jueves, 6 de octubre de 2016

No habrá Paz, para los que no crean en ELLA

No habrá Paz, hasta que el hombre se convierta, como el mosto en vino nuevo, hasta que los pacíficos, siembren la semilla de la conciliación en el huerto donde se recrean las nuevas generaciones curadas de pretéritas memorias. Hasta que la misericordia y no las buenas razones, ni el sacrificio inútil, se demuestre con las obras corporales y espirituales; hasta que la mentira, aplastada por la luz de la verdad en libertad, descubra que la guerra es un fracaso, se mire desde la punta cardinal de donde se mire. No habrá Paz, hasta que la industria armamentista, reconvierta su universal arsenal, en productos de fogueo, para el ocio de la humanidad que hace colas en un parque temático de atracciones de feria. Y desde el Porvenir, en el esplendor del tiempo, los blancos encalados barrios de la vida, tracen alineadas de naranjos las calles, por donde pasa la Reina primorosa de la Paz perfectamente igualada. Mientras tanto, no habrá otra Paz, que la que se corona, con reflejos purísimos de plata cincelada por nuestras buenas intenciones, coronada por la devoción de los hijos que mamaron la blanca leche de una túnica nazarena, siguiendo una Cruz de miel, con cantoneras argénteas que paso de padres a hijos. No habrá más Paz, que el fin de una guerra fratricida, fundamentalista, energúmena y fanática, que lleva a los pueblos a la ruina, bendice los crímenes contra la humanidad, les promete el paraíso de las huríes o absuelve a los soldados del asesinato reciproco o colectivo. Si esta cerrazón no termina., habrá Paz condicionada por la distancia que separa oriente de occidente, Una paz, disfrazada de mentiras políticas, que iza la sábana manchada por los sangre sobre un tronco arruinado en el suelo. Una Paz derramada por la piel de los más débiles, que orada la geografía de los países menos prósperos, de bases atrincheradas y puntos estratégicos, donde se almacena la riqueza que se le niega al pueblo. Mientras tanto, reclamando esa Paz antigua como el hombre, se hechará al vuelo la Paloma mensajera; la Reina indiscutible, la siempre Bienaventurada Virgen, que en Sevilla, como en todos los hitos de la perseguida cristiandad, tiene pena de Dolorosa. Pena de cruz, entre sus dulces manos, colmo de la misericordia, dispuesta a recorrer el camino de su coronación popular. Pero ¿todo vale para coronar esa Paz que junto a la Trinidad , reina Coronada en la vida Eterna?, No todo no vale, porque en este Valle, las coronas canónicas, cuestan más para unas Vírgenes que para otras, suponiendo que todas las Imágenes Marianas y benditas están consagradas a la misma Dignidad.. Todo vale lo que cuesta creerlo, o pagarlo con limosnas, dispendios empleados para para mantener viva la mermada industria de la Orfebrería y maquear la cara de la misericordia que va sobrada de obras y escasa de contenido. Pero todo se da por bien empleado, cuando sirve sobre todo a una causa perdida. La Paz imposible, no ha dejado de llorar en la tierra, el llanto famélico de las víctimas principales de la guerra; los más débiles. La Paz siempre incumplida, huye de Siria, muerta de miedo en el rostro de las madres de Jerusalén. La blanca enseña de la mayor quimera del mundo, enjuga la Pasión y Muerte de los niños de Alepo. Una Paz inaccesible que se desgrana y expande, haciendo añicos de metralla, sembrando el terror, como un gran puzle, imposible de reconstruir en su retablo vandálico de cerámica polvorienta. La última letanías de la Señora, la que inmediatamente alerta a la familia, tenía que ondear su bandera blanca, el sueño de la Paz, desde su nido del Porvenir, como un último recurso, de los últimos recursos más llenos de buena voluntad, que de justicia, que esgrime la Iglesia de Sevilla, en la tierra de María, en el año de la Misericordia. Aunque fuere una semana y costase, lo mucho que valió la Pena de ver, camino de la Catedral, su tálamo de albas transparencias, fundidos en un parque, edificado entre pabellones y flora neogótica, que hacía juego con una orfebrería digna del jardín de las delicias. No habrá Paz, ni a largo y a corto plazo, solo será una semana de alto el fuego, pero tan alto, como las marías enrizadas que custodian a la Reina y tan profuso como la diametral candelería de nácar que abre el cortafuego, que nos lleva por el único camino posible, la dulce calle del centro del palio, que destrona a los poderosos y enaltece a los humildes. Aquel magníficat, que todas las generaciones proclamaron Bendita; Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, que entre sollozos musita la Paz que está con todos nosotros, para que la regalemos y distribuyamos fraternalmente. De esta Paz, que no hay otra que se precie, por auténtica y verdadera, por humilde y Piadosa. De esta Paz nacida en el Porvenir, como todo lo que tiene Vida eterna, tuvimos hace días, presencia en toda su Realeza Coronada y a Dios que la disfrutamos, por la ciudad histórica de Placentines, Alemanes, Avenida y Palacio consistorial, donde la lluvia tan deseada, calló como chuzos ingrávidos de perfumada precipitación. No habrá Paz, hasta que el mundo la copie, como mapa del tesoro en toda su geografía. Ella sigue siendo el futuro aparcado por el bienestar del hombre, en el viejo olvido de la Fe. Ella es el Porvenir y el porllegar de la única PAZ posible en el mundo, con Pena de Dolorosa.  

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