Qué nos gustaba tocar la campanilla de las cancelas de las casas bonitas de nuestra calle y salir corriendo. Entrar en esos zaguanes de zócalo alfarero y patios de exuberantes helechos, para huir de los gritos de las señoras que se acordaban de nuestra puñetera madre. Estaba la tienda de Alfonso –el tendero- que yo no sabía que tenía un ojo de cristal hasta que se lo oí comentar a las vecinas. Alfonso nos cantaba aquello de “fulanito del andandito del picopicopito del tonto bilito y nosotros nos quedamos embobados, viendo como extraía el aceite debajo del mostrador a través de un émbolo, para llenar las botellas de “la casera” del líquido puro de oliva. Alfonso, una onza de chocolate virgen de los Reyes o la campana de Elgorriaba para meterle en la cueva del pan sin miga y merendárnoslo. Alfonso, dame una peseta de castañas pilongas en aquellos cartuchitos perfectos de papel de estraza ó la mitad del cuarto de lentejas, judías blancas, garbanzos, que despachaba de aquellos sacos remangados con la pala de mano, directamente a la báscula sobre el papel con el que hacía un cartucho doblando las dos esquinas inferiores y cerrándolo a modo de sobre con una endiablada pericia. Dos casas más arriba, vivía Juana, la jorobada con cara de bruja más dulce del mundo. Su casa era una especie de sótano, por el que se bajaba a un habitáculo lúgubre de unos 20 metros cuadrados, a través de cuatro escalones. En el centro de la sala estaba la mesa de camilla, donde siempre permanecían sentadas dos mujeres muy cariñosas con los niños, cuyos rostros recuerdo vagamente. En un rincón se vislumbraba la cama niquelada, había un aparador lleno de cachivaches, presidido por una imagen de barro de 50 cm aproximadamente de María Auxiliadora, policromada que a mí me tenía fascinado. Juana vendía chucherías para los niños y a su casa bajábamos a comprar cartuchos de pipas, chicles bazoca, arazú-paludú- o regaliz del gato y sobre todo; tiras de chiquitraque y “lentejas de mixto” que hacían las delicias de nuestras pistolas y rifles de reyes magos. Juana dominaba el añejo oficio de reparar los asientos de las sillas con nea, para ello, permanecía la mayor parte del día subida a los dos escalones, con medio cuerpo asomado a la calle y la silla sobre la acera para poder trabajar a la altura adecuada, desarrollando el oficio con sobrada maestría, ayudada tan sólo de sus hábiles manos y de un trozo de madera a modo de hoja de cuchillo para ensartar los mimbres. Cuando a los chiquillos nos entraba la “guagui” –como decían nuestras santas madres y no teníamos nada mejor que hacer, nos dedicábamos a correr delante de las narices de Juana, gritando: “Juana la catalana, se tiró un peo por la ventana”…y la buena de Juana se cagaba en la mismísima madre que nos echó por…profiriendo palabras injuriosas contra Dios, la Virgen, los Santos y la iglesia. Todo era de boquilla para afuera, porque Juana la bruja jorobada más dulce del mundo, era tan hermosa por dentro y nos quería tanto que nos hacía de vez en cuando unos delicioso flanes chino mandarín en sus moldes de aluminio ondulado, cuyo aroma , sabor y textura no hemos vuelvo a probar, porque tenían el secreto mejor guardado por el recuerdo. ¡Que nos gustaba jugar a correr timbres y campanas de los gloriosos patios de palmera con olor a comino y alhucema en las tardes de libertad en pandilla de niños callejeros de travesuras inofensivas!
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
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naturaldesevilla: tu escudo invencible : Menudo sueño has tenido, un sueño de superhéroe, tan intenso y profundo, que el mismo Capi...
Vaya manera de quitarme unos años de encima de pronto.
ResponderEliminarMe has recordado una mujer que vendía vinos al principio de mi calle, corrió el bulo que se quedó con una dentro de cierto orificio al hacerse el vacio, su casa tenía mucho misterio.
Preciosa entrada tan natural como tu, de Sevilla.
Un abrazo
Ofú compadre, esa Juana está llena de "suspiros".
ResponderEliminarEsa historia tuya me recuerda a alguien, tenia una pequeña tiendecita y habia que bajar unos escalones pero si te digo la verdad, ahora mismo soy incapaz de ponerla en pie.
ResponderEliminarPreciosa entrada. Besitos
Hola primero me saludo soy administrador de un blog y admirador de la semana santa, como vosotros y sobre todo de las de sevilla y sus bandas, mi blog se llama A sones de Corneta y tambor exarle un vistazo porfa y si os gusta votarme en premios 20minutos como mejor blog de música yo ya lo hecho con vosotros como mejor blog de tu ciudad.
ResponderEliminarUn saludo desde la huerta murciana que admira el sentimiento la fe y el amor de vuestra semana santa.
el link del blog es
asonesdecornetambor.blogspot.com
y si quereis tambien echarle un vistazo a mi otro blog personal y si os gusta porfa votadme tambien
akematon.blogspot.com
Adios y suerte en el concurso.
perdon me e quibocao en el link de asones es asonesdecornetaytambor.blogspot.com
ResponderEliminarQue entrada más buena amigo Antonio. Me has trasladado a años pasados y momentos cargados de detalles como los que nombras.
ResponderEliminarA veces vivímos de los recuerdos y nos alimentamos de ellos para que algunos vacíos de nuestra cabeza tengan sentido...
Un fuerte abrazo amigo.
Es relajante leer relatados unos recuerdos en una mañana de lluvia.
ResponderEliminarUn abrazo