Dicen que los recuerdos, tienen sonido,
olores y sabores. Ayer tarde, la Banda de música militar que
acompañaba a la Carreta del Simpecado de la Hermandad del Rocío de
Sevilla, me hizo volver a ser aquel niño, que en la mañana abrumada
de Mayo, contemplaba de la mano de mi madre, la salida hacia el Rocío
de la Hermandad del Salvador. Parece que fue ayer, y ha pasado la
friolera de 50 años, cuando volvía a resonar en mi corazón pueril,
los sones del himno nacional, confundido por el repique de júbilo de
las campanas de la Giralda y la carrera de plata, iniciaba su
parsimoniosa vuelta al compás de un pasodoble cañí. Extraña
sensación la vivida en la Plaza Virgen de los Reyes, donde minutos
antes, la Carreta de Plata esperaba al Simpecado, rodeada de un ávido
turismo oriental entusiasmado con el sonido del tamboril, el cual
arrancaba un compás de palmas improvisadas y un aluvión de cámaras
alzadas por brazos en paralelos, como queriendo inmortalizar la
conocida banda sonora del camino rociero. Los amigos nos mirábamos
con un gesto de desdén y una frase repetida: “esto no pega...no lo
veo” -el sevillano tildado de rancio, quiere pasos en la calle, con
sus correspondientes marchas de semana santa y gloria-¿ habrá
Vírgenes de Gloria en Sevilla??...¿que pinta una Carreta a veinte
días del Rocío...esto que es, un traslado; una procesión; una
romería; un cincuentenario? Estas y otras cuestiones, pasaban por la
mente de quienes contemplamos a Sevilla, cada vez más perdida en sus
esencias, cada vez más arbitraria y desmedida, cada vez más dada al
espectáculo gratuito en la calle. Y es que Sevilla, en pleno
esplendor de su primavera, a tan solo un mes de su pasada Semana
Santa, a una semana después de su incomparable Feria de Abril, llega
mayo y no se conforma con la intimidad de un Pregón de las Glorias
en el patio más antiguo de su arquitectura mozárabe, sino que
necesita el Altar del jubileo de su Santa Catedral, para dignificar
un Pregón que se escapa por la multitud de puertas de su Seo,
convertida en “parque temático”, por la gracia de un Cabildo con
afán recaudador y la estrecha vigilancia de los Seguratas,
implacables en cumplir las órdenes de cerrarte el paso. Nadie
hablará del Pregón, cuando hallamos cenado, comentaba un “sabueso”
cofrade y amigo, para añadir el mejor dicho, refiriéndose al
ágape, con el que se homenajea al Pregonero, dándose al mismo
tiempo el suculento homenaje, los altos cargos del Consejo,
Hermandades y Autoridades civiles y militares de la ciudad. A ritmo
de pasodobles “cañí”, avanzaba la Carreta de plata por
Alemanes, no era precisamente el empalagoso perfume de azahar
mezclado con el incienso, el que trasminaba la tarde, más bien
cierro la boca imprudente e inocente de aquel niño que mandaba
callar su padre. Ni siquiera puedo responder a tantas preguntas, como
las que se hacían los profanos y turistas en la calle: ¿La Virgen
es la imagen chiquetita que se ve en la orla...cómo se llama esta
cofradía...ya se va para el Rocío...de donde sale...lleva
costaleros...y los caballistas?. Se quejaba Sevilla, sonriente y
sarcástica: “no hay manera de sacar una foto limpia, ante la
proliferación desmesurada de “palos de selfies”, sin dejar de
disfrutar, pero poniéndole pega a todo lo que veían sus ojos,
llenos de pajas ajenas; saludos cordiales para el paseillo de los
“arguacilillos del arte sacro”, el resto de la multitud de
fotógrafos reflex aficionados, toreando el el ruedo de prensa
gratuita; buscando gradas, poyetes y lo peor, plantando la
escalerilla, para elevarse al albedrío; nadie respeta a nadie, todos
buscando la foto imposible por repetitiva, que llame más la atención
en las redes sociales. Las pizarras de los bares y cafeterías, donde
el respetable usuario, no se digna a ponerse en pié, al paso de la
Divinidad, competían con las otras pizarras digitales, llamadas
“tables”, que neutralizan cualquier intento de encuadre o enfoque
a su alrededor. Extrañas sensaciones todas, que distorsionan el
sentido de lo espiritual y lo mezclan en un cóctel apasionante,
profano, lúdico, religioso, donde en lo general, todos disfrutamos
del ambiente, tanto los propios, como los extraños, pero que en
particular, terminamos preguntándonos: ¿hay tanta necesidad, para
tanto sinsentido...o hay tanto sinsentido para tanta necesidad?
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
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