domingo, 20 de enero de 2008

EL PARQUE DEL OLVIDO

Ganas tenía de imponer a su primer nieto, ese segundo sacramento sevillano, como es el bautizo de las palomas. En esta mañana límpida que no parecía de Enero por su radiante esplendor mas bien de primavera, en esta mañana, que como otras, hay que enmarcar en el continuo pensamiento de soñar con idéntico día para un Domingo de Ramos. Ganas tenía de ver la cara del nietecillo pisando el paraiso infantil de la Plaza de América; su encuentro con las eternas palomas que a todos los sevillanos nos bautizaron de aire y luz con su revoltoso aleteo. En esto tan sevillano de acercar la manita y gozar la sensación de asombro y bienestar que supone ver a las blancas aves como acuden en tropel a reclamo tan jubiloso. Momento de culto que aprendimos de nuestros abuelos, que disfrutamos con nuestros padres y que nos enorgullecemos de enseñar a nuestros hijos. El rito se cumplía ahora con el nieto, había que inmortalizar uno de los momentos más tiernos de la infancia sevillana, la emoción se atenuaba , era preciso centrar toda la atención en el objetivo de la cámara fotografica. El niño se adentraba en el parque, parecía que lo conociera de toda su corta vida, abrazaba con su menuda sombra las vereitas de albero, tocaba con sus menudas manos los setos, le distraía el agua en el estanque, mientras el abuelo aprovechaba para ponerle el marco del precioso pabellón mudejar a la foto. Después la obligada subida al monte “gurugú”; la clásica pose con los leones; la fuente de las ranas y el lago de los patos...tan absorto del disfrute de la criaturita, estaba nuestro amigo Domingo, que no reparó a simple vista en el abandono y olvido en que se encontraba sumido nuestro entrañable Parque. Había cruzado los surtidores sin la risa del agua, había cruzado el puente sin dar crédito al lodazal que tenía a su alrededor; buscó la caseta de los servicios y se encontraban selladas a cal y canto, una señora le indicó que todas las casetas se hallaban en la misma situación, no había manera de atender las necesidades fisiológicas de los usuarios del Parque. Otro señor que reposaba placenteramente en uno de los bancos, al escuchar mi pensamiento en voz alta, asintió indignado: “tiene vd. razón y les seguiremos votando a estos pobres hartos de pan, ganarán de nuevo las elecciones, mientras cuenten con esta oposición tan perpleja y enclencle, tan indolente y presuntuosa”. Gracias a Dios, que el nieto recordará para siempre esa primera impresión de júbilo y asombro de encuentro memorable con la luz y el aire agitado por las eternas palomas. Dios quiera que tarde mucho tiempo en lamentarse de ver el estado de olvido y postración en el que se encuentra nuestro glorioso Parque. Quizás -para cuando estrene el uso de su razón- haya recobrado antiguos esplendores. Ahora sufre los rigures del mayor olvido, abandonado desde hace décadas por la excusa política de las obras del metro. La pena de los “aduladores impávidos” de este: Todo vá bien, consiste en que la vieja dama es tan bonita, que aún sucia y despainada conserva su antiguo esplendor y nos invita a disfrutar de este Parque encantado, donde su exquisita vegetación olvidada, se convirte en jungla virgen para nuestros enamorados ojos y sus estanques macilentos ausentes de aves padidisiacas, nos hacen soñar con Domingos como este en que la sonrisa de un niño, lo transforma en vuelo de palomas, al encuentro de la Paz que siempre vuelve a cruzar nuestro querido Parque de Maria Luisa.

1 comentario:

  1. Con la Vieja Dama no hay quien pueda, compadre. Ni siquiera esta partía de h.... de p...

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con naturalidad

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