Te despierta la alarma del móvil-que gran invento- poder contar con las melodías preferidas, no es lo mismo que te despierte una marcha procesional de tus favoritas que el impertinente ring-ring de un reloj convencional. Coges el coche para dejar a tu hija en el instituto-primeros atascos- la radio hablando de crisis, los expertos hablando en términos ininteligibles, te distrae el sol abriéndose paso entre un cielo razgado de plomo, la ciudad a lo lejos se empaña con las brumas de la polución. Tu buscas la flecha inclinada del Alamillo, tensada por el arco de la barqueta. La Giralda apenass se vislumbra, parece un sovenir gris al fondo de un cuadro abstracto. Ella va centrada en la conducción, con los cinco sentidos puestos en la densidad del tráfico, conciente del riesgo que corre al volante, ella es lo que tiene, sufre exceso de responsabilidad; de responsabilidad por los suyos, de responsabilidad en el trabajo, de responsabilidad por la casa. Ha llegado al trabajo, no sin antes maldecir a los listos que intentaron adelantarla por la izquierda - los fitipaldis, como ella dice- lo mismo a los necios, que de manera aventurada, maniobran deliberadamente sin utilizar los intermitentes, a todos les pita con descaro y seguridad. Tiene que preparar el almuerzo para ciento cincuenta comensales, entre disminuidos psíquicos y personal al servicio, contando con los algunos jefes que la mayoría de los días, se quedan a probar el menú, para ahorrarselo en casa. A pesar que lo tiene todo previsto, Ella tiene que manejar ollas industriales de aluminio pesado, que multiplican su peso, cuando cuecen en las hornillas repletas de condimentos, el esfuerzo le costó una operación en el hombro que le llevó cuatro meses de baja laboral y dos de rehabilitación, pero es igual, Ella no tiene enmienda y continua sometiendo su cuerpo al mayor esfuerzo posible, su entrega es encomiable, pero no queda ahí; mientras manipula alimentos, revisa los menús, discute con los proveedores, efectua los pedidos, repone las cámaras frigoríficas, Ella llama diariamente a la madre de sus nietos, para ver lo que necesitan e interesarse por la salud de los mismos, igualmente que lo hace con los hijos, a los que les recuerda religiosamente las citas que tienen pendiente, los asuntos domésticos puntuales. Ella es la antena parabólica de la casa, la que recoge todas las glorias y miserias de los suyos y emite la señal inequívoca de la normalidad, dentro del caos. Es normal que por las mañanas no se pare a mirar la belleza soñolienta de la ciudad, ni contemple la luz tibia y suave de la tarde otoñal, cuando vuelve cargada de viandas para que a los suyos no le falte de nada. Les hace la vida tan fácil y cómoda a los demás, que no se dá cuenta ni siquiera que Ella también existe. El cansancio de la noche se lo recuerda con un fuerte dolor de cabeza, le pesan las piernas, se queja y protesta con una amenaza que es el cuento del lobo, el subconciente la traiciona con un beso robado cuando alguien, que más que quererla siente por Ella verdadera devoción aunque no se lo demuestre, procede a efectuarle un masaje reparador.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo puedo escribir nada después de leerte...
ResponderEliminarSi en el blog sólo tuvieras esta entrada, sería suficiente para justificar su existencia...
Un abrazo...a ti y a ella.
que comentario más generoso, muchísimas gracias, mi capitan. Un abrazo
ResponderEliminarSólo me queda... escuchar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sólo pido una cosa, que no le falte nunca ese beso y ese masaje por favor.
ResponderEliminarNunca lo hice cuando debí. Espero me perdones.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios, amigo Antonio
Un abrazo
como me alegro de olver a leerte -querido Calleferia- los viejos rockeros nunca mueren, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarLuz de Gas y Glauca, sois ya casi de mi familia, os quiero. Gracias miles.
Me has emocionado... por eso no puedo hablar.
ResponderEliminarTú la tienes a ella y ella te tiene a ti.
¿Qué más puedo decir? Bellísima entrada. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo amigo mío.