jueves, 28 de mayo de 2015

"Es por eso que hoy vengo a verte"

HAY tantas penas en el mundo; tanto que olvidar y soltar al aire como globos de mil colores que llenan el cielo de buenos deseos, que hay que celebrar, cualquier momento en el que podamos desplegar la bufanda de nuestras pasiones, brindando al sol por el éxito. Y qué éxito, el de la afición de esta ciudad, paradigma de la felicidad, que está todo el año en estado de gracia, por culpa de esa eterna dualidad de sus pasiones. Ya lo proclamó el padre Santo de Roma, desde la quilla del blanco santuario que se refleja en la marismas: “Que todo el mundo sea Rociero” -porque el Rocío, no te da de comer -que también- pero te proporciona algo más grande y espiritual, la paz y la felicidad, una semana al año. Que no sólo de pan vive el hombre, sino de la belleza del camino que se hace al andar, de la mano de tu familia, amigos y tal vez -algún que otro gorrón-.Aférrate a la felicidad que proporciona esta ciudad, sino fueron tus padres, los que sembraron la sementera, acuérdate de aquellos maestros -testaferros sentimentales- que te pasaron el testigo y te dieron a beber el “dulce veneno” de sus pasiones. ¡Que grande herencia, que locura de patrimonio inmemorial!, donde el desprecio no tiene cabida, ni sustancia que no caiga por su propio peso. “Que todo el mundo sea Cofrade”, esto no lo dijo ningún papa, pero está escrito donde todos podemos oírlo, en el eco de esas mariposas que revolotean por nuestro estómago. Aunque la vida no sea, efectivamente una semana, tu estás contando los días, porque sabes que la felicidad está colgada en forma de túnica y sientes nuevamente, el calor atemporal de la mano de tu abuelo, tu padre, tu madre y tus hermanos. Puede que camines sólo, pero nunca irás vacío; puede que los amigos sean una mera ilusión, donde depositas tu incauta confianza; puede, que los “maestros liendres” te están recordando -como papa-gallo- que tu no eres digno, que no te mereces, esa felicidad, que es más bien fruto de la obligación y los posibles. Pero la felicidad, como dijo el poeta que más que galán es Gala; no es susceptible de que las personas sean dignas o no de ella, la Felicidad, llega como un tren ininterrumpido en cada estación del año y los sevillanos, sabemos cogerla y montarnos en su vagón, ya sea: de primera, segunda o tercera. Hace falta subirse a ese tren donde se desatan nuestras pasiones y si tienes, la suerte o la dicha, de subirte con esa persona que comparte contigo -no solo los problemas, estrecheces y sinsabores domésticos- sino también tus ilusiones, sueños y colores; si has encontrado el tesoro de la sonrisa de la felicidad cómplice, si con ella, saltas, vibras, te abrazas y te besas; ríes y lloras a un mismo tiempo de emoción...No la dejes escapar, porque ella o el, te darán los frutos jugosos, que esta bendita tierra reserva a las familias enteras que disfrutan el exquisito sabor de lo auténtico. “Que todo el mundo sea Bético”, esto lo escribe un servidor con negrilla y verás las vida con los ojos inocentes de un niño; que salta, berrea, grita y llora de la mano de su abuelo, abuela, padre, madre, tíos, hermanos y que siempre tiene al lado a otro bético sufridor, para abrazarse con el a la felicidad efímera de un ascenso, que por efímera, siempre toma el camino más corto de los mejores recuerdos, olvidando y haciendo olvidar cualquier tipo de sinsabores. Despliega la bufanda de esa pasión berdiblanca, sentirás el temblor de tierra de un estadio a reventar, cuyo mayor título es llevarlo en el corazón y celebra cada partido, cada categoría, con un primer plano de esa foto, en la que siempre apareces feliz y dichoso, compartiendo la pasión con la gente que más quieres. Con una afición como la nuestra -siempre de primera- hay que gritar aún con más brío y satisfacción: ¡Que todo el mundo sea Sevillista!, porque esto sí que hay que celebrarlo por todo lo alto; porque es el triunfo más importante conseguido, por un equipo de la ciudad, en la historia deportiva a nivel universal. ¡SEVILLA!, El o Ella, siempre la ciudad entera: ¡Tetracamp@nes!, algo que hasta ahora, nadie más ha conseguido -la Felicidad- completa y lo mejor que está por venir. ¡Despliega la bufanda, enarbola la bandera roja!...¡canta el mundo entero a viva voz, la melodía arrebatadora de su emocionante HIMNO!...¡ “Y SEVILLA, SEVILLA, SEVILLA, aquí estamos contigo, SEVILLA, compartiendo la gloria en tu escudo, orgullo del nombre de nuestra ciudad”! Soy bético, convicto y confeso, pero por encima de todo, estoy “enamorado y orgulloso de SEVILLA”, siempre he estado seguro de su grandeza histórico artística; siempre he estado seguro, que su patrimonio inmemorial es infinitamente superior a las intrigas, negocios e intereses de quienes han intentado -sin éxito- nutrirse de sus valores y esencias. Siempre he estado seguro, que la felicidad está tan cerca de ella, que se roza con la yema de los dedos, porque nunca ha dejado, como dice su leyenda, de mirar y sentir con los ojos de un niño. Esos niños que visten orgullosos por las calles, su camiseta de color “verde, blanco o rojo”, las mismas que en tremolar de banderas y bufandas, van a salir a recibir a sus héroes, los que siempre ascendieron para nunca bajar de categoría, los que alzan la histórica Copa que los corona como “Tetracampeones” de las Europas, los que nos traen la felicidad a todas las edades, a todos los credos y religiones, a todos los sexos y razas, los que nos harán nuevamente llorar de emoción y sentimiento, porque hay muchas penas en el mundo y hace falta olvidar lo irremediable. Disfruta y vive, solo tienes que mirar, para contagiarte, hasta los más ciegos, lo verán sin querer y recuerda cantado: “Hay una leyenda que recorre el mundo entero...es por eso que hoy vengo a verte”. ¡SEVILLA!



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