Quiero dar las GRACIAS, expresar públicamente mi reconocimiento y más distinguida consideración, en primer lugar al paciente anónimo que convalece en un hospital de nuestra ciudad, de traumatismo cráneo encefálico, víctima de los sucesos acaecidos en la pasada Madrugá 2017. Esta persona, representa a toda la Sevilla creyente, cofrade y sabia, que ha sido martirizada por la psicosis de terrorismo, vandalismo a lo que queramos llamar, según las distintas versiones. Quiero dar las GRACIAS, a la persona que se recupera de rotura de cadera; a cuantos heridos y danmificados sufrieron el envite de las avalanchas sean sus heridas de la consideración que fueren; tanto físicas, como morales, como psicológica, como materiales. Sus dolores y padecimientos, sus lágrimas e integridad, son las Penas de toda la Sevilla, que sale a la calle para disfrutar de su Semana Grande, más esperada, que sabe, rezar ante nuestras imágenes o se conmueve con el espectáculo gratuito de las bellas artes que -en todos los sentido- encierra la Semana Santa, especialmente sintetizada en su Madrugá. Quiero dar las gracias a los nazarenos y nazarenas de todas las edades, desde esa Señora que portaba el Farol de Cruz de Guía de la hdad de la Esperanza de Triana, hasta el más bebé de los monaguillos, pasando por el valle de lágrimas provocado por el pánico, que sufrieron tantos adolescentes, cuya ilusión, ánimo y desvelo, fueron arroyados al suelo de los despropósitos más insospechados. Quiero dar las GRACIAS a la Banda de CCTT, San Juan Evangelista, verdadero muro de contención, que se llevó por delante la creciente ola de pánico, arrasando su formación y causando cuantiosos daños en su joven marinería, tanto como en los instrumentos, haciendo imposible la continuación de su Estación de penitencia. Su desolación y tristeza, es la de todos los Sevillanos que lamentamos profundamente, embargados de rabia e indignación, las consecuencia de estos hechos execrables. Quiero dar las GRACIAS, a la sección infantil y juvenil de la Hdad de los Gitanos, que abría, con toda la ilusión puesta en sus sones, la cofradía, muchos de los cuales sucumbieron presa de ansiedad y pánico a las "carreritas" de esta madrugá de los sueños rotos y fueron retirados del cortejo, por sus padres, inquietados por las consecuencias del suceso. Y por ende, AGRADECER a los aprendices de "centuriones macarenos", que estigmatizados por el trauma que sufrieron en el 2000, aún no realizan su Estación por determinadas calles. Quiero dar las GRACIAS, en general a los nazarenos de la madrugá, a todos y cada uno de los que visten las diferentes túnicas sagradas. Desde los primitivos del Silencio -tres años más- víctimas de los incidentes, cuyo protocolo de seguridad interna, les hizo reaccionar con todo el sentido común de abrirse, buscando el refugio de las paredes de Cuna. GRACIAS por soportar el azote del miedo con sus Dalmáticas de coraza, para arropar el palio de su Virgen de la Concepción, arriado a su suerte, en la Plaza del Salvador. GRACIAS a los espigados hombres de Luz, del Señor de Sevilla, haciéndole frente a las rachas de pánico con su comportamiento ejemplar, no descomponiendo sus apretadas filas y aguantando en la mirada del Señor, la resistencia de aquellos instantes entre tinieblas. GRACIAS a los soldados, aguerridos e impertérritos que habrían el camino del Calvario, sin mirar atrás, cuando la tempestad se hacía más cruda y reiterativa. GRACIAS a los nazarenos, elegante tropa de la marinería trianera, custodios del Galeón de la Felicidad y la Esperanza, por caer tres veces, como su Santísimo Cristo y levantarse, ayudados por los cirineos de Sevilla, recomponiendo sobre la marcha un cortejo que parecía imposible ordenar. A los penitentes macarenos -de tres en tres- sin luz en sus cirios, pero encendida la mirada por el llanto de la incertidumbre, que buscaban el hombro de sus padres y familiares, en medio del caos y encontraron, la atención y el inmediato auxilio de los sevillanos que lo acogían como hijos. No hay más daño, que el que se le infringe a unos párvulillos o jóvenes bajo un antifaz, a quienes sorprende súbitamente el ruido de una especie de seismo de insospechadas consecuencias. Gracias a Dios que ese miedo tan humano, fue sofocado rápidamente, ante la intervención Divina de la Esperanza. AGRADECIMIENTO que hago extensible a todos los miembros que formaban parte de los cortejos, en esos decisivos momentos, tanto auxiliares, celadores, diputados, transmisores, oficiales de junta, paveros, manigueteros, capataces, contraguía y costaleros que supieron capear el temporal de la marabunda, aferrándose a su puesto en la cofradía, con todo el alma, el corazón y espíritu fraterno y solidario. Llega el momento de AGRADECER, la labor castrense de los números de la Guardia Civil que custodian nuestro pasos, su comportamiento heroico y nivel de disciplina, compite con el amor y entrega sin límite que derrochan escoltando a sus venerados titulares, sin concesiones más allá de la medalla que lucen en sus pechos. Y como no- AGRADECER a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, tanto locales, como comunitarias, como estatales, representadas por el CECOP, su intachable entrega al servicio y su presencia inmediata, tanto en el restablecimiento del orden, como en el trato solidario a las personas y Hdes en general, transmitiendo siempre y en todo lugar, el mensaje de serenidad y sosiego que las circunstancias demandaban. Pues a pesar de los muchos pesares, sin su intervención y presencia, nos hubiéramos temido lo peor y a las pruebas y testimonios gráficos recogidos, me remito. Por último al Pueblo de Sevilla, quien como todos los habitantes de occidente, lleva entre ceja y ceja, la amenaza terrorista, el miedo a esos lobos solitarios, que en el momento más inopinado, puede aparecer estrellando cualquier tipo de vehículo, allá donde se concentre la muchedumbre, lo mismo que proferir cualquier tipo de consigna constitutiva de alarma y sembradora de pánico. Ese pueblo de Sevilla, que como todos los pueblos del mundo civilizado, tiene miedo, piensa en cualquier momento, `pero no deja de saber estar permaneciendo en su nobleza; que puede salir corriendo, pero sabe pararse a tiempo -sobre los pies- y reacciona y pide calma y atiende, auxilia, recoge a sus paisanos del suelo y les abre el corazón, le acerca una silla, un palco, un trago de agua, un móvil, lo que tenga en sus manos, porque sabe, que nada ni nadie destruirá el fuego de sus creencias y tradiciones; porque sabe que su Semana Santa, la Semana Grande de Sevilla, es algo más que un todo religioso, político, social y económico. Que la Semana Santa es eso, pero sobre todo es,UNA BUENA NOTICIA, que nada ni nadie podrá empañar.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
martes, 25 de abril de 2017
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