viernes, 18 de diciembre de 2015

ESPERANZADOS ¡Puerta de la Misericordia!


Sales al encuentro de la Esperanza, como un niño que sale de clase, ansioso por respirar el aire de la libertad, como si te faltara. Esa es la Esperanza; estar pensando en Ella, desde que amanece el día XVIII, el ¡gran día de la Esperanza! Los Esperanzados, nunca vimos a la Virgen con pena de dolorosa, fuimos nosotros los que lloramos al verla, pero de emoción. Los Esperanzados, nunca vimos a la Virgen lucir su mejor manto -el de Juan Manuel, Carrasquilla o Borrego- ni le vimos lucir la toca histórica, ni la saya de las corbatas; ni la medalla de Sevilla, ni la aurea presea de la coronación, Los Esperanzados nunca reparamos en como luce sus joyas más preciadas, los exvotos que donaron sus ilustres fieles, porque al llegar a la presencia de la Esperanza, Ella es la que reluce más que el sol; la que resplandece más que el fulgor de todos los metales preciosos; la que irradia en su rostro más luz cegadora que todo el arte suntuario con que sus priostes la engalanan. Te acercas y se va colmando el vaso de Esperanza, como la gota que lo hace resobar y un temblor, como aquel que sentiste el primer día, sacude el cuerpo de todas las edades que se paran en la eternidad de sus ojos, esos grandes ojos melados, que se clavaron para siempre en tu corazón y devuelven a tu mirada, la Vida, la Dulzura y la Esperanza nuestra de la antigua Salve. Los Esperanzados, encontramos antes sus Plantas, la silenciosa respuesta para todos; para los que piensan que hay más, después del momento ingrávido en que la tienes de cuerpo presente en el paraíso eterno de su Gloria; Mucho hay de incierto, en el futuro cierto con que te retiras, iluminado por su Gracia. Poca felicidad existe fuera de esa Fe que, creyendo en lo que No se ve- ha visto con sus propios ojos a la Madre. Oirás murmullos lejanos, en boca de los pontífices del pesimismo, los que atacan por todos los flancos en la guerra de la derrota, pero tu caminarás en volandas guiado por el Espíritu y fortalecido por la Esperanza, que nunca te fue ajena, ni te falló, porque la Esperanza en esta bendita tierra, tiene siete faros encendidos permanentemente, para que no te pierdas en lo último que perdido todo, nunca se pierde. Por eso los esperanzados no tienen edad, sino la risa impertinente de un niño que se acerca asombrado: “Sinite párvulos venire ad me”, en los brazos de una primeriza madre transida de emoción; la edad de un padre orgulloso que posa a su retoño en el manto de la Bienaventurada; la edad de una vecina absorta, que pide a los monaguillos, le pasen la humilde estampa por los hombros de la Esperanza; la edad de la juventud informal y a su aire ejemplar y respetuoso, que se queda pasmada, delante de la Virgen, contemplando minutos eterno la luz de su rostro, hasta que a veces, le tienen que llamar al orden; la edad de los que vienen más allá de Sevilla, con el gesto admirable de intercambiar sus lágrimas marcadas de intenciones y encargos; la edad de los suspiros hondos que resuenan por las naves del templo, haciendo nudos para atracar las palabras inútiles; la edad de la expresión unánime de todos los fieles que forman una espesa cola de Esperanza, contando los pasos del Santo Rosario hasta llegar a Ella; Esperanzados de todas las edades de la vida, cuando la vida mantiene el don de la memoria intacta y reciente. Porque la Esperanza, no solamente no se pierde, sino que no se abandona en el lecho de la enfermedad; la Esperanza se levante como Lázaro y acude sostenida por las muletas de una fe inquebrantable; se presenta a la cita ineludible, sentada en su silla de ruedas, empujada por los que creen a pies juntilla que esa Mano extendida por todo el universo, está dispuesta para que la Esperanza nos eche una mano de por vida: “Venid aquí benditos del Padre,hijos de mi hijo,,,los que estáis, tristes y cansados” Como aquel hombre Esperanzado a sus más de noventa -dieciochos de Diciembres- que se acercaba al presbiterio apoyado en su bastón y escoltado por los custodios de la Esperanza. Quería estar el anciano un rato sentado frente a Ella en los bancos de la alfombra...yo se lo que le dijo a la Virgen, en esa conversación de hermano y vecino antiguo del barrio, no es difícil adivinarlo: Gracias, Esperanza, porque su Fe lo ha salvado, a pesar de los nubarrones de la vida; pese a tantas adversidades, impedido y decrépito en los brazos del dolor; el anciano embelesado la estaba viendo con los mismos ojos de aquel niño, que limpiaba su mano con el pañuelo; con los mismos ojos de aquel joven esperanzado, que contrajo matrimonio delante de Ella; los ojos emocionados de tantas madrugadas, mirando y rezando bajo el capirote; los mismos ojos con que miraba y continúa mirando a la Bella, su más bella Esperanza, con la certeza de marcharse al viaje, para encontrarse en el Paraíso con esa misma Cara, la cara de la Esperanza, la Esperanza de los Esperanzados.












La ESPERANZA no llora cuando la encuentras, eres tu el que llora, cuando la ves.



miércoles, 16 de diciembre de 2015

¡¡POR FIN ES VIERNES!!




Lo celebran los oficinistas; los funcionarios; los colegios públicos; los institutos; los profesores y catedráticos, los estudiantes...¿alguien más, por ahí?...ah sí, vendedores, viajantes, representantes, los pensionistas, los jubilados...los que cada tres o cuatro semanas, cogen el finde...y por supuesto: ¡los parados de larga duración!
Cuando se celebra ese ¡¡por fín es viernes!, reservado para los oficinistas del maletín, que salen en las viñetas del TBO, es obvio que no se piensa en el personal de hostelería, los restauradores, camareros, pinches, cocineros, personal de limpieza y empleados de servicio, que hacen del “fin de semana” la jornada más agotadora e intensa de trabajo. Los Puestos de trabajo que ofrece, la “España de los 4 grandes”, además de estar en su mayoría amparados por contratos “basura” desde una hora de duración, hasta las más “rockambolescas” fórmulas asistidas por la legislación para favorecer a los empresarios, tienen un denominador común; la jornada laboral centrada en los “fines de semana”, para dar servicio a la gran demanda de propuestas de ocio que ofrecen las grandes ciudades durante las fiestas que antiguamente llamaban de guardar, incluido ese “sábado-sabadete”- que tanto esfuerzo y luchas obreras, costó en España, incorporar, o mejor dicho, reducir de la jornada de trabajo, en los reivindicativos años´70. La juventud de nuestro tiempo, inventora de la “botellona” y la marcha, de los coches discotecas y las grandes concentraciones en los jardines de las delicias y otras zonas difíciles de cruzar; esa juventud que estudia y trabaja, pero que también ni estudia ni trabaja y depende del poco más de los 10 o 20€ semanales que repescan de sus padres y abuelos, la misma juventud que representa el 60% de paro en España y lo que te rondaré “morena” que no figura en las listas del paro, por ni siquiera estar inscritos, se tiene que conformar, si desea establecer un proyecto de “futuro”, basado en la independencia de sus padres o en la suya propia, se tiene que conformar -como escribo- en recurrir a esos puestos de trabajo precario, que ofrecen las franquicias de los “burger; pizas; fritangas; cervecerías del cubo; papelones; y cafés de los vireyes” con el plus adicional de privarlos de esos días de la concentración generacional por excelencia: sábados, domingos y festivos, en el que se convertirán -detrás de un mostrador- no solo en la envidia de los que están en la cola del paro, sino más bien en la risión e ironía, del resto de sus colegas que disfrutan de mejores circunstancia, al mismo tiempo que rechinan los dientes de rabia e indignación. Todo indica, que no estamos en condiciones de protestar o quejarnos, habida cuenta que el principal problema de esta España de los 4 ¿?, radica en el desempleo, y la mayoría celebra el acceder a un puesto de trabajo, como una verdadera cuestión de necesidad. Pero no es justo, porque en la realidad, todos sabemos, que se está castigando esta necesidad, con contratos abusivos, amparados por la ley del ancho del embudo; que se está obligando a trabajar el doble de la jornada establecida con esos contratos a la carta; que se está pagando menos de lo justo y establecido, con el agravante de ingresar el salario cada 40 o 45 días trabajados y que por consiguiente, no se está compensando debidamente el descanso semanal a que tiene derecho un trabajador, si se tiene en cuenta que un sábado, domingo o fiesta de guardar, es comparable con cualquier día del resto de la semana. A todo esto, moral y psicológicamente, la injusticia social, supera los medios y en el ánimo general, nadie se atreve a pensar, el agobio mental de un JOVEN, condenado por las circunstancias a trabajar, cuando todo el mundo se divierte, pasea y disfruta del ambiente espectacular y festivo, de estas fiestas Navideñas...pero...para algunos, -muchos privilegiados- aunque no tengan culpa: ¡¡¡POR FÍN ES VIERNES!!!

lunes, 14 de diciembre de 2015

MADRE EN LA PUERTA HAY UN NIÑO



Querido Niño; este año te has quedado guardado en tu añeja caja, custodiado por la Sagrada Familia, entre pajas y restos de serrín. Se que en el fondo no te importa, porque Tu, naces y renaces siempre en la presencia de todos los hombres de buena voluntad y por eso estás también en aquellos hogares que por ausencia u omisión pasan de ponerte a presidir la mesa. Más que no verte en el Portal de siempre, me duele la soberbia y cabezonería, la arrogancia y falta de sensibilidad de quienes siendo maravillosas personas en el fondo, adolecen de guardar las formas y se ceban con la tradición para reafirmar su enajenación mental. Ya sé que esto del cristianismo, hoy en día se ha vuelto de lo más pagano, que hablar de la Iglesia y sobre todo de los curas, es tan gratuito como distraerse con una sesión de “salvame de luxe”; que los cofrades o capillitas, fuera de su ámbito y contexto familiar, están considerados como una secta “jartible” que acapara gran parte de la actualidad socio-cultural e invade un espacio urbanístico más allá del tiempo de vísperas para indignación de los profanos en la materia, que también tienen derecho a disfrutar de la ciudad, aunque se nutran de los beneficios comerciales que generan este tipo de actos y cultos. Pero en el fondo -querido Niño- para los que nos criamos en la infantil catequesis de tu Nacimiento; para los que tanto disfrutamos el verlo poner de la mano de nuestros padres y hermanos; para los que jugamos con esas entrañables figuritas de barro, contemplando cómo tomaban forma y protagonismo, dentro del Belén, bajo un cielo de papel con nubes de algodón y montañas de corcho; impregnadas por el glorioso olor a serrín, que trenzaba caminos y cañadas serpenteadas de verde musgo, supone un trauma añadido al sinsentido que están tomando estas Navidades laicas. Ya sé -ay chiquirritín- que los mejores belenes, no están en las hermandades, ni lucen en los majestuosos templos e iglesias con todo lujo de detalle, que ni siquiera son los que montan los Belenistas con ese acopio de artesanía y buen saber que los hace magistrales, como también me imagino, lo que tendrás que “tragar” -queridito del alma- cuando te ves lucir con las mejores galas en la más valiosa de tus imágenes materiales, dentro de esas casas señoriales, donde presumen tanto de tu evangelio como de su falsa y vanidosa caridad. Sin embargo -querido Niño- ¡cómo disfrutas con las gentes, que sin necesidad de panegíricos ni catequesis impuestas por terceras personas, han querido ponerte humildemente en sus hogares de la forma más sencilla, sobre el aparador o la mesita, conscientes de que Tu eres esa luz de múltiples colores que enciendo los mejores deseos de Paz! Y ese es tu nacimiento preferido, el que montan en la intimidad de sus hogares, las personas que hacen de su falta de medios, verdaderos encajes de ingenio, convirtiendo papeles en cielo y cartones en casas rústicas, canaletas en río y bombas de agua traídas de los desguaces en arroyos cristalinos. Lo siento y te pido perdón por mi soberbia, el respeto como decía el sabio, es aquello que has de tener para adquirirlo, pero lamento irremisiblemente, no verte este año por casa, haciendo nuestros honores y sí -a pesar de todos los pesares- ese árbol sintético, que con todos mis respetos, me resulta tan chirriante como absurdo. Otro año más las redes sociales se llenan de felicitaciones y buenos deseos; las calles de nuestra ciudad están radiantes de luz -como nunca- y el ambiente es espectacular, a pesar que la mayoría nos quejamos de la crisis, el consumo de estas fechas continúa dando la imagen de una sociedad del “bienestar”, pero el comercio se queja; los parados se desesperan y los que viven en soledad por méritos o la más cruel de la soledad acompañada, no les cuadra muy bien esto de la Navidad envuelta en oropeles pero que no se habla ni perdona a sus hermanos. Ojalá nos preocupara menos el menú de esa noche, para algunos impuesta y valorásemos más la mesa y el fuego del hogar. FELICES PASCUAS A TODOS.

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