La ilusión es aquello que nos hace vibrar con un simple caramelo. La lluvia que hoy moja a Sevilla y amenaza el recorrido triunfal de la Cabalgata, no impedirá que salgais para adorar al niño, un Niño que no perdió la madera de su linaje y la convirtió en cruz, cuna pesada, cadalso de su propio martirio, donde siempre nacerá para nunca morirse eternamente. En la noche mágica y desde el Arenal, llegareis a San Lorenzo –portal de Belén en el mismo corazón de Sevilla y brújula del fervor, donde los niños mal criados y deslumbrados por las nuevas tecnologías, aún no creen, que el Señor, es el verdadero Dios de los niños que no han perdido la ilusión por el más dulce de los caramelos.
La ilusión tiene cara de niño y está escrita en el rostro sobrenatural del varón de dolores, en su cara perfecta de Dios hecho hombre el dolor se transfigura en la ilusión misma de una piedad que nos mueve, dentro de la parálisis de la contemplación. Sus majestades de Orienten, llegan a la ciudad donde reina ese Gran Poder, para alabarlo y darle gracias y ante El no hay oro que reluzca, de ahí la ofrenda del incienso y el perfume sagrado de la mirra. Los veremos cruzar el camino –esa es nuestra mayor ilusión- lo demás son presentes inservibles, juguetes ideados para sembrar la confusión, confusión e inconformismo de unos niños que nunca están contentos y que apenas se sienten satisfechos cuando miran más por la marca y el precio de los regalos de los demás, que por el valor sentimental que puedan tener los que han recibido. La ilusión está en el paso de la Cabalgata por las calles abarrotadas de fieles que esperan el Cortejo Real, sin distinción de edad ni clase social, con las manos vacías dispuestas a la dicha de elevarse buscando la lluvia del humilde caramelo. No hay juguete, que pueda eclipsar la ilusión de esas miradas, ni sacudida de emoción más grande que el marcial acompañamiento musical que abre el paso de sus Majestades con el mejor nombre que pueda tener una banda. Sol de ilusión que no cesa, aunque el cielo amenace con el otro agua que pone en peligro la verdadera lluvia que lanza caramelos al cielo de Sevilla.
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