sábado, 10 de noviembre de 2018

AMPARADOS

a Amparo López

Erase una vez una pareja de enamorados que «divagando por la ciudad de la gracia», celebraban el día del Amparo. Era una tarde tibia de otoño, tan agradable, como iluminada por el mejor ORO viejo del sol, que derramaba sus rayos, dorando con primor, el perfil de Las vetustas cúpulas y espadañas. Dejándose llevar por los alados pasos del romance, paseaban perdidos de la noción del tiempo y el espacio, pusieron sin saberlo música de fondo a las palabras eternas que hacen infinitos los instantes y se graban para siempre en la memoria, perpetuando el recuerdo.
 Por el compás de la Laguna, Amparo despertó del letargo que sume a los enamorados en la nube de la dicha, inhalando aquel otro aroma que sitúa las almas, en el tiempo sin fecha, donde Sevilla derrama su intransferible fragancia. «huele a Semana Santa», -músito la joven-...también a azahar o a nardos...Y sin ser primavera, ni semana Santa, ni estando el naranjo en flor, el otoño, donó la armonía suficiente, para que pareciera,  el tiempo que en realidad era, -un mágico contraste de sereno atardecer-, templado y dulce, con sabor a almendras garrapiñadas sobre un ocaso que bajaba desde el Altozano, como la Centella de la canastilla del Señor del Gran Poder.
 Amparo vio el cielo abierto, cuando apareció la Virgen, vestida de sol, bajo el dosel primoroso de los azules cobalto del cielo que escogió Sevilla para la Magdalena. A la joven se le iluminó la cara, cuando preguntó por el nombre de la Imagen y alguien respondió: «La Virgen del AMPARO»...¡Anda, que suerte...mi Virgen! Y todo encajó a la perfección, desde aquel momento, en que se alinearon los astros de la casuística.
La madre de Amparo, había vivido en Pastor y Landero, junto a su tía, que se llamaba Amparo.  Amparo le puso de nombre, su madre, en honor de su tía, que era a su vez su madrina. Por parte de su novio, delante del altar de la Virgen, titular de la Parroquia, habían contraído matrimonio, los abuelos maternos, a los cuales le unía una estrecha relación con la Parroquia, pues se habían criado en el ARENAL.
Así pues, nada sucede por casualidad, todo tiene su causa y efecto, si el mundo es un pañuelo, Sevilla lo embriaga y se lo pone de adorno en la solapa. Amparo, selló aquella tarde, ante el paso de María Santisima del Amparo, la promesa, de acudir -todos los años- para ver la procesión al lado del que hoy es su marido. Como no podía ser de otra manera, con el paso del tiempo,  la Virgen bendijo su feliz matrimonio, con dos preciosos hijos, nietos del que suscribe así como alegría y orgullo en el otoño de nuestras vidas. La promesa de Amparo, se convirtió en hermosa tradición familiar de ver a la Virgen y celebrar con el ágape su onomástica en familia, todos los años. Doy Fe.

EPILOGO:  Para poner el punto final a este cuento, convertido en realidad, tengo que confesar el no saber, como FELICITAR a su protagonista, Amparo -mi querida nuera- solo puedo añadir de tan inigualable madre, esposa, hija y mejor persona, que Ella sabe muy bien lo que siento, porque es lo mismo que yo siento muy bien por Ella. Nosotros nos entendemos ¿Verdad, Amparo?  Nos vemos, delante de la Virgen.

martes, 6 de noviembre de 2018

INUNDADOS POR LA ESPERANZA

           

 Con permiso, se abre uno paso en la bulla, con permiso y mucha calma, grande dosis de educación, paciencia y...lo más sevillano -cultura de la bulla- . Para mi, es todo un orgullo y como decía el Rey Emerito, una inmensa satisfacción, que los paisanos jienenses, almerienses, cordobeses,gaditanos, malagueños, onubenses, granadinos y resto de la geografía -EspañolaCofrade- especialmente, nuestros queridos madrileños...vengan a nuestra tierra a disfrutar de las procesiones de Semana Santa, sobre todo, como es el caso que nos ocupa, de manera Extraordinaria, cuando se trata de una devoción tan arraigada, popular e universalmente conocida, como fue, el Traslado y vuelta de  la Esperanza de Triana, con motivo del VI siglo de su devoción.
A parte de este personal orgullo, en la parte que me toca como anfitrión sevillano, hay que felicitar justamente, a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; Policía Local; Protección Civil, Emergencias y Lipasam, por el esfuerzo y trabajo que realizado, mas allá de la responsabilidad de velar por la Seguridad Ciudadana, muchos de ellos, como hermanos y cofrades de exquisito comportamiento y escrupuloso trato. Hay que poner en valor y así lo han hecho, la infinidad de imágenes captadas, que, tanto, la Procesión de ida, como la de vuelta de la Esperanza de Triana, ha desbordado todas las previsiones, arrojando la impresionante cifra de cerca de 600.000 personas, en la cual se han puesto de acuerdo, todas las fuentes consultadas. En cuanto a los horarios e itinerarios, parece ser y es cierto, que ambos, tanto el de ida a Catedral, como el de vuelta a Triana, se han cumplido, aunque personalmente pienso, que estos horarios estaban milimétricamente estudiados por los responsables de la Hermandad -con arreglo al tiempo que tardaba la Virgen en recorrer las calles- al paso característico que tenían ensayado los costaleros-
 Bien podemos afirmar, los que vivimos lo extraordinario de la Esperanza, que el cortejo, desde el Banderín de la Banda, hasta el palio de la Virgen, tardaba en pasar, más de dos horas, dependiendo, el grado de movilidad en plena bulla, excepto el caso de ocupar primera fila en la calle, donde no hay, quien te apartara de las tres horas largas de pié, luchando continuo contra las molestias propias de carritos, sillas de rueda, corrillo de niños, trípodes, peldaños y la sana impaciencia de ancianos, foráneos y parejitas melosas. Esto es así y así lo importamos los sevillanos.
Si.- les diré, en honor a la verdad y más de cincuenta años de experiencia como cofrade de calle, que la multitud que había desde el cruce del Paseo de Colón hasta Puerta de Triana, no la había presenciado en mi vida, ni el Domingo de Ramos con la Estrella, el Lunes Santo con San Gonzalo, ni la misma Madrugá de Esperanza, incluyendo las Extraordinarias de Coronaciones, que han cruzado el Puente, hacia la Catedral en pretéritas ocasiones.  La anchura de Reyes católicos, resultaba prácticamente infranqueable, para ganarle la Cara a la Esperanza, habiendo que practicar la acción de rodear por Julio César ó Almansa, opción, esta última por la que apostó el que suscribe, para desembocar en la esquina de Santas Patronas y allí, aprovechar un hueco, sobre la acera.
 Hueco que a escasos minutos de mi llegada, se pobló de espectadores. La Virgen se veía lejana, a la altura de "los tres reyes" y la espera se cifró en una hora larga, que acabó en Apoteosis, cuando sonaba la marcha, Reina de Triana y se hizo el silencio, para escuchar la melodiosa sinfonía del trio de flautas y el galeón de la Esperanza se aproximaba imperceptible, como aureo rompeolas.
Escribía, San Juan de la Cruz, "que en el atardecer de la Vida, nos examinarán de Amor"...pero en Sevilla, el Amor, trae la Esperanza y la Esperanza, estalla en alegría. Pese a los pormenores, meramente cronistas de horario, itinerario, afluencia, bandas, andares costaleros, etc,etc...Cuando llegaba la Virgen, nos embriagada a todos con su perfume de Esperanza. ¡que necesidad tan grande de Esperanza tenemos! que solo el resplandor de su presencia, el mimbre de sus esquinas cimbreantes, la llama de sus codales enrizados y sobre todo el esplendente sigilo de su Luz prodigiosa, arrancaba de lo más profundo de las entrañas, los ¡oles más sentidos!, ¡los vivas más coreados! ¡los suspiros más sonoros! ¡las lágrimas más íntimas! y las ¡más cerradas ovaciones!

Allí, cuando la tarde caía, como citaba el Santo de la Cruz, examinándonos de Amor, por la Esperanza, dejé a la Virgen, sabiendo que me la llevaba puesta, allá por donde Ella roneara, allá donde sueñan los despiertos, su mejor definición Aristotelica, allá donde las calles de vuelta, se alejan al son de los platillos y el bombo que anuncia nueva marcha y los tríos se pierden en la estrechura recortada del cielo cobalto, que más se parece a la Gloria. Dejé a la Virgen, como se despide uno de su novia, andando de espaldas, con alma de capataz que le dedica sus mejores plegarias y manda de frente, sabiendo que la Esperanza es lo último que se pierde. ¡Hasta mañana, Madre!

Y el sábado despertó la ESPERANZA intacta, con flores de fe renovada. Para presidir en el altar del jubileo, el SOLEMNE Pontifical -VI siglos de ESPERANZA no son suficiente para elevar el espíritu hacia la conversión profunda, antes de poner los pies en la Tierra de la ESPERANZA, dejándose llevar por los sentidos. Se espera a la Esperanza en olor de multitudes, vienen devotos de otras latitudes a vivir con nosotros el sueño de los despiertos. La gran avenida, esta tomada, aún quedan rincones para callejear buscándola, por el Postigo del aceite. Pero uno se frena en seco, porque desde la esquina de Correos ha respirado las volutas de incienso y los ciriales son anuncios del silencio más apretado, ¡Ya va a Salir!, nadie sabe, si el VIVA LA ESPERANZA DE TRIANA, fue antes del himno, pero todos, vibramos unánimes a los sones de la Marcha que entrega en cuerpo y alma, la ESPERANZA de TRIANA CORONADA, A SEVILLA. Si habia una pregunta en el odioso aire de las comparaciones, inmediatamente a bombo y platillo, sonó la marcha Macarena, para unir en la ESPERANZA, lo que algunos intentan separar.
 La Virgen enfilaba la Avenida y yo, atrapado en la bulla  de Almirantazgo, aproveché el movimiento, por inercia, cuerpo a cuerpo, y logré cruzar hacia el Postigo, allí desde el patio sombrio de los Canónigos, me asomé a la galería con el pórtico mudejar del antiguo colegio y la ví pasar entrecortada, enmarcada, como la gran Pintura de los mejores maestros del renacimiento. Sabía donde iba, pero no sabía cómo llegar, me asaltaban las ansias, como al fotógrafo, que ya tiene estudiada su foto, pero no quería perder de vista a la Virgen, me dirigí hacia García de Vinuesa y la Bodeguita con más solera, me abrió una de sus puertas, para cruzar. El sol venía ya muy alto, como despidiéndose de la Virgen por el Sagrario y derramando sus últimos rayos por las alturas de Alemanes. Pensé que había poca Luz por García de Vinuesa, pero la Luz iba en Ella cuando se acercaba de frente. Así, Madre, tan cerquita, como si fuera esta tarde la última vez y yo escuchara los últimos ¡Oles!, los primeros: ¡VIVA LA ESPERANZA DE TRIANA!, como si en el éxtasis de contemplarte, me pareciera oir de fondo una saeta...sí, Madre, fueron dos saetas, pero en pleno paroxismo, con más voluntad que acierto. Y no te dejé marchar, para buscarte de nuevo... me fui, detrás, donde lo permitía el espacio del pueblo que te canta, tan cerca pero tan lejos de tu cara, sintiendo lo que veía y escuchando las Aguas procelosas del maestro Farfán en la trasera de tu Palio -dicen que hay algo más bonito-  que embelesarse con la ESPERANZA. 
Recobrar la calma del conocimiento, la calle Jimios, me aclaró la memoria en la marabunda de la bulla: si quería verte, como deseaba, en la esquina de mis sueños de niño, allá donde arraigaron mis raices, en la calle de la Abuela, de mis padres, mis tíos, mis primos...mi tierna infancia, tenía que sacrificar el Baratillo. Otra vez, igual que en Reyes Católicos, como en casi todo el recorrido, la Calle Pastor y Landero infranqueable ¿para un sevillano?...sí, como para cualquier erudito, malagueño, granadino, cordobés, madrileño, que no se precie de llevar un costal en la mano o protección civil, le abriera paso, junto a la policía. Las calles del recorrido de la ESPERANZA, tenían el día 3, patente de corzo, con tres horas de antelación al cortejo. 
   No sé como, pero que verdad es, que la Fe, mueve montañas con la ESPERANZA a cuestas, logré abrirme paso por Almansa, aprovechando la fila india de tres jóvenes, que habían ido al bar de la esquina para cargar vasos de combinados, y volvían a las primeras filas de espera. Buen cobijo, encontré en el local de loterías, perpendicular al retablo del antiguo pópulo. Desde allí sabía, que estaba en comunión con mis seres queridos, que también la Esperaban a la altura del Arenal ó la arcada del antiguo mercado de entradores, toda una vida esperando y viendo pasar a la Esperanza, en aquellas mañanas de olor a aguardiente y calentitos de papa. Casi dos horas de dulce Espera de la Esperanza, que venía por Adriano, como un ascua de luz fosforescente, pero que nunca llegaba. Sabe Dios la de Fieles difuntos que se citaron por allí, en cualquiera de los balcones vacíos, para recibir a la Bendita ESPERANZA desde el cielo o bajo el cielo, porque en aquellos momentos, que no se sabe bien, si amanece u oscurece el firmamento, sonaba "Pero como Tu Ninguna" un guiño más, a la Fraternidad de las Devociones Marianas, más grandes de Sevilla. Y para firma y rúbrica, el pueblo le cantaba a continuación, el Dios te Salve María más intenso que en la noche se escuchara, a los sones de Encarnación Coronada. 
Despacito llegó la ESPERANZA, para siempre quedarse, no se sabe si andaba de frente o recobraba los pasitos que dejaba atrás para alargar nuestro sueño, lo cierto es, que su indescriptible imagen, dejaba un paladar insasiable para nuestros paladares, algo que solo podía describir, el ¡Ole! que todos teníamos olvidados; los ¡VIVAS! que todos deseábamos corear y aquellos ¡GUAPA, GUAPA Y GUAPA! que todos llevábamos guardados en el mejor sabor de la boca. 
 No os puedo narrar más sobre el resto de su recorrido de vuelta a su Capilla de Triana, Aunque lo seguí en el directo, inmediato de la RRSS. No es lo mismo, vivirlo y sentirlo para poder contarlo y Triana por medio, es mucho TRIANA, pero la ESPERANZA, no hay quien nos la quite, cuantos la vimos, estoy seguro que nos la llevamos puesta...Que cada uno la guarde en el altar que le tenga y le rece siempre y en todo lugar, como lo hizo TRIANA y SEVILLA, SEVILLA y TRIANA, para España y la Humanidad.
Solo me resta felicitar a la Hermandad Sacramental, en la persona de su Hno. Mayor, D. Alfonso de Julios Campuzano, como cristiano, mariano, cofrade y naturaldeSevilla.

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