Caridad cofrade de Sevilla, en estos tiempos de prolongada crisis, donde parece mentira que el misterio más portentoso e imponente de los tiempos modernos, represente al Cristo de la Caridad en su traslado al sepulcro. Un sepulcro blanqueado por la hipocresía del hombre que predica la paz, la justicia y la hermandad desde el púlpito supino de su propia comodidad, sin renunciar al estatus social y económico del que goza. Un sepulcro que establece diferencia de matices y colores entre la Semana Santa acomodada en Campana, Tribunas y Palcos y la del pueblo llano a pie de calle que solo presume de vivencias, penitencia y sano cansancio. Beatriz Barrientos ha sabido captar el velado matiz de los días azules, en trazos celestes que se difuminan en el eje de la Giralda, a esa hora que la visitan los vencejos con sus coros antiguos celebrando la estación de penitencia de la aclamada hermandad de Santa Marta. Que sabe nadie del trabajo, el esfuerzo, la dedicación y el alma, enfrentada al desafiante lienzo del papel en blanco. No hay acuarelas para el blanco, matizado en el guante de la mano izquierda del servidor del Cristo de la Caridad, por eso se inventa magistralmente en los pliegues de la bocamanga, alargándose en la sombra perfecta del volumen, como la raya impecable que deja una madre en la túnica que plancha al hijo nazareno. El cartel de la Semana Santa  de Sevilla, pregona también la columna de humo -densa nube de incienso- que sale de las entrañas humanas; falsas promesas, afán de protagonismo, rescoldo de la hoguera de las vanidades, perfumada por la magia y el encanto de la luz primaveral. Un hilo conductor que serpentea por la atmósfera celeste del cartel, señalando el único e indivisible sacramento de nuestra Fe, anunciando la Muerte y proclamando su Resurrección. Gracias Beatriz.

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