De nuevo
sonó la puerta del gabinete; los invitados, fueron entrando de uno
en uno. Entre ellos se encontraban caballeros de toda clase y
condición: empresarios, aristócratas; sacerdotes; políticos;
jueces y magistrados. Los únicos militares pertenecían a la familia
y eran todos de academia. El grupo estaba formado por unas veinte
personas en total, incluidas dos mujeres. Cuando se situaron en el
amplio espacio que daba acceso a la biblioteca; el comandante Publio
se adelantó y accionó un pequeño dispositivo situado en un
anaquel. La inmensa biblioteca se abrió sobre sí misma y el grupo
pasó a un magnífico Salón de plenos, lujosamente decorado con
venticuatro pinturas naturalistas, enmarcadas en orlas talladas en
estilo barroco.
Sobre
la fastuosa chimenea renacentista, en madera de roble con
incrustaciones de marfil, el cuadro que representaba a Bartolomé
Esteban Murillo, presidía la Sala con la inscripción en números
romanos -I- suscrita en su parte inferior.
A la derecha
del pintor de las inmaculadas, aparecía el retrato del venerable
Miguel de Mañara con el número- II- y a la izquierda de Murillo, se
situaba la pintura de Juan Martinez Montañés con el -III-.
El resto de
óleos, hasta un número de veintitrés, se repartían por los
distintos paramentos, representando a los siguientes grandes de la
ciudad -entre otros-: Francisco Pacheco -IV-, Herrera el viejo -VI-,
Francisco de Ocampos -VII- ,Juan Valdés Leal -VIII, Catalina de
Ribera...
Los caballeros tomaron asiento en la mesa, ocupando el
número de silla que le correspondía respectivamente.
Cuando se
hizo el silencio, el General se puso de pié y todos los presentes se
levantaron al unísono. Seguidamente procedió a hacer protestación
de fe, según las Reglas y el rito de la logia; invocó los dones del
Paráclito y proclamó la mediación universal de todas las Gracias
de la que era portadora la Santa madre Naturaleza por obra de nuestro
Señor Jesucristo e intercesión del linaje real de la casa de
David...
Tras las
preces, volvieron a tomar asiento y Rosaura sacó de su bolso una
piedra color esmeralda que depositó en el centro de la mesa. A
continuación una segunda mujer, colocó un pequeño frasco al lado
de la piedra, en cuyo interior se vislumbraba un líquido viscoso
color lila. Alguien que actuaba como Secretario comenzó a dar
lectura del acta.
En las más
de dos horas que duró la sesión; se trataron temas
“trascendentales” para la sociedad secreta; asuntos que iban
desde la economía de Estado, hasta el gobierno de la nación; se
repasó la historia y los personajes que habían influido
notablemente en el desarrollo socio-cultural de todos los tiempos; se
discutió sobre las tremendas
consecuencias
que acarreaban las guerras; de las futuras contiendas mundiales que
se avecinaban; del advenimiento del Anticristo; de la resistencia y
la larga lista de víctimas inocentes a los que había que redimir;
sobre los cimientos donde habría que construirse la nueva Sión,
afín de salvaguardar y fortalecer, los vínculos que harían posible
la convivencia social y política de las tres religiones monoteistas
en Paz, como principio Y fin del nuevo mundo.
Nota.- Fragmento de la novela: El caballero veinticuatro "Divino ignorado"...continuará...
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