La imagen de la “Madrugá”
es el Silencio, la Santa Cruz en Jerusalem alzada para proteger los
santos misterios de nuestra religión con el ejemplo de las cofradías
maestras de nuestra Semana Santa. Y no el escándalo al que ha
llevado una situación que requería compromiso, compostura,
sacrificio y humildad. La imagen de la “Madrugá” es la zancada
portentosa del Gran Poder; imponente, aplastante, rigurosa e
inapelable. Y no la tibieza de espíritu; el choque frontal,
la,oposición y la soberbia de presumirse perjudicado. La imagen de
la “Madrugá” es sin duda, la Esperanza, el intercambio de ideas
y propuestas que faciliten el entendimiento y hagan posible, levantar
al Cristo tres veces caído, por los propios intereses, sirviéndonos
de Cirineo para alcanzar la cima de un consenso que exige la entrega
máxima y la tolerancia cero.
No hace falta acudir al
recurso fácil del ser hombres de iglesia, cualidad de la que se
debía presumir y sobre todo dar testimonio, como cristianos. Pero
aparentemente, los hermanos mayores de la “Madrugá”
-independientemente las razones que han esgrimido, pensando en los
intereses y el bien de sus respectivas corporaciones- han emborronado
la feliz convivencia y armonía fraternal que requiere la jornada más
universal de nuestra Semana Santa. No habrá sido por falta de
diálogo; por falta de reuniones; por presentación de planes
alternativos, por magistral trabajo, en el buen oficio de Diputados
Mayores de Gobierno, que sin duda se habrán exprimido los sesos, por
ajustar horarios e itinerarios...pero ya puedan hablar el lenguaje de
los ángeles, si no hay caridad y amor; si no se trabaja para sí,
pero en beneficio de los demás, todo queda en la casa sin barrer. La
imagen que se ha ofrecido de la “Madrugá” ha quedado dañada,
perjudicada en su esencia, en su doctrina a merced del escándalo y
presa del escarnio mediático, que sirve de carnaza a los carroñeros
que aguardan frotándose los picos, para arremeter contra un ambiente
social y político bastante contaminado. Si los cofrades y
cristianos, no estamos por la labor a que nos exhorta el papa
Francisco, sobre todo en este año jubilar de la Misericordia: “por
Tu Dolorosa Pasión; misericordia Señor...” Si los Hermanos
Mayores, con sus juntas de Gobierno apiñadas, no se ofrecen
-incondicionalmente- a proclamar las grandezas del Señor, sea cual
fuere el tenor de su sacrificio; aunque sean las que siempre
continúan siendo las más sacrificadas -sin nombrar las que todos
sabemos- con la humildad, con la infinita humildad de crear en las
demás corporaciones dependencia, siempre de las más perjudicadas,
para así, testimoniar la grandeza que se puede alcanzar con la
humildad: “que más puedo hacer por vosotros”. Da igual que
tuviera que alargar mi itinerario, si el rodeo beneficia a mis
hermanos, ¡bendito sea!. Da igual que permutara mi sitio -siete
veces- hasta setenta veces siete, si con la permuta beneficio a mis
hermanos, ¡bendito sea el Señor! Da igual si mi recorrido y
horario, resulta vertiginoso...por un año -ad experimentum- merece
la pena probar el ejercicio de caridad, por el bien de todos. Y si
resulta imposible, la intención, la buena intención y el sacrificio
es lo que basta. Pero si se logran los beneficios perseguidos y se
consigue la gracia del acierto, por el sacrificio desinteresado de
cualquier hermandad que se preste, habremos dado el testimonio que
todo el mundo espera de las Cofradías sevillanas., que no es otro
que la Misericordia en este año jubilar, que está pidiendo a
gritos, desagraviar la imagen que estamos dando de la “Madrugá”
única y en comunión: la noche más hermosa.