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martes, 6 de noviembre de 2018

INUNDADOS POR LA ESPERANZA

           

 Con permiso, se abre uno paso en la bulla, con permiso y mucha calma, grande dosis de educación, paciencia y...lo más sevillano -cultura de la bulla- . Para mi, es todo un orgullo y como decía el Rey Emerito, una inmensa satisfacción, que los paisanos jienenses, almerienses, cordobeses,gaditanos, malagueños, onubenses, granadinos y resto de la geografía -EspañolaCofrade- especialmente, nuestros queridos madrileños...vengan a nuestra tierra a disfrutar de las procesiones de Semana Santa, sobre todo, como es el caso que nos ocupa, de manera Extraordinaria, cuando se trata de una devoción tan arraigada, popular e universalmente conocida, como fue, el Traslado y vuelta de  la Esperanza de Triana, con motivo del VI siglo de su devoción.
A parte de este personal orgullo, en la parte que me toca como anfitrión sevillano, hay que felicitar justamente, a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; Policía Local; Protección Civil, Emergencias y Lipasam, por el esfuerzo y trabajo que realizado, mas allá de la responsabilidad de velar por la Seguridad Ciudadana, muchos de ellos, como hermanos y cofrades de exquisito comportamiento y escrupuloso trato. Hay que poner en valor y así lo han hecho, la infinidad de imágenes captadas, que, tanto, la Procesión de ida, como la de vuelta de la Esperanza de Triana, ha desbordado todas las previsiones, arrojando la impresionante cifra de cerca de 600.000 personas, en la cual se han puesto de acuerdo, todas las fuentes consultadas. En cuanto a los horarios e itinerarios, parece ser y es cierto, que ambos, tanto el de ida a Catedral, como el de vuelta a Triana, se han cumplido, aunque personalmente pienso, que estos horarios estaban milimétricamente estudiados por los responsables de la Hermandad -con arreglo al tiempo que tardaba la Virgen en recorrer las calles- al paso característico que tenían ensayado los costaleros-
 Bien podemos afirmar, los que vivimos lo extraordinario de la Esperanza, que el cortejo, desde el Banderín de la Banda, hasta el palio de la Virgen, tardaba en pasar, más de dos horas, dependiendo, el grado de movilidad en plena bulla, excepto el caso de ocupar primera fila en la calle, donde no hay, quien te apartara de las tres horas largas de pié, luchando continuo contra las molestias propias de carritos, sillas de rueda, corrillo de niños, trípodes, peldaños y la sana impaciencia de ancianos, foráneos y parejitas melosas. Esto es así y así lo importamos los sevillanos.
Si.- les diré, en honor a la verdad y más de cincuenta años de experiencia como cofrade de calle, que la multitud que había desde el cruce del Paseo de Colón hasta Puerta de Triana, no la había presenciado en mi vida, ni el Domingo de Ramos con la Estrella, el Lunes Santo con San Gonzalo, ni la misma Madrugá de Esperanza, incluyendo las Extraordinarias de Coronaciones, que han cruzado el Puente, hacia la Catedral en pretéritas ocasiones.  La anchura de Reyes católicos, resultaba prácticamente infranqueable, para ganarle la Cara a la Esperanza, habiendo que practicar la acción de rodear por Julio César ó Almansa, opción, esta última por la que apostó el que suscribe, para desembocar en la esquina de Santas Patronas y allí, aprovechar un hueco, sobre la acera.
 Hueco que a escasos minutos de mi llegada, se pobló de espectadores. La Virgen se veía lejana, a la altura de "los tres reyes" y la espera se cifró en una hora larga, que acabó en Apoteosis, cuando sonaba la marcha, Reina de Triana y se hizo el silencio, para escuchar la melodiosa sinfonía del trio de flautas y el galeón de la Esperanza se aproximaba imperceptible, como aureo rompeolas.
Escribía, San Juan de la Cruz, "que en el atardecer de la Vida, nos examinarán de Amor"...pero en Sevilla, el Amor, trae la Esperanza y la Esperanza, estalla en alegría. Pese a los pormenores, meramente cronistas de horario, itinerario, afluencia, bandas, andares costaleros, etc,etc...Cuando llegaba la Virgen, nos embriagada a todos con su perfume de Esperanza. ¡que necesidad tan grande de Esperanza tenemos! que solo el resplandor de su presencia, el mimbre de sus esquinas cimbreantes, la llama de sus codales enrizados y sobre todo el esplendente sigilo de su Luz prodigiosa, arrancaba de lo más profundo de las entrañas, los ¡oles más sentidos!, ¡los vivas más coreados! ¡los suspiros más sonoros! ¡las lágrimas más íntimas! y las ¡más cerradas ovaciones!

Allí, cuando la tarde caía, como citaba el Santo de la Cruz, examinándonos de Amor, por la Esperanza, dejé a la Virgen, sabiendo que me la llevaba puesta, allá por donde Ella roneara, allá donde sueñan los despiertos, su mejor definición Aristotelica, allá donde las calles de vuelta, se alejan al son de los platillos y el bombo que anuncia nueva marcha y los tríos se pierden en la estrechura recortada del cielo cobalto, que más se parece a la Gloria. Dejé a la Virgen, como se despide uno de su novia, andando de espaldas, con alma de capataz que le dedica sus mejores plegarias y manda de frente, sabiendo que la Esperanza es lo último que se pierde. ¡Hasta mañana, Madre!

Y el sábado despertó la ESPERANZA intacta, con flores de fe renovada. Para presidir en el altar del jubileo, el SOLEMNE Pontifical -VI siglos de ESPERANZA no son suficiente para elevar el espíritu hacia la conversión profunda, antes de poner los pies en la Tierra de la ESPERANZA, dejándose llevar por los sentidos. Se espera a la Esperanza en olor de multitudes, vienen devotos de otras latitudes a vivir con nosotros el sueño de los despiertos. La gran avenida, esta tomada, aún quedan rincones para callejear buscándola, por el Postigo del aceite. Pero uno se frena en seco, porque desde la esquina de Correos ha respirado las volutas de incienso y los ciriales son anuncios del silencio más apretado, ¡Ya va a Salir!, nadie sabe, si el VIVA LA ESPERANZA DE TRIANA, fue antes del himno, pero todos, vibramos unánimes a los sones de la Marcha que entrega en cuerpo y alma, la ESPERANZA de TRIANA CORONADA, A SEVILLA. Si habia una pregunta en el odioso aire de las comparaciones, inmediatamente a bombo y platillo, sonó la marcha Macarena, para unir en la ESPERANZA, lo que algunos intentan separar.
 La Virgen enfilaba la Avenida y yo, atrapado en la bulla  de Almirantazgo, aproveché el movimiento, por inercia, cuerpo a cuerpo, y logré cruzar hacia el Postigo, allí desde el patio sombrio de los Canónigos, me asomé a la galería con el pórtico mudejar del antiguo colegio y la ví pasar entrecortada, enmarcada, como la gran Pintura de los mejores maestros del renacimiento. Sabía donde iba, pero no sabía cómo llegar, me asaltaban las ansias, como al fotógrafo, que ya tiene estudiada su foto, pero no quería perder de vista a la Virgen, me dirigí hacia García de Vinuesa y la Bodeguita con más solera, me abrió una de sus puertas, para cruzar. El sol venía ya muy alto, como despidiéndose de la Virgen por el Sagrario y derramando sus últimos rayos por las alturas de Alemanes. Pensé que había poca Luz por García de Vinuesa, pero la Luz iba en Ella cuando se acercaba de frente. Así, Madre, tan cerquita, como si fuera esta tarde la última vez y yo escuchara los últimos ¡Oles!, los primeros: ¡VIVA LA ESPERANZA DE TRIANA!, como si en el éxtasis de contemplarte, me pareciera oir de fondo una saeta...sí, Madre, fueron dos saetas, pero en pleno paroxismo, con más voluntad que acierto. Y no te dejé marchar, para buscarte de nuevo... me fui, detrás, donde lo permitía el espacio del pueblo que te canta, tan cerca pero tan lejos de tu cara, sintiendo lo que veía y escuchando las Aguas procelosas del maestro Farfán en la trasera de tu Palio -dicen que hay algo más bonito-  que embelesarse con la ESPERANZA. 
Recobrar la calma del conocimiento, la calle Jimios, me aclaró la memoria en la marabunda de la bulla: si quería verte, como deseaba, en la esquina de mis sueños de niño, allá donde arraigaron mis raices, en la calle de la Abuela, de mis padres, mis tíos, mis primos...mi tierna infancia, tenía que sacrificar el Baratillo. Otra vez, igual que en Reyes Católicos, como en casi todo el recorrido, la Calle Pastor y Landero infranqueable ¿para un sevillano?...sí, como para cualquier erudito, malagueño, granadino, cordobés, madrileño, que no se precie de llevar un costal en la mano o protección civil, le abriera paso, junto a la policía. Las calles del recorrido de la ESPERANZA, tenían el día 3, patente de corzo, con tres horas de antelación al cortejo. 
   No sé como, pero que verdad es, que la Fe, mueve montañas con la ESPERANZA a cuestas, logré abrirme paso por Almansa, aprovechando la fila india de tres jóvenes, que habían ido al bar de la esquina para cargar vasos de combinados, y volvían a las primeras filas de espera. Buen cobijo, encontré en el local de loterías, perpendicular al retablo del antiguo pópulo. Desde allí sabía, que estaba en comunión con mis seres queridos, que también la Esperaban a la altura del Arenal ó la arcada del antiguo mercado de entradores, toda una vida esperando y viendo pasar a la Esperanza, en aquellas mañanas de olor a aguardiente y calentitos de papa. Casi dos horas de dulce Espera de la Esperanza, que venía por Adriano, como un ascua de luz fosforescente, pero que nunca llegaba. Sabe Dios la de Fieles difuntos que se citaron por allí, en cualquiera de los balcones vacíos, para recibir a la Bendita ESPERANZA desde el cielo o bajo el cielo, porque en aquellos momentos, que no se sabe bien, si amanece u oscurece el firmamento, sonaba "Pero como Tu Ninguna" un guiño más, a la Fraternidad de las Devociones Marianas, más grandes de Sevilla. Y para firma y rúbrica, el pueblo le cantaba a continuación, el Dios te Salve María más intenso que en la noche se escuchara, a los sones de Encarnación Coronada. 
Despacito llegó la ESPERANZA, para siempre quedarse, no se sabe si andaba de frente o recobraba los pasitos que dejaba atrás para alargar nuestro sueño, lo cierto es, que su indescriptible imagen, dejaba un paladar insasiable para nuestros paladares, algo que solo podía describir, el ¡Ole! que todos teníamos olvidados; los ¡VIVAS! que todos deseábamos corear y aquellos ¡GUAPA, GUAPA Y GUAPA! que todos llevábamos guardados en el mejor sabor de la boca. 
 No os puedo narrar más sobre el resto de su recorrido de vuelta a su Capilla de Triana, Aunque lo seguí en el directo, inmediato de la RRSS. No es lo mismo, vivirlo y sentirlo para poder contarlo y Triana por medio, es mucho TRIANA, pero la ESPERANZA, no hay quien nos la quite, cuantos la vimos, estoy seguro que nos la llevamos puesta...Que cada uno la guarde en el altar que le tenga y le rece siempre y en todo lugar, como lo hizo TRIANA y SEVILLA, SEVILLA y TRIANA, para España y la Humanidad.
Solo me resta felicitar a la Hermandad Sacramental, en la persona de su Hno. Mayor, D. Alfonso de Julios Campuzano, como cristiano, mariano, cofrade y naturaldeSevilla.

viernes, 18 de diciembre de 2015

ESPERANZADOS ¡Puerta de la Misericordia!


Sales al encuentro de la Esperanza, como un niño que sale de clase, ansioso por respirar el aire de la libertad, como si te faltara. Esa es la Esperanza; estar pensando en Ella, desde que amanece el día XVIII, el ¡gran día de la Esperanza! Los Esperanzados, nunca vimos a la Virgen con pena de dolorosa, fuimos nosotros los que lloramos al verla, pero de emoción. Los Esperanzados, nunca vimos a la Virgen lucir su mejor manto -el de Juan Manuel, Carrasquilla o Borrego- ni le vimos lucir la toca histórica, ni la saya de las corbatas; ni la medalla de Sevilla, ni la aurea presea de la coronación, Los Esperanzados nunca reparamos en como luce sus joyas más preciadas, los exvotos que donaron sus ilustres fieles, porque al llegar a la presencia de la Esperanza, Ella es la que reluce más que el sol; la que resplandece más que el fulgor de todos los metales preciosos; la que irradia en su rostro más luz cegadora que todo el arte suntuario con que sus priostes la engalanan. Te acercas y se va colmando el vaso de Esperanza, como la gota que lo hace resobar y un temblor, como aquel que sentiste el primer día, sacude el cuerpo de todas las edades que se paran en la eternidad de sus ojos, esos grandes ojos melados, que se clavaron para siempre en tu corazón y devuelven a tu mirada, la Vida, la Dulzura y la Esperanza nuestra de la antigua Salve. Los Esperanzados, encontramos antes sus Plantas, la silenciosa respuesta para todos; para los que piensan que hay más, después del momento ingrávido en que la tienes de cuerpo presente en el paraíso eterno de su Gloria; Mucho hay de incierto, en el futuro cierto con que te retiras, iluminado por su Gracia. Poca felicidad existe fuera de esa Fe que, creyendo en lo que No se ve- ha visto con sus propios ojos a la Madre. Oirás murmullos lejanos, en boca de los pontífices del pesimismo, los que atacan por todos los flancos en la guerra de la derrota, pero tu caminarás en volandas guiado por el Espíritu y fortalecido por la Esperanza, que nunca te fue ajena, ni te falló, porque la Esperanza en esta bendita tierra, tiene siete faros encendidos permanentemente, para que no te pierdas en lo último que perdido todo, nunca se pierde. Por eso los esperanzados no tienen edad, sino la risa impertinente de un niño que se acerca asombrado: “Sinite párvulos venire ad me”, en los brazos de una primeriza madre transida de emoción; la edad de un padre orgulloso que posa a su retoño en el manto de la Bienaventurada; la edad de una vecina absorta, que pide a los monaguillos, le pasen la humilde estampa por los hombros de la Esperanza; la edad de la juventud informal y a su aire ejemplar y respetuoso, que se queda pasmada, delante de la Virgen, contemplando minutos eterno la luz de su rostro, hasta que a veces, le tienen que llamar al orden; la edad de los que vienen más allá de Sevilla, con el gesto admirable de intercambiar sus lágrimas marcadas de intenciones y encargos; la edad de los suspiros hondos que resuenan por las naves del templo, haciendo nudos para atracar las palabras inútiles; la edad de la expresión unánime de todos los fieles que forman una espesa cola de Esperanza, contando los pasos del Santo Rosario hasta llegar a Ella; Esperanzados de todas las edades de la vida, cuando la vida mantiene el don de la memoria intacta y reciente. Porque la Esperanza, no solamente no se pierde, sino que no se abandona en el lecho de la enfermedad; la Esperanza se levante como Lázaro y acude sostenida por las muletas de una fe inquebrantable; se presenta a la cita ineludible, sentada en su silla de ruedas, empujada por los que creen a pies juntilla que esa Mano extendida por todo el universo, está dispuesta para que la Esperanza nos eche una mano de por vida: “Venid aquí benditos del Padre,hijos de mi hijo,,,los que estáis, tristes y cansados” Como aquel hombre Esperanzado a sus más de noventa -dieciochos de Diciembres- que se acercaba al presbiterio apoyado en su bastón y escoltado por los custodios de la Esperanza. Quería estar el anciano un rato sentado frente a Ella en los bancos de la alfombra...yo se lo que le dijo a la Virgen, en esa conversación de hermano y vecino antiguo del barrio, no es difícil adivinarlo: Gracias, Esperanza, porque su Fe lo ha salvado, a pesar de los nubarrones de la vida; pese a tantas adversidades, impedido y decrépito en los brazos del dolor; el anciano embelesado la estaba viendo con los mismos ojos de aquel niño, que limpiaba su mano con el pañuelo; con los mismos ojos de aquel joven esperanzado, que contrajo matrimonio delante de Ella; los ojos emocionados de tantas madrugadas, mirando y rezando bajo el capirote; los mismos ojos con que miraba y continúa mirando a la Bella, su más bella Esperanza, con la certeza de marcharse al viaje, para encontrarse en el Paraíso con esa misma Cara, la cara de la Esperanza, la Esperanza de los Esperanzados.












La ESPERANZA no llora cuando la encuentras, eres tu el que llora, cuando la ves.



lunes, 16 de diciembre de 2013

Días de ESPERANZA a un clavo ardiendo.

Miradas perdidas; expresiones clavadas en el mar de unos ojos. Falta el trabajo, peligra la dignidad, convalece la Salud; lloran los dolores del cuerpo y del alma; soledad, ausencia, malestar...tantas y tantas preocupaciones en busca de la ESPERANZA, lo último que se pierde, lo primero que nos tiende su mano, para perdirle y darle gracias.














 
y al otro lado del puente...










 

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