Mi querido Junio: En las frondosas copas de los magnolios del Cristo de Burgos, dice maese Antonio que está por brotar la flor eucarística, que durante décadas, coronó en el exilio de un rincón apartado entre viejos laureles la silueta de bronce del Dios de la Madera. Como niño Jesús, modelo de sagrario, andas tú perdido y hallado bajo el templete de plata bendiciendo la espiga de trigo y la vid que es fruto del trabajo del hombre, mientras Triana, se afana en el Altozano por coronar a Tu Madre con el oro de Ley de la dulcísimo Expectación. Entras Junio, tan lleno de rocío, tan cargado de gracia, que apenas dá tiempo recrearse en la Plaza Mayor de San Francisco, bajo los arcos de un triunfo efímero y un cielo vaporoso dispuesto a recibirte cantándole al Amor de los Amores. Dios no es que venga contigo-dichoso Junio- Dios está en ti cuando despiertas a Sevilla con las esquilas fragantes de la solemne mañana alfombrada de juncia y romero. Dios viene contigo en brazos de María de la Hiniesta, patrona y bienhechora desde la Puerta de Córdoba la tarde vespertina de concierto y altares. Es el Sol que aún sin nacer, despunta con su violeta Aurora, para reflejar el Caliz de su sangre en las sombras apagadas de los Terceros. Por eso los adoradores, venimos a adorarte en la mañana juncal del cantar de los cantares de Sevilla, al revuelo de los vencejos que se columpian entre los alminares de Alemanes. Venimos –Junio- como nos enseñaste, de la mano de nuestras abuelas y padres con mirada siempre remolona de niño soñoliento, cuya fé lo ha convertido en hombres y mujeres que blanden los cirios y estandartes, los guiones y varas como anunciando su Divina Majestad. Dios está aquí, bajo la monumental custodia de Arfe y Junio hizo brotar para él las magnolias de los rincones mágicos, tan frescas y efímeras como las mañanitas de juncia y romero que se presentan por Santa Ana y la elegancia parroquial de la Magdalena, tan sentidas, tan íntimas, tan de Corazón, como el Sagrario que lleva en su pecho el Cuerpo de Cristo abierto desde la calle Jesús del Gran Poder hasta Nervión. Son cosas que suceden siempre en la Sevilla eterna, pero que sólo nos trae el mes de Junio.
Tuyo afectísimo.
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