Vistes ayer la Salud de Cristo crucificada, como oración vertical que apuntaba los cardinales puntos de la tarde. No era la Salud que se pide para otro año verla, ni la oración que se postra de hinojos con sudor de sangre clamando que pase el cáliz del dorado Jueves Santo. Se trataba de otra Salud, una Salud enjuta y lacerada al borde de musitar las siete palabras eternas escritas en las primeras reglas de una hermandad de mareantes. Esta Salud, nos dejaba en el alma horadada una huella que dura 450 años y continúa intacta en nuestros días. Sus obras son amores que buscan el compás y los silencios de Sevilla, compás y silencios de calles y clausuras, donde implorar la mística Salud recién florecida del Huerto de los naranjos de Montesión
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
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