con la bola de cera entre las manos,
la esperaba al regreso de la tarde en volandas
cuando el aire acerca los sones de las cornetas y tambores. Le había preparado su merienda y ensayaba las riñas de mentira: ay que ver, esta niña que no hace los deberes, ni le veo estudiar…¡Cuánto darías ahora, por saber que está conectada al parpadeo irisante del monitor inerme!. Aún la esperas cada noche espejada en tus lágrimas. Aunque duermas sin ella en tu casa vacía, la esperas, todavía para darle el abrazo condenado a lo eterno. Cada mañana, aunque el amanecer solo te despierte de una nueva pesadilla, la sigues esperando, junto al sagrado tocador de tu soledad, rodeada de salmos y presagios, de nuevas falsas y alarmas rutinarias, la esperas en silencio tras los cristales de un maldecido año sin vistas ni paisaje. Retumban las mentiras en tus sordos oídos, sólo atiendes la letra del lamento convertido en canción: “Mi niña donde estará, tan tarde de nueve lunas, tan solita y sin consuelo. No duele la oscuridad, más me duele el que anda preso y no dice la verdad. Escribiste una carta al creador, la inteligencia permanece intacta, pero no puede vivir con esa pena. Pena que vale el precio en oro de un cuerpo inocente en pleno albor de adolecencia . El creador lo sabe, por muy corto de luces o largo en sus miras, no hay inteligencia donde quepa tanta maldad y aún la maldad, por espesa y execrable, podría encender la luz al final del túnel con una sóla palabra. En estos días grises tan célebres de otoño, tu carta se escribe con letras de pregón, un pregón que comenzó a inspirarse en tu pena de madre, llanto de dolorosa sin luto de noviembre en el río revuelto de un gualdalquivir inescrutable, que por mucho que se drague más dudas esconde. Dudas que se pierden en estrofas sin versos en versos contrariados que no encuentran su rima y vuelan cual golondrinas desde “el charco la pava” hasta el zodíaco, buscando un traslado al sepulcro, donde aparezca la Niña que lleva el mismo nombre que Santa Marta. Todas las noches sueñas que aparece, como sueñan las lunas brillar tras las cortinas del incienso de vísperas. No habrá descanso en paz, pero sí La Paz, se hará parque para tu remanso. ya ha empezado a escribirse la exaltación de una nueva primavera- con un beso a tu mano de Amargura- pronto nos llegará la Esperanza de cuerpo presente, ojalá ponga fín a tu espera y todos te acompañemos en procesión a darle tan cofrade sepultura.
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