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miércoles, 18 de agosto de 2021

Palabras Mayores


 FUE TAN BONITO, que me crei, que no tenía precio, como el amor verdadero, como la belleza que salva al mundo, como la Santa educación de las buenas maneras. Tan bonito que crei que sus palabras fluían de la fuente que inspira a los enamorados que regalan flores, y pintan corazones en la nube de sus tarjetas. Tan bonito como el Chanel número 5, que sin haberlo respirado, ya sabes que perfuma el tálamo de los sextos sentidos. 

,   No tenía precio, era el amor que había soñado, el amor de las mejores metáforas, el amor que se expresa con palabras indefinibles, en las epístolas que emulan la altura de la Carta del apóstol a los corintios. Sensación que te abraza, transporta y eleva, para andar por el espacio y el tiempo, sin poner los pies en el suelo. La razón que te infunde las ganas de empezar de nuevo, de ilusionarte, de emprender planes inauditos, de rescatar los sueños olvidados, de creer y saber que la esperanza, siempre ha vivido intacta en el cajón secreto de tus virtudes archivadas. Nadie te había escrito, con más ternura, los versículos sagrados que siempre esperaste leer. Nadie te había dedicado tanto tiempo en el templo sagrado del corazón, ni se había esmerado en ponerte en el altar, donde se le rinde culto a la palabra Mayor de todos los tiempos. Nunca te sentiste tan amado, sin ver, ni te vistes tan querido sin necesidad de tocar, las manos que te ofrecían, ni los labios que te juraban, las palabras mayores de todos los tiempos. Aluvión de Rosas Rosas, río Bermejo de corazones traspasado, lluvia de saetas y montañas de pétalos configurando la apoteosis del Olimpo de Cupido. Todo lo que tiene más valor que su precio, se ajustaba a la dulce Asunción de lo imposible, rozando con la yema de los dedos la gloria. 


Pero llegó, la mala hora de la realidad, de la improvisación, de las adversas circunstancias que aparecen al sereno de la noche oscura, acechante y sigilosa como la bestia. La vida tiene esos augurios caprichosos, que borran el arcoiris y tiñen el Rosa de la Rosa en pálido, tordo y espesan la sangre del corazón en la más profunda negrura. La vida tiene esos fabulosos contrastes, que pasan del blanco al negro, sin escala de grises. Y aquello que no tiene precio, la palabra mayor de los tiempos la convierte en el genio atrapado en su lámpara maravillosa. Le. Impone la tasa de los tres deseos, se atreve a condicionar algo tan bello, en prisionero de los vicios, con la maldición infalible de ponerle también precio a lo que no lo tiene. El amor es tan preciado, que se avergüenza y pierde, cuando depende del vil metal. El amor tiene tanta dignidad que prefiere morirse de lastima, a pedir recompensa. El amor es tan bonito, que no necesita fundir metales ya que el Amor es el único y verdadero alquimista. De ahí, que al final, el Amor convertido en oro de ley, sea lo único que sobrevive y todo lo demás por hermoso y joven, se marchita y muere. 

viernes, 29 de enero de 2021

sábado, 28 de julio de 2018

METAFORA DEL AMOR



Los tratos domésticos.
   Teniendo en cuenta que el Amor, en su definición etimológica, no hace daño, ni por tanto es dañino. Ni origina celos, ni produce  infidelidad, ni causa trastornos psicológicos atribuibles en una relación, donde el Amor funcione, como lo que es:-respeto, cariño, buen trato, asunción mutua de culpas y perdón constante e inmediato-. Todo lo demás son metáfora falsas del amor en pareja, cuando no han funcionado en la relación  los factores primordiales que representan al verdadero Amor, o han desaparecido por  desgaste de la convivencia, -el respeto, el cariño, el buen trato, la asunción de culpas y el perdón constante e inmediato-. La pareja, novios, prematrimoniales o sacramental, deben tener claro que en la  lucha cotidiana en pro de los citados ideales, ambos, amante y amado, pertenecen al mismo bando, ambos, han de remar en la misma dirección.  Que tanto el uno como el otro, la una como la otra, van en el mismo sentido del vuelo, siempre que el vuelo sea, libre y sin coacción. La Pareja tiene que ser cómplice de un proyecto incomparable, que gracias al amor conyugal, ha de convertirse en la gran obra de sus vidas, la creación de una familia, que garantiza, la base de una sociedad sana, principio y fin de la existencia humana. La pareja que se conoce o cree conocerse mutuamente, la pareja que confiesa abiertamente los secretos e íntimas virtudes y miserias de su compañero, novia o cónyuge y utiliza el conocimiento subjetivo, como arma arrojadiza, en cualquier situación desfavorable o comprometida, sin asumir unilateralmente su parte de culpa, antes bien vertiendo, sobre el compañer@, toda la responsabilidad, a las primeras disquisiciones de cambio, está quebrando el primer principio fundamental del Amor en pareja, como es -el respeto-, aunque siempre, este a tiempo de reparar el defecto de fábrica que todos llevamos dentro y pocas veces queremos reconocer, como egoísmo. A menudo llamamos al Amor enfermizo, cuando los enfermos somos nosotros, contagiando a nuestra pareja, con los síntomas aparentemente posibles, que no hacen más que la vida imposible de quien en realidad nos cuida e intenta sanarnos. Conociendo a nuestras respectivas parejas, con la seguridad exclusiva, como presumimos conocerla. Teniendo la certeza de saber, como y cuando la hacemos feliz, atesorando sus más íntimos secretos, sabiendo los puntos vulnerables donde podemos tocar, para hacer de nuestra relación, una verdadera melodía...como es posible, que en la realidad, toquemos tan mal el piano de la complacencia y nos decantamos por porrear el nocivo tambor de las controversias irreconciliables, que dañan nuestra conciencia, tanto como los oidos distorsionando  el normal desarrollo de nuestra relación. A la perniciosa frase de "te conozco igual que si te hubiese parido", hemos de ponerle el predicado del Amor, amor tan puro y delicado como maternal y no cambiarlo por el sentido doloso de un ataque enemigo, que hace a la víctima, presa y cautiva de un trato vejatorio y humillante. -Se tanto de tí, que aprovecharé tu sinceridad para derrotarte- Cuánto daría el amante empeñado en conquistar a su amada, por conocer aquello que la hace feliz, para gozar más con la felicidad de verl@ feliz, que con nuestra propia ración de felicidad. Es complicado en el mundo de la pareja, pero en el Amor, menos es más y Dar, supone más que recibir, porque en definitiva, quien siembra -tarde o temprano, recoge- En esto consiste el Amor, esa es la clave tan sencilla, como complicada de llevar a la realidad. Porque en estos tiempos convulsos, tan parecidos e iguales a los que siempre sucedieron, -conocer es Amar- y el que conoce bien a su pareja (teniendo en cuenta que nunca llegamos a conocernos al completo) ha de amarla y respetarla, aprovechando esa sabiduría, como levadura que enriquezca el delicado pastel de la convivencia y nunca utilizando el conocimiento como arma de dominación y poder, lo cual generaría en algo tan de moda, como los malos tratos o la violencia de género.
Por consiguiente a modo de resumen, las parejas o matrimonio, necesitan tres tipos de carburantes para alcanzar la utópica, pero no menos ansiada meta que reza el sagrado mandamiento de: "Hasta que la muerte nos separe". Primero el Amor en la forma imprescindible del respeto mutuo.(las afinidades, los gustos, las pasiones compartidas, no garantizan la disolución del matrimonio, pero si consagran la buena amistad en una pareja. Segundo el Amor en base al cariño, el roce, las caricias, abrazos y gestos llenos de ternura SIN importar la edad ni el sitio, siempre que no entremos en el pegajoso "sobeo" continuado y baboso que se aprovecha hasta del público que tiene delante
. Y tercero el Amor con capacidad bastante para asumir el daño psicológico que infligimos a nuestra pareja, reconocer nuestra culpa y pedir perdón . Quedate con esto último, porque, aunque no tengamos la suficiente  voluntad, para dejar de hacer daño, porque no somos capaces de controlar los arrebatos de ira y acritud, que a día de hoy, achacamos al estrés de vida,  el hecho de asumir nuestra culpa, merece el perdón cristiano, siempre y cuando no haya violencia de por medio, el Amor, perdona, no siete, sino setenta veces siete. Vaya el cariño, por delante. Si el Cariño, cae en desuso por efecto o defecto del roce, no perdamos nunca el debido respeto, ni la educación, los buenos modales ni las formas. Pero si caemos reiteradamente, porque la vida es tan complicada como bella, mantengamos la capacidad de levantarnos con dignidad, con la cabeza bien alta, mirando de frente a nuestra pareja, para pedirle disculpas, intentemos reparar las cosas, antes de tirarlas, no perdamos el tiempo con otras personas que por nuevas y atractivas, no van a dejar nunca de desengañarnos. No somos perfectos, como nuestras respectivas parejas tampoco lo son, pero hasta día de hoy lo más hermoso y perfecto que hemos conocido, es el Amor y a El acudimos siempre, por necesidad, soledad o desesperación. Si nos cuesta decir, Te quiero, no perdamos la memoria de las veces que lo escuchamos en boca de nuestra pareja.

domingo, 17 de enero de 2016

La Verdad, es el Misterio

Por que se que existe, yo me lo imagino: El Amor; el amando; el amado. Los tres tiempos del verbo que busca la verdad: el Misterio. El Amor, que interviene en nombre del amando y exclama con toda seguridad: “haced lo que El os diga”. El amado que ordena llenar de agua las tinajas y el agua que se convierte en vino bueno, frugal, oloroso de la mejor cosecha. Diferentes pareceres y un mismo espíritu; diferentes culturas, distintos puntos de vista, hacia una misma dirección. Se conocieron, escuchando la Palabra; la buena nueva que une, que abraza, que ilumina, que sostiene, que alienta, que anima. Tuvieron sus dudas, le asaltaron los miedos, le sorprendieron las vacilaciones, pero nada ni nadie podía arruinar la fortaleza construida por la Fe. Si, es verdad que había que seguir viviendo en un mundo hostil, competitivo, vertiginoso ahí afuera; pero la Esperanza de encontrarse al caer de la tarde, cansados de sus obligaciones y deberes, era muy superior al cansancio. Si, es verdad, que los consejos que recibían, que los anuncios publicitarios, le ofrecían unos productos tan irresistibles, tan encarecidamente necesarios, que era casi imposible rehusar a su consumo, si no querías verte incomunicado dentro del imperio de la desazón. Pero sus respectivos corazones, solo latían para la comunicación directa de mirarse a los ojos, frente a frente y descubrir, que el brillo de una mirada, vale más que todos los “pixeles” que encienden la aplastante multitud de las móviles pantallas.
Sentían la soledad que inundaba las calles de gente hablando sola; muchas veces en voz alta, cruzando las miradas en el vacío de cada cual escuchando cada tema, con los oídos tapados por auriculares. Los pasos de cebra, no daban a vasto para cruzar ensimismados, jugándose la vida entre el estruendo de los coches. ¿Donde vamos, Amor, amando así de tan absurda manera? Yo te miro y tu te sonrojas. Tu me miras y yo me agito. “¿Que tengo yo contigo, mujer?” Todavía no ha llegado mi hora. Pero sé que a mi Amor, nunca se le ocurriría encelarse, sino es para demostrar más que te quiero. Y tu sabes que tu Amor es de madre, que intercede siempre, que nunca se despecha; que no habla si no es para alabarme, bendecirme, adorarme, fundirse en mi pasión que es la tuya, convertir el agua en vino, el mejor vino para el banquete de boda, festejando siempre, el júbilo de una vida unidos por el sacramento. No, ¡calla Amor! Que nos toman por locos, por sepulcros blanqueados, por escribas y fariseos; que nos acusan de anormales, que nos tachan de débiles mequetrefes, de añejos perdedores, abatidos en el pulso de esta absurda batalla. No puede ser tan sencillo, tan humilde, tan simple...sobre todo cuando el hombre ha luchado tanto por complicar su existencia, por entender el pensamiento, por cultivar el don de la palabra escrita que quede para siempre impresa en sus libros inmortales. Pero sabes, Amor, tu bien lo sabes, que han muerto en la utopía de la nada, sin saber de cierto a quien dar gracias, creyéndose ser el Dios a quien se resistieron vivir en semejanza, como si ellos no fueran hijos del hombre. Se que existe, yo me lo imagino, cuando he visto en sus ojos el fuego de la ira, la soberbia inflamada, el reproche soez, cuando te han ofendido tanto, que no has sido capaz interpretar de donde viene tanta acidez, tanta urdimbre de duelo acumulada. Y todo es tan sencillo, que se cura con un simple abrazo, con la fe de un niño y el espíritu limpio de dar al frente, dos pasos: “Haced lo que El os diga”...conjugar el Amor, Amando, Amado, los tres tiempos del verbo, la verdad del misterio. 

lunes, 22 de junio de 2015

El amor en los tiempos de what-saap



Siempre ha habido más amor que nunca, porque nunca el amor ha sido para siempre.

Se ha calumniado al amor, comparándolo con la puerta del frigorífico. Allí tenemos sujeto con el pin adhesivo, los recordatorios del ultimatum de nuestras miserias. Abrimos la puerta y descubrimos el amor almacenado. El amor fresco con fecha de caducidad, el amor en conserva, imperecedero; los restos del amor al vacío, que hemos de consumir en pocos días; el amor embutido, ideal para bocadillos de amor; el amor lácteo que atenúa la negrura amarga del café y suaviza y endulza el cacao del desayuno y la merienda; el amor que refresca y sacia la sed, se extiende, abraza y eleva con su espuma esfervescente y nos alegra la vista, con el rancio paladar de su fruto corinto. Se ha calumniado al amor, comparándolo con el zumo y el jugo de la vida; néctar y vino amargo, porque en sus cuatro letras caben todos los caminos que conducen a RomA, la eterna visión de la palabra mágica que aparece cuando se mira al espejo (Amor). Andamos buscando el amor, como piedra filosofal, jugando a ser más alquimistas que enamorados, porque hay que estar enamorado, para encontrar el amor y no encontrar el amor sin estar enamorado. El amor que se encuentra a uno mismo, no es amor, es amor propio. El amor que se centra en el sexo y descubre los placeres del arte de la seducción, tiene fecha de caducidad en su propio desgaste físico y agotamiento mental. El hombre conoció a la mujer y vió que era buena, después -sin distinción ni orientación sexual- vivió en pareja y comprendió que era bueno, incluso conoció el verdadero amor que siempre es único y primero y así lo gozó hasta la saciedad. Pero el mismo hombre en general, perteneciera al género másculino o femenino, pronto se empeñó en calumniar al Amor, comparándolo con las primitivas metáforas de los celos, el engaño, las intrigas, infidelidades, el tráfico. El hombre se encargó de introducir la compraventa del amor e hizo negocio, inventando la fabulosa frase de no mezclar el amor con los negocios. Desde el tiempo inmemorial de la prostitución, el amor, ha intentado sin mucho éxito, convencernos, que la culpa no era del dinero, que compra y vende todo a un precio razonable, sino de la necesidad de las personas. Hay tanta falta de amor en la prostitución, que la persona que la ejerce, tanto como la que la practica, originan una especie de Amor tan grande, que es capaz de entregar su reino y su caballo, a cambio de la inocencia de sentirse maternalmente amado y arropado como un niño, desarrollar y hacer posible las más recónditas fantasías de un adulto y recibir la ternura y atención de trato que merece un anciano, valga su repugnancia o decrepitud aparente. Se ha calumniado al Amor, se le sigue difamando, confundiendo, comparándo, con una conquista ilusoria, que requiere un contínuo estado de guerra; de prevención, de tensa calma. El amor no sirve para estar a la defensiva, porque pertenece a la vieja guardia, la que baja sus brazos; la que se descubre ante la verdad y no puede vivir en la mentira de los falsos juramentos sin propósitos de enmienda. El amor, prefiere vivir al amparo de la soledad, antes de gozar el tormento de una seducción ardiente de deseo y placer, que termina en el imposible intento de continuar en pareja, gimiendo la más terrible de las soledades. Ese amor de las grandes citas subliminales, ese amor convertido en inmortales versos de literatos, ese amor que copiamos y pegamos en nuestro muro, preguntándonos desesperadamente ¿donde dientres andará? Si es que existe, no es otro amor que el que estamos dispuestos a dar, sin esperar nada a cambio, por el supremo arte de amar por amor al arte, tan difícil y demencial, como la vida , que tiene los mismos fonemas, pero al mismo tiempo tan sugerente, como Roma, cuando se mira al espejo y se lee Amor.

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