domingo, 8 de diciembre de 2013

LA LUZ EN ESTADO DE BUENA ESPERANZA

ACTO DE EXALTACION A LA VIRGEN DE LA LUZ EN LA SOLEMNIDAD DE SU INMACULADA CONCEPCION
Iglesia de San Esteban.





El único milagro de la vida, es dar a LUZ.

Podemos asistir, dando fe de ello, cuando abrazamos al recién nacido, depositado entre los pechos de una Madre.

Ese instante preciso e inefable, cuando el llanto del neófito, rompe las tinieblas de la oscuridad, abriendo los ojos a la LUZ de la vida, es el más cierto de los milagros en el día a día.

La luz se advierte cuando uno nace; se dá cuando una parturienta alumbra y te indica el camino para salir de la oscuridad.



Pero también hay una luz, exigua y crepitante, apenas de un codal de cera, que ilumina el espacio de la creación.

Al amparo de esa penumbra, suscribió el genio la novela más traducida y se esbozaron los trazos de las cien obras maestras de la pintura.

El prodigio de la luz, administra las sombras, las proyecta y alarga en un universo inimaginable que estudia el arte de la iluminación.

Pintores y poetas viven el sueño imposible de atrapar el momento –“cuando la Luz queda suspendida en el aire”-.

La historia misma es una búsqueda de aventuras por conquistar la Luz, en tiempos plagados de oscurantismos; -

-así con la intención de glorificar al Todopoderoso, se acrisoló la luz, elevándola hasta el infinito de las alturas catedralicias:

Fagamos un Templo, que todo el que lo contemple nos tome por locos”.

Sevilla sabe mucho de esto; es un templo de luz por si misma, donde la luz se siente con tal libertad, que improvisa inéditos colores, matices incognoscibles e inusuales tonos.

-Dicen que la luz, en Sevilla va por dentro, pero es preciso encenderla cuando el corazón late punzadas de tristeza. Luz necesaria para iluminar la desazón de los más agobiados y resaltar las bellezas ocultas por las tinieblas de la corrupción. ¡Gloria de Luz, que señala los cielos de la Giralda y lluvia en el suelo espejado por el “aguanieve” de la noche!

-Sevilla se enciende para iluminar a los que se admiran de su delirante techo y se prepara para vivir en sus calles, lo que siempre celebramos por dentro, el sueño de la eterna primavera que sucede tras el nacimiento de ese Niño, Luz de los que no conocen otro techo, que el mismo cielo que nos cobija a todos.





La luz juega con Sevilla y se deja acariciar sin que la puedas atrapar.

Sevilla sabe mucho de luz; hace falta para vivir en la tierra donde María Santísima escogió sus amores, sabiendo que tan sólo en el cielo la aman mejor.





Doraba la Luz perfiles

del bronce de las campanas

y en el atrio se afanaba

por alcanzar los maitines.

Un coro de serafines

Entre guirnaldas la llevan

Y los mancebos la elevan

Hasta el portentoso claustro

Donde en trono de alabastro

¡la Luz -Reina en San Esteban-!






Estamos tan necesitados de Luz, que recurro a la infancia para aplacar las Angustias que todos padecemos en estos tiempos inciertos de profunda crisis, económica, social y espiritual.

Vuelvo a ser el niño que corría y jugaba feliz por la calle Enladrillada al abrazo de San Román;

-Era tarde de incienso y cera, cuando tu dulce advocación celebraba la solemnidad de la Natividad.

Me veo vestido de monaguillo, temeroso e inquieto a un mismo tiempo, aferrado a la mano de la madre, asido a un canastillo.

¿Sería lo primero que vieron mis ojos?..

-¡Tu carita morena e inclinada!- ¿o estaba haciendo por primera vez, uso de la razón?...

-la verdad -como dijo el poeta- no lo sé, pero la “memoria siempre escoge el camino más corto para herirme”.

Para aplacar las Angustias que todos padecemos, llevas el nombre con nuestros apellidos, a fin de llenarlos de Consuelo...

¡y así es, Señora de la Luz primera;

-la de la más tierna infancia;

-la que nos mostró el camino hacia una devoción que creció como el cuerpo… -de niño a adolescente- y maduró, acrecentada por el paso de los años, para quedarse incrustada en la inmortalidad del alma!

¡Porque tu eres Estrella en mi noche oscura,

yo te he visto, ¡Angustias! Coronada, como la Luz que siempre alumbra en mi mesilla!...

-y te acompañé -peregrina de tu pueblo gitano- hace veinticinco años en el rosario de la aurora que te llevaba hasta la catedral como la vecina más ilustre del barrio, lo mismo en la velada vespertina de tus bodas de plata, que volvió a brillar Tu LUZ, para mitigar nuestras Angustias e irradiar consuelo de cruz en el nombre de Nuestro Padre Jesús de la Salud, que nos ampara bajo tu manto.





Convertido en realidad nuestros sueños, volvamos de nuevo a la cruda realidad:

Necesitamos tanta Luz, que a veces la fe no es suficiente; la caridad se ve desbordada por tantas necesidades y nos queda tan solo la Esperanza, -que como reza la cita-, es lo último que se pierde.

En Sevilla, no hay vida sin Esperanza, porque la Esperanza forma parte de nuestra propia vida- -María es la Luz, que está siempre en estado de Buena Esperanza;

-Ella ha sido dichosamente anunciada por el Arcángel del Señor:

-¡Dios te Salve, María de la Luz, llena de gracia. El Señor es contigo!...

-Ella ha sido, reconocida y alabada por los santos, en la admirable Visitación a su prima, Isabel:

¡Bendita eres entre todas las mujeres y Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús!

-La Luz está en estado de Buena Esperanza; desde el valiente SI de la Anunciación: “he aquí la esclava del Señor”…

-¡que pocas palabras bastan para cumplir las escrituras!-

Sabemos que fuiste parca en pronunciarlas, pero certera y precisa en cumplir la voluntad de Dios: “Haced lo que El os diga”…

-Que tu humildad no se anduvo con remilgos a la hora de manifestar tus sentimientos y lo poco que salió de tu boca fue todo un Magnificat:



El Amor tiene Madre,

Ave María”

la doncella más Pura...

-casi una niña-.

El Señor es contigo

¡llena de Gracia!

no soy digna que entre,

Dios en mi casa”:

¡Bendita eres y

Bendita entre todas

nuestras mujeres!

El fruto concebido

que obra en tu vientre

será la Luz del mundo

que alumbre siempre.







El Amor, tiene Madre

-Ave María-

Isabel, le musita

¡dichoso día!

Y se postra a sus plantas

-prima del alma-

mientras Juan daba brincos

en sus entrañas.



Esquilas de Diciembre

Que ya resuenan

Por el Postigo Pura

Y Limpia azucena…

¡y las campanas

A jubileo repican,

muy de mañana,

¡celebrando Tus Glorias,

Inmaculada!










María dijo: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador: porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones”


Después de estas proféticas palabras, Sevilla propuso y Dios dispuso que, el mismo Santo Padre proclamara a todo el orbe de la cristiandad el Dogma de tu Purísima Inmaculada Concepción;

Se prodigan las coplas de Miguel Cid por todas las manzanas de la ciudad, enmarcando un Ave María de azulejos para perpetuar la memoria:




Todo el mundo en general

A voces, Reina escogida

Diga que sois concebida

Sin pecado original”



Siglos antes de aquel 8 de diciembre de 1854, en que el Papa Pio IX, publicara la Bula “inefabilis Deus”, Sevilla había jurado con voto de sangre, defender el dogma de Tu Inmaculada Concepción, por mediación de los hermanos de la Madre y Maestra de sus cofradías, quienes desde 1615, vienen protestando, derramar hasta la última gota de su sangre por defender dicho misterio;

-sirviendo como modelo de inspiración, las propias Inmaculadas, que para gloria y asombro del mundo, salieron de los pinceles de Murillo y las gubias maestras del “Dios de la madera”… -Cieguecita, Colosales, muestras que terminaron por arraigar y difundir, una devoción aclamada a voces.


Pero Sevilla no descansó hasta ver materializada y erigida su devoción a la Inmaculada en un monumento..

- fue en 1917, cuando aprovechando la remodelación del barrio de Santa Cruz, el insigne arquitecto Juan Talavera, incluye en su proyecto levantar el níveo obelisco -que confundiéndose con el azul del cielo de Sevilla- sirve de pedestal a las Glorias de la Inmaculada Concepción, soñada por Murillo.

-Coullat Varela-, esculpió en la piedra blanca, el Triunfo de tu celestial belleza y dejó en su base tallados, a los cuatro evangelistas que sobresalieron en la defensa del dogma:

El teólogo jesuita, Fray Juan de Pineda;

El poeta, Miguel Cid

El Pintor, Bartolomé Esteban Murillo

Y el escultor, Martínez Montañés.

Desde aquel 8 de Diciembre de 1918, los sevillanos y todo el mundo en general, -a voces, reina escogida- celebran el Triunfo de una Plaza ganada para tu Gloria.



Volvamos a la Esperanza en este mes venturoso de hosannas y villancicos; con la Luz en estado, la ciudad se ilumina en su belleza;

¡Da gusto andar por el centro histórico!...

-La chimenea casera del puestecillo de castañas, es una figura más del nacimiento que todos interpretamos de la mano maestra de los belenistas de la Roldana.

Ante el reclamo del comercio y la publicidad centrada en las Fiestas, los mejores deseos de Paz y felicidad se envuelven en oropel de consumo.

El fin justifica los medios, cuando familias enteras tomamos la calle, atrapados por el ambiente de la mejor red social.

La Luz ha conseguido que los niños aparquen por unas horas sus inseparables pantallas digitales y señalen con el índice hacia Belén cuidadosamente montado a escala de detalles.

Ante las preguntas incontestables que todos nos hacemos, la SOLIDARIDAD se abre hueco como la más acertada respuesta.

No hace falta ser cristiano, ni católico, ni creyente, para llenar las cestas de los millones de hermanos que tienen necesidad de alimentos.

Pero hace falta ser algo más que cristianos, católicos y creyentes, para no quedarnos en la confesión y el credo de los golpes de pecho y compartir algo más que oraciones y espíritu navideño, con aquellos que “no solamente viven del pan que escasea, sino de ese otro pan tan necesario para alimentar la dignidad del hombre, como es: El trabajo; El hogar; La dependencia de nuestros mayores y La emigración de los jóvenes mejor preparados de todos los tiempos”.

No es el momento ni el lugar apropiado, para reivindicar soluciones a este drama social que estamos viviendo, en las carnes de algún miembro de nuestra familia, pero -si- es hora que la LUZ que ilumina y transforma nuestras conciencias, disfrazada por el consumo navideño, se prolongue más allá de la Epifanía y aprenda de una vez la verdadera lección que nos imparte en San Lorenzo, el Señor de Sevilla:

Porque tuve hambre y me diste de comer…enfermo y me visitaste…sin techo y me diste cobijo…en paro y me dignificaste”.



Un año más la Virgen Santísima nos alargará su mano...

-lo hace siempre por estas fechas, desde San Antonio Abad hasta el viejo arrabal, pasando por la puerta de Carmona y saliendo por el Postigo hacia la muralla.

Su Luz en estado de Buena Esperanza, se extenderá por toda Sevilla, para que en ninguna casa falte el dulce fruto navideño de la caridad, ni haya un niño sin la ilusión de un juguete... “Porque en la tierra de María Santísima, la Esperanza nunca viene sola y su Amor con Amor se paga”...
 
                      




¿La Esperanza viene sola?

¡que va!...por muchos caminos!

Viene de caños Carmona

A lomos de un borriquillo

Junto al Santo Patriarca

Tan bueno y bien escogido

Que por no ofender…no hablaba

¡Casto -San José- bendito!



¿La Esperanza viene sola?

¡viene preñada del Niño!

Dichosa de ser la Esclava

Del Señor- que dando brincos-

En el Sagrario del vientre

La llena de refocilio.



¿La Esperanza viene sola?

¡que va!...si el Abad Benito

Al verla por la calzada

Fue corriendo a recibirlos

Y le regaló el pañuelo

De la Encarnación, más lindo

Donde su llanto enjugara

En el momento preciso.



Nunca viene la Esperanza

Por estas fechas del frío

-Sola- a la tierra que lleva

Su nombre tan bien escrito…



¿No sabes que Ella es la Gracia

Que San Roque, dio cobijo

Bajo un palio de Giralda

Y flores de cera en rizo?



Nunca llega la Esperanza

Sin portal ni villancicos

Sin rondallas de alabanza

Ni Pastora en capuchinos

Ni oriente por donde quepa

El resplandor de su Auxilio

Que la trinidad se ensancha

¡gloria de Dios, uno y trino

Para abrirle a la Esperanza

Las puertas del paraíso!



Después cruzará río y puente:

¡habrá un belén más divino

Que el que sirve a la Esperanza

Entre orilla y caserío

Cuando se adentra en Triana

Por el portal más castizo

Que le abren los marineros

Para que alumbre al bendito!



La Esperanza nunca viene

Sola por estos caminos

Máxima es la Expectación

Que despierta este delirio

Antífona del Amor

Que nos devora en su círculo.



Que aunque triste la entrevieras

Bajo el arco florecido

En navidad de centuria

Que dicta Sentencia a Cristo

Verás que nunca está sola

Que bajó del cielo mismo

Para acercarnos su Mano

De la forma que Ella quiso

Con un nombre, ¡MACARENA!

Para quedarse en su sitio.
 
 



Buscando en los rincones del recuerdo, la LUZ señala hacia este Templo: -casa de Dios; -sede canónica de la Real e Ilustre Hermandad que me ha hecho el honor de este inmerecido encargo y residencia de la cofradía de penitencia de mis amores.

Pese a la responsabilidad contraída, confieso que me siento como en casa y con el respeto debido, -a la mayor dignidad-...-acompañado por la presencia de quien considero –desde lo más profundo de mi ser, -como un verdadero padre-:

-nuestro querido y admirado: Don José Robles-, toda una vida al servicio espiritual y humano de esta sede de San Esteban:

¡que Dios se lo pague –Don José- y Nuestra Señora de la Luz lo alumbre muchos años para gozar de la generosidad de su brillante magisterio!”.


 En la nave del Evangelio, la Virgen de porcelana y sonrojadas mejillas, me saludó con el rayo fulminante de su Luz, desde el primer momento.

Era noche fría de ensayo costalero…

-cuando aquellos ensayos de Enero, veían las claras del día, porque no había reloj para marcar la ilusión de los primeros hermanos.

Antes de fajarme, la belleza recogida de la Virgen de la Luz, llamaba mi atención desde la penumbra de su altar.



Sonriente, amable y admirable, disfrutando de las travesuras del Niño que jugaba con las cuentas de su rosario.

Así fui bebiendo del vaso insigne de su devoción, mientras igualaba en la cuadrilla de mis amantísimos titulares.

Gloria y penitencia, penitencia y gloria que en Sevilla se funden, llegando a la belleza por el Dolor y pasando del Dolor a la Luz de la Resurrección.

Tan a gusto me siento aquí, que me resulta imposible, volver la mirada hacia la nave de la epístola, sin que escape de mi boca el piropo hecho plegaria a la Madre de los Desamparados…¡nunca ese Bendito nombre se hizo tan necesario en estos difíciles momentos!:

¡No nos dejes Desamparados! -Madre amantísima, RUEGA POR NOSOTROS-…”









Como el sol de un Martes Santo

En la transparente maya

Que va tejiendo en tu saya

Traviesas hojas de acanto…



La luz se filtra en tu manto

Y a tu cintura se entalla

¡No quiere, Reina que vaya

En penumbra tu quebranto!…



Celeste y crema encendida

Viene en tu palio bordada

La primavera mecida

Y -al son de las bambalinas-

¡que gloria, Desamparados,

Tu hermosura peregrina!



Desde este sitial de privilegio, -no lo veo-, pero lo adivino e intuyo, porque como Padre, Hermano y Amigo, -El- forma parte de mi vida.

El mundo es ancho y confuso…la vida es una Semana”, decía el pregonero; pero ¿Qué será de nosotros el resto de los días? Se preguntan muchas personas, uncidas por el yugo del trabajo y la desilusión.

La debilidad humana necesita de su Luz, para recobrar la Salud y el Buen viaje por este valle de lágrimas;

No todo el mundo es beato ni santo, ni puede proyectar la sombra de la LUZ, ni alcanzar el nivel de caridad, de Santa Angela de la Cruz y las Madres, Teresa de Calcuta y Purísima.

Pero aunque no baste… la intención es buena... y aunque no se vea, -El- ¡está ahí, asomado a la ventana;

-oyendo nuestras súplicas,

-velando por nosotros,

-derramando humanidad con la exclusiva de sus transparentes lágrimas!

















                          El hombre va muy de prisa

Con su lucha cotidiana

Sin saber bien donde pisa

Por lo incierto del mañana.

Cruza y mira, sin apenas

Acertar a poder ver,

Más allá de las cadenas

Que arrastra su padecer.

No sabe, que aun en la ausencia

De Luz -en su oscuridad-

Hay una llama encendida

Que vela su caminar…



¡Haz un alto en el camino

Y a su reja aferraté!

-Verás como alguien te espera-

Te da fuerzas -y después…

¡Aunque la ruta sea incierta!

¡A pesar de tu desgana!

Cuando se cierren las puertas

El, te abrirá una Ventana”












Todo discurso, tiene su anécdota. La que aquí narro, viene a colación del “gusanillo” que nunca es capaz de matar un viejo costalero.

Con motivo del segundo embarazo de mi nuera, le pedí a la Virgen de la Luz –Excelsa Abogada de las mujeres que se encuentran en estado de buena esperanza- que le concediera una “horita corta”, después de la complicada cesárea a la que se vio sometida en su primer parto.

Al tiempo, le prometí a la Señora, que volvería a salir de costalero bajo su manto, seguro de la amistad que me une a mi buen amigo Manolo Hernáez, capataz auxiliar de su paso, e inconsciente –al mismo tiempo- del compromiso en el que ponía al hermano y amigo.

Sin pensármelo dos veces, cogí el teléfono y le comuniqué mi intención… Naturalmente Manolo, accedió a mi ruego, como haría cualquier buen amigo –incondicionalmente-.

Quedamos para la igualá del paso…

No saben vdes., ¡con que ilusión preparé los “trastos”! facilitados por mi cuñado, que actuó como padrino en mi reaparición en el costal, después de más treinta años…

Hasta que no llegué a este templo de San Esteban, la noche de la “igualá”, no fui consciente de lo descabellado de mi idea, ni de la magnitud del compromiso en el que había puesto a mi amigo Manolo.

¡Más de trescientos aspirantes, abarrotaban la Iglesia a la espera de un hueco en las trabajaderas de la Virgen!

El bueno de Don José Robles, daba la bienvenida a todos los asistentes, mientras que el Hermano Mayor, -abrumado por la masiva presencia de costaleros-, agradecía y al mismo tiempo trataba de disculpar las molestias causadas , ante la imposibilidad de encontrarles un hueco en la cuadrilla a todos.

Al verme, entre la multitud, Manolo Hernáez, acudió solícito a saludarme y con el buen talante que le caracteriza, me emplazó para el día de la Salida procesional de la Virgen.

Llegado el anhelado día, en la Plaza de Zurbarán, se procedió a la “igualá” definitiva; allí estaba yo con mi ropa, --agazapado-, entre las caras de circunstancias de los costaleros, que se preguntaban: ¿Qué pintará aquí este?…finalmente, el bueno de Manolo y sus contraguías, salieron al “quite” y con buen criterio y mejor profesionalidad, me buscaron un hueco en la corriente de la cuarta trabajadera a “ojo de buen cubero”, consolándome:

Mira Antonio, vas a dar una de las “chicotás” más emotivas… cuando volvamos la Virgen a las madres clarisas –una vez pare el paso- te metes en la cuarta; la levantá va a pulso… y la “revirá” para enmarcarla”.

Efectivamente así fue; una “chicotá” inolvidable en todos los sentidos.

Después de más de treinta años, me sumergí en ese limbo oscuro, apretado y vaporoso de las trabajaderas.

Sonó el llamador, ¡tres golpes secos a la voz de “a pulso”!

La banda marcó una marcha que parecía escogida por mi: -¡Rocío!.-No se exactamente lo que dura, -sobre unos diez minutos- que hicieron parar el tiempo.

Todo transcurría a mi alrededor como una exhalación; apenas sentía la dulce carga, pero me daba cuenta del peso que suponía aquel instante; mis pies se movían solos, acompasados por un ritmo aprendido en el fondo del alma; en un abrir y cerrar de ojos, había sido capaz de orar por mis intenciones, gozar, sentir y vivir -incluso las notas de la flauta y el tambor que producen el éxtasis del silencio y la expectación, arrancando al final la ovación del público-.

En un abrir y cerrar de ojos, fui literalmente extraído de aquel estado de gracia y cuando pude reaccionar, me fundí en un abrazo fraternal de agradecimiento con mi amigo Manolo.

No me preguntéis, si “mate el gusanillo”… preguntadme mejor por la satisfacción y el orgullo que sentí, al ver cómo meses más tarde, mi nuera daba a Luz, sin ningún tipo de complicaciones, al tesoro más grande que me ha regalado la vida: -¡mi nieto Daniel!-












Precisamente hablando de la familia, me centro en el eje fundamental de esta Hermandad letífica, para exaltar la importancia que tiene el sacramento del matrimonio, tanto en la ilustre corporación anfitriona de este acto, como en estos momentos de crisis social y económica.

La familia como tal –con nombres y apellidos- ha sido y será el germen de la Hermandad de la Virgen de la Luz; una familia limitada a la collación de San Esteban; unida de generación en generación; que va creciendo lentamente, midiendo cada paso, con el sello heredado de hacer las cosas bien.

En estos momentos –como os decía- la familia constituye el colchón donde descansan todos los que hemos resultado víctimas de la crisis;

Padres y madres; abuelos coraje y hermanos todos, nos apretamos en los hogares y estiramos nuestros sueldos y pensiones, para poder seguir hacia delante.

Esta es la verdadera luz de la solidaridad humana, que da sentido a la hermandad convertida en familia y a la familia hecha una auténtica hermandad.

No es bueno que el hombre esté solo porque en los momentos difíciles de la vida, peligra la fe y sin la fe, se pierde el sentido y el rumbo”.

Ilumina nuestro camino, ¡Virgen Santísima de la Luz ¡ y bendice a nuestras familias…para que permanezcan unidas: en la salud y en la enfermedad, en la abundancia y en la escasés; para lo bueno y para lo malo… concede a los que no tienen el privilegio de contar con una mujer, madre, padre o hijo, que encuentren en la hermandad siempre a un hermano, dispuesto a prestarle su ayuda”.

Creo que nadie está solo porque quiere y es posible que haya muchos hermanos que lo están, por haber querido demasiado”. Dicen que la luz es la ausencia de oscuridad, pero también es preciso reparar en la oscuridad, para ver las estrellas, tanto las rutilantes del cielo; como las estrelladas en el suelo: sin familia, sin casa y sin otro medio que el cartón y la manta raída. Su condena, nos hace culpables a todos los que confesamos la fe cristiana, pasar de largo es desoír la “palabra de Dios” y optar por la comodidad de que todo se arregla rezando.


EPILOGO: La Luz Imperial





Cae la tarde dorada y melancólica del segundo sábado de Septiembre; el cielo comienza a teñirse con los azules sabios de Sevilla; Celeste de San Esteban…azul baratillo y real de la Carretería.



Cuando tu sales, ¡Señora!, el resplandor de la ráfaga, convierte la piedra mudéjar en dosel recamado, para que se recorte el perfil de tu admirable silueta.

Tras el himno, las salvas de incienso garabatean un Ave María que se difunde por el cielo cobalto y se extiende por los confines de la puerta de Carmona.

La Sevilla eterna, musa del clasicismo, se rinde a tus Plantas y eleva plegarias de admiración a través de la airosa canastilla de filigranas que ideara el maestro Castillo Lastrucci.

La Luz no tiene otra salida que tu rostro de alabastro” y se enreda en la Gloria exultante que componen los ángeles mancebos... y los tiernos querubines alargan sus brazos para contribuir a la apoteosis de tus resplandores.

Tanta majestad y delicadeza merecen un recorrido idílico, que se adentra por el plateresco de la Casa de Pilatos hacia la calle Aguilas, ante la mirada embelesada de Zurbarán.

La Luz corta, alargando tu sombra por Imperial y Caballerizas, para salir a verte retratada entre las torres gemelas de San Ildefonso.

No se puede iluminar, ni andar mejor, por la estrechez conventual de San Leandro, los dormidos naranjos, despiertan el letargo de su flor de azahar para mezclarla con los nardos que exornan tus andas reflejada en las aguas de la “pila del pato”.

Ahora sí, Tu Luz inunda la estrechez Imperial en uno de los momentos cumbres de tu insuperable itinerario.

Cuando inicias la revirá a Calera, las malvas buganvillas que trepan por las tapias del palacio, no quieren perderse, semejante hermosura ni lirismo.

Atrapados en este limbo de ensueño, la procesión irá alcanzando el muro de los Navarros, para volver a la Puerta de Carmona, cuando la noche te corona con su luna de miel de membrillo: ¡como Reina y patrona que eres del barrio de San Esteban!


¡Es preciso vivir esta Luz para contarla! y sentirla, para poderla expresar, aunque nada será lo mismo que contemplarla en Tu presencia, ya que esta incesante Luz, te deslumbra hasta el punto de dejarte sin palabras.

Soñando un año más el milagro de la LUZ difundida por el barrio de San Esteban, compuse esta Exaltación, -que curiosamente firmó su último verso-, la mañana misma de Tu Gloriosa procesión por las calles… ¡hermosa coincidencia que viene a confirmar, que las cosas no suceden por casualidad en la vida!
















Porque Tu Luz sea mañana

Con un nuevo amanecer.

Porque el sol vuelva a nacer

Tras las oscura madrugada.



Porque Tu Luz vuelva a ser

La esperanza del que llora

y el dorado de Tu aurora

campo sembrado de mies.



Porque el hombre en sensatez

Perdone y olvide el daño

Y suba siempre el peldaño

Que lleva a la perfección…

¡Que su fiebre de ambición

Remita en la caridad

Y entienda que el verbo amar

Es el más preciado don!.



¡Haz el bien sin otras miras

Ni te preguntes porqué

Da tu mano de comer

Y te escupen en la herida…!







Que la Luz agradecida

Brille a cambio de la nada

Sea como aquella mirada

Que corre en busca del hijo

-Pródigo- en dejar su alijo

A cambio de la almoneda…

Y cobre con la moneda

De volver bien recibido.



Porque Tu Luz sea el alivio,

El apoyo y el consuelo

De quien rozando en el suelo

Alarga su vergonzante

-Pobreza- sin rebajarse

A pedir el pan ajeno.



Que la humildad sea el sereno

Que cubra de dignidad

Al que solicita empleo

Y un techo do cobijar

Las penurias del dinero

Que lo intenta desahuciar.




Que tu Luz sea la justicia

¡Trono de sabiduría!

¡Causa de nuestra alegría!

Que alumbre nuestro destino

Allanando los caminos

De esta mundana utopía…



¡¡Cúranos de la miopía

De explotación por el hombre

Y que la LUZ de tu nombre

Brille en toda Andalucía!!


AMEN.













En Sevilla, Septiembre 2013 -Día de la Procesión de la Virgen de la LUZ.-

 










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