SI HAY QUE LLORAR SE LLORA
SEÑOR, que lo importante es saber, que aún te quedan lágrimas. Las lágrimas son el agua de mar, por eso saben saladas. Con el paso del tiempo, las lágrimas son como los cumpleaños, acumulan velitas encendidas para soplar la llama de la vida. Y por eso las lágrimas son el premio Salado que recibes, cuando sientes algo de corazón. Se llora por lo más grande, por lo más fuerte, por el dolor, por la fractura, por el golpe, pero si hay que llorar por algo, que sea de emoción. Por eso se llora, mientras se acude a ver, el Gran Poder del Señor. Se llora, por necesidad, por tristeza, por angustia, por soledad, por que faltan las fuerzas... Pero si hay que llorar de verdad, de corazón, con el alma puesta en cada lágrimas, que sea por recibir Tu consuelo, Señor, por abrazar Tu Dulzura, Señor; por gozar de Tu acogida y sentir la caricia de Tus manos cercanas, apacibles, venerables, curativas, redentoras. Por eso, si hay que llorar se llora, Señor, que ya se encargarán las lágrimas de darnos a probar el sabor meloso de Tu Bendición.