miércoles, 20 de enero de 2016

"Madrugá" en la U.C.I.



La imagen de la “Madrugá” es el Silencio, la Santa Cruz en Jerusalem alzada para proteger los santos misterios de nuestra religión con el ejemplo de las cofradías maestras de nuestra Semana Santa. Y no el escándalo al que ha llevado una situación que requería compromiso, compostura, sacrificio y humildad. La imagen de la “Madrugá” es la zancada portentosa del Gran Poder; imponente, aplastante, rigurosa e inapelable. Y no la tibieza de espíritu; el choque frontal, la,oposición y la soberbia de presumirse perjudicado. La imagen de la “Madrugá” es sin duda, la Esperanza, el intercambio de ideas y propuestas que faciliten el entendimiento y hagan posible, levantar al Cristo tres veces caído, por los propios intereses, sirviéndonos de Cirineo para alcanzar la cima de un consenso que exige la entrega máxima y la tolerancia cero.
No hace falta acudir al recurso fácil del ser hombres de iglesia, cualidad de la que se debía presumir y sobre todo dar testimonio, como cristianos. Pero aparentemente, los hermanos mayores de la “Madrugá” -independientemente las razones que han esgrimido, pensando en los intereses y el bien de sus respectivas corporaciones- han emborronado la feliz convivencia y armonía fraternal que requiere la jornada más universal de nuestra Semana Santa. No habrá sido por falta de diálogo; por falta de reuniones; por presentación de planes alternativos, por magistral trabajo, en el buen oficio de Diputados Mayores de Gobierno, que sin duda se habrán exprimido los sesos, por ajustar horarios e itinerarios...pero ya puedan hablar el lenguaje de los ángeles, si no hay caridad y amor; si no se trabaja para sí, pero en beneficio de los demás, todo queda en la casa sin barrer. La imagen que se ha ofrecido de la “Madrugá” ha quedado dañada, perjudicada en su esencia, en su doctrina a merced del escándalo y presa del escarnio mediático, que sirve de carnaza a los carroñeros que aguardan frotándose los picos, para arremeter contra un ambiente social y político bastante contaminado. Si los cofrades y cristianos, no estamos por la labor a que nos exhorta el papa Francisco, sobre todo en este año jubilar de la Misericordia: “por Tu Dolorosa Pasión; misericordia Señor...” Si los Hermanos Mayores, con sus juntas de Gobierno apiñadas, no se ofrecen -incondicionalmente- a proclamar las grandezas del Señor, sea cual fuere el tenor de su sacrificio; aunque sean las que siempre continúan siendo las más sacrificadas -sin nombrar las que todos sabemos- con la humildad, con la infinita humildad de crear en las demás corporaciones dependencia, siempre de las más perjudicadas, para así, testimoniar la grandeza que se puede alcanzar con la humildad: “que más puedo hacer por vosotros”. Da igual que tuviera que alargar mi itinerario, si el rodeo beneficia a mis hermanos, ¡bendito sea!. Da igual que permutara mi sitio -siete veces- hasta setenta veces siete, si con la permuta beneficio a mis hermanos, ¡bendito sea el Señor! Da igual si mi recorrido y horario, resulta vertiginoso...por un año -ad experimentum- merece la pena probar el ejercicio de caridad, por el bien de todos. Y si resulta imposible, la intención, la buena intención y el sacrificio es lo que basta. Pero si se logran los beneficios perseguidos y se consigue la gracia del acierto, por el sacrificio desinteresado de cualquier hermandad que se preste, habremos dado el testimonio que todo el mundo espera de las Cofradías sevillanas., que no es otro que la Misericordia en este año jubilar, que está pidiendo a gritos, desagraviar la imagen que estamos dando de la “Madrugá” única y en comunión: la noche más hermosa.



domingo, 17 de enero de 2016

La Verdad, es el Misterio

Por que se que existe, yo me lo imagino: El Amor; el amando; el amado. Los tres tiempos del verbo que busca la verdad: el Misterio. El Amor, que interviene en nombre del amando y exclama con toda seguridad: “haced lo que El os diga”. El amado que ordena llenar de agua las tinajas y el agua que se convierte en vino bueno, frugal, oloroso de la mejor cosecha. Diferentes pareceres y un mismo espíritu; diferentes culturas, distintos puntos de vista, hacia una misma dirección. Se conocieron, escuchando la Palabra; la buena nueva que une, que abraza, que ilumina, que sostiene, que alienta, que anima. Tuvieron sus dudas, le asaltaron los miedos, le sorprendieron las vacilaciones, pero nada ni nadie podía arruinar la fortaleza construida por la Fe. Si, es verdad que había que seguir viviendo en un mundo hostil, competitivo, vertiginoso ahí afuera; pero la Esperanza de encontrarse al caer de la tarde, cansados de sus obligaciones y deberes, era muy superior al cansancio. Si, es verdad, que los consejos que recibían, que los anuncios publicitarios, le ofrecían unos productos tan irresistibles, tan encarecidamente necesarios, que era casi imposible rehusar a su consumo, si no querías verte incomunicado dentro del imperio de la desazón. Pero sus respectivos corazones, solo latían para la comunicación directa de mirarse a los ojos, frente a frente y descubrir, que el brillo de una mirada, vale más que todos los “pixeles” que encienden la aplastante multitud de las móviles pantallas.
Sentían la soledad que inundaba las calles de gente hablando sola; muchas veces en voz alta, cruzando las miradas en el vacío de cada cual escuchando cada tema, con los oídos tapados por auriculares. Los pasos de cebra, no daban a vasto para cruzar ensimismados, jugándose la vida entre el estruendo de los coches. ¿Donde vamos, Amor, amando así de tan absurda manera? Yo te miro y tu te sonrojas. Tu me miras y yo me agito. “¿Que tengo yo contigo, mujer?” Todavía no ha llegado mi hora. Pero sé que a mi Amor, nunca se le ocurriría encelarse, sino es para demostrar más que te quiero. Y tu sabes que tu Amor es de madre, que intercede siempre, que nunca se despecha; que no habla si no es para alabarme, bendecirme, adorarme, fundirse en mi pasión que es la tuya, convertir el agua en vino, el mejor vino para el banquete de boda, festejando siempre, el júbilo de una vida unidos por el sacramento. No, ¡calla Amor! Que nos toman por locos, por sepulcros blanqueados, por escribas y fariseos; que nos acusan de anormales, que nos tachan de débiles mequetrefes, de añejos perdedores, abatidos en el pulso de esta absurda batalla. No puede ser tan sencillo, tan humilde, tan simple...sobre todo cuando el hombre ha luchado tanto por complicar su existencia, por entender el pensamiento, por cultivar el don de la palabra escrita que quede para siempre impresa en sus libros inmortales. Pero sabes, Amor, tu bien lo sabes, que han muerto en la utopía de la nada, sin saber de cierto a quien dar gracias, creyéndose ser el Dios a quien se resistieron vivir en semejanza, como si ellos no fueran hijos del hombre. Se que existe, yo me lo imagino, cuando he visto en sus ojos el fuego de la ira, la soberbia inflamada, el reproche soez, cuando te han ofendido tanto, que no has sido capaz interpretar de donde viene tanta acidez, tanta urdimbre de duelo acumulada. Y todo es tan sencillo, que se cura con un simple abrazo, con la fe de un niño y el espíritu limpio de dar al frente, dos pasos: “Haced lo que El os diga”...conjugar el Amor, Amando, Amado, los tres tiempos del verbo, la verdad del misterio. 

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