A la rendida memoria de Doña Victoria Sanchez; ejemplar limpiadora de la capilla de la Esperanza cuando radicaba en San Gil.
Victoria sabía que aquel Besamanos sería el último que la Virgen celebraría en San Gil; lo había escuchado en las comidillas del mercado de la Feria, donde las hordas de la sinrazón no dejaban de amenazar con las quemas de símbolos y recintos religiosos, considerado elementos desafiantes y ostentosos frente a las calamidades que padecía el pueblo. La buena mujer, respetaba las opiniones que se extendían por todo el barrio, pero no entendía a ciencia cierta, qué tendría que ver, sacrificar nuestras más seculares tradiciones, ni las Iglesias donde se habían bautizados todas aquellas familias, en beneficio de tan desesperada situación social. Por eso aquellos días señalados del meridiano de Diciembre, Victoria se afanaba con la algofifa puliendo el frío mármol del presbiterio de San Gil, como queriendo borrar, los malos augurios y rumores perniciosos que circulaban por la calle. Llegó el día tan esperado del Besamano de la Esperanza; la Virgen lucía todo su esplendor , festoneada por la magnificencia de lámparas y velas que decoraban el efímero escenario, perfumado de escogidas flores, excelentemente dispuestas en sus ánforas y basamentos. La Reina aparecía esplendente, tocada por las mejores galas del Bordador Rodríguez Ojeda y agasajada constantemente por la incesante visita de sus hermanos, vecinos y devotos, venidos de todas partes de Sevilla que se rendían transidos de emoción, ante sus plantas. Victoria Sánchez , entre bastidores, no apartaba en ningún momento, sus ojos vidriados del presbiterio, siempre pendiente y en vilo del menor importunio, para acudir solícita con su escoba, y plumero a normalizarlo. Aquella entrada del nuevo año 1.936, no hizo más que fortalecer los malos augurios y el miedo a lo previsto, hizo que se adoptaran medidas de excepción para proteger a la Reina del barrio de aquella inseguridad que se respiraba en el ambiente. Sólo tres personas conocían el lugar exacto, donde se refugiaba la Virgen. Victoria Sánchez, la limpiadora de su capilla, era una de ellas. La devoción que siempre había mantenido intacta en su Virgen de la Esperanza, le había concedido - por su intercesión- el privilegio de guardar su Bendita Imagen en su humilde casa. No dejaba de dar gracias a Dios, que siempre escribe recto, aún en los torcidos renglones de la más indeseable historia, por haberle concedido el dón, de guardar en su humilde habitación a la más bendita entre todas. Cuantas veces había dormido, soñando despierta, al lado de la Reina de la Esperanza, ¡durante cuantas horas! se había convertido en la más distinguida de sus confidentes. Ella no dejaba de repetir, que no era digna de servir a la Patrona de los macarenos; cobijándola en su sencilla cama más limpia y pura que los chorros del oro, como la más Bendita de sus vecinas, arreglada con las mejores galas de su viejo ajuar de novia, pasando las largas noches, velándola con rendida veneración.
Temiendo lo peor, la Virgen de la Esperanza , fue depositada en un rústico cajón a su medida, con los brazos sobre su Divino pecho cubierto de varas de nardos y azucenas, símbolo de la Pureza , vestida con una sencilla toca blanca y saya negra de finos bordados; e introducida en una furgoneta propiedad del Banco Nacional de Crédito, conducida por su Hermano Mayor, Don José Ruiz Ternero, junto con los oficiales, Don Emilio Marvizón Herrera y Domingo de la Torre –en cuya casa se había guardado el techo del palio- era la fría noche del 12 de Febrero de 1.936, cuando se verificó dicho traslado en la clandestinidad hasta la clínica veterinaria de Don Román Vila, domiciliada en calle Orfila. Victoria Sanchez, la limpiadora de su capilla, sabía en su interior, que la Virgen no volvería al camarín de San Gil y se trabaga sus lágrimas, aprentando entre las manos el pañuelo de la Virgen que le había regalado su mayordomo en señal de fidelidad y entrega; la Macarena había compartido con la limpiadora, su pena de dolorosa como dos buenas vecinas; sabía que detrás de los días grises y tormentosos llenos de calamidades que se precipitaban, vendría la calma; palabra de la Esperanza , cuyo bendito nombre repetiría hasta exhalar su último aliento.
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El domingo 4 de Octubre de 1.936, la Virgen fue descubierta en la Iglesia de la Anunciación , ante los ojos atónitos de sus Hermanos en la intimidad. Saliendo a petición unánime y clamorosa del pueblo de Sevilla, en procesión de acción de gracias hasta la Catedral el 12 de Octubre de aquel mismo año.
Los radicalismos nunca fueron buenos y aquí está un ejemplo maravillosamente dramatizado.
ResponderEliminarEste viernes te espero en la radio,seras el primero justo pasadas las 13 horas, te quieres creer que estoy hasta nervioso.
Un abrazo
Como siempre, tan generoso. Mi querido LUZ DE GAS, debería de ser yo el que estuviera nervioso, pues no termina de dárseme bien hablar en público sin un guión previo, a pesar que he pronunciado más de 20 Pregones, le tengo un gran respeto al auditorio, más por su calidad que por la cantidad de audiencia. Bueno, simplemente decirte que Tú si que eres la primera alegría de mis entradas en el blog. Un Abrazo. Ah y este entrada va especialmente dedicada a la MACARENA, en vísperas del gran día de su onomástica.
ResponderEliminarHermosa historia con final feliz, en otras hermandades no hubo tanta suerte.
ResponderEliminarFernando
Me ha conmovido la historia de esa buena mujer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las mejores historias las escribe la gente sencilla. Esta historia me ha traíado el recuerdo de otra preciosa del almanaque de Rascaviejas: "Joyas" de la que se me quedó clavada la frase "lo mejor de la Virgen pa la Dolores".
ResponderEliminarMi querido Antonio, eres GRANDE, tan GRANDE como lo que Ella alberga en todo su bendito nombre. Sólo alguien GRANDE como tú puede contar algo tan humano de una forma tan hermosa y le doy las Gracias a Ella por haberme llevado a ti y a tus maravillosos textos. Y Gracias a ti también por ponerlos aquí para que podamos leerte.Hermosísimo.
ResponderEliminarUn besazo GRANDE.
Con tu permiso, he añadido el enlace de esta entrada tuya a la mía "Carta a la Esperanza". Esta hermosura no puede pasarse por alto y lo he puesto como enlace recomendado.
ResponderEliminarNi que decir tiene, que es TODO UN PLACER.
ResponderEliminarComo siempre toda una delicia leerte y emocionarse con tus palabras, y que bella historia.
ResponderEliminarUn saludo .
Las historias están para contarls. Pero hay una ligera dierencia: la forma de contarlas. Tú lo haces con el corazón... ese que no te cabe en el pecho, y eso las hace especiales.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte amigo.
"...lo había escuchado en las comidillas del mercado de la Feria...".
ResponderEliminarQuerido Antonio, en esas comidillas hay mucha Sevilla... de la de antes y de la de ahora. Y tú, en medio; contándonos cosas de la Sevilla de siempre.
Un abrazo.
Precisamente -mira lo que son las cosas- La Macarena, luce este año en su inefable Besamanos, la misma saya que vestía, cuando fué ocultada en "el cajón". ¡qué orgullosa debe estar -Victoria, su limpiadora- desde el cielo. Un abrazo y muchas gracias a todos por tan generosos comentarios. FELICES PASCUAS.
ResponderEliminarGracias por tu participación, ha sido un honor para mi, ya tienes la grabación del audio del programa en la entrada:
ResponderEliminarGrabación del programa de radio: Felices Fiestas del blog: Luz de gas
Felices Fiestas
Querido Natural, me ha encantado la foto de tus nietos felicitando las Pascuas a tu familia bloguera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Felices Pascuas,excelente su entrevista con Luz de Gas.
ResponderEliminarMuchas gracias,AMERICA, le deseo lo mismo para Vd y los suyos. Bienvenida a este rincón y espero se sienta como en casa.
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