Que apliquen el IVA a las sillas, mientras renueven su sitio en CO. Eso es como si a los costaleros galácticos, les exigieran un curso intensivo de como igualar con láser o vestir uniformados con utillero incluido y chándal de marca bordado a mano con la heráldica de su Hermandad, previo pago de cuota extraordinaria en papeleta de sitio con cargo al hermano costalero en nómina. Eso es como si a Cristiano y a Messi, los citara Hacienda, por presunto fraude de impuestos, o como si tu jefe, te negara el permiso para ver la final de Champions, disputada por el equipo de tus amores. A los abonados de sillas y palcos en la CO, se la suda el IVA y cuantas subidas grabaran o gravasen el importe de esa joya de la corona, que les hace acreedores al empoderamiento de la comodidad y el placer que supone, tener un sitio de privilegio para disfrutar del espectáculo de las Cofradías desfilando, una tras otras, en el que se ha convertido la Semana Santa de los excesos de Sevilla. Y lo malo es, que pese al aburguesamiento que supone ser abonado, para los más atrevidos que prefieren seguir viendo las Cofradías en la salsa apetitosa de la calle imposible -ya planea la sombra de la desilusion- porque cada años, se hace más difícil, aguantar el tirón en bulla insolente, de dos, tres o cuatro, Cofradías distintas por la ciudad estancada, dividida y acotada por los alrededores del corredor de la CO. Así, cada año son más los sevillanos desencantados que buscan una solución al problema de masificación en las calles del centro, optando por solicitar abonos imposibles, en sitios inverosímiles, casi vergonzosos, conformándose con ver la mitad o menos de la nómina de hdes del día o dosificando sus ansias para centrarse solo en aquellas Cofradías, cuyo desfile es imprescindible de contemplar. Que hay gente "pa-to", como diría el rancio... Pero a los abonados, los abonado que se benefician del titular heredado por los años de fidelidad al sitio privilegiado, a esos que acertaron el gordo de la primitiva, a esos que se reían de los que decían, que andando por la calle, la Semana Santa de Sevilla, era una maravilla, a esos del ande yo sentado, con mi merienda y cena calentita y mis confituras de la campana en bandeja con termo de café y copita para esa Madrugada mágica... A esos, les importa un bledo que le apliquen a sus sillas el IVA, como si hay que pagarlas a precio de oro, que es lo que valen, hoy día. Antes muerto, que sin sillas, me quedo sin comer, ni estrenar traje el Domingo de Ramos ¡vamos hombre!... ¿A quien no le va a gustar... el espectáculo de pasarela Campana... La apoteosis fotográfica del desfile por la Avenida... El encanto hogareño y tan familiar de la ratonera de Sierpes, la vistosa entrada y salida de la Catedral? Eso, hoy día, no tiene precio, Mr. Y si vd, no se lo cree, ponga sus abonos en venta, cedalos al Consejo, por un año o pierdalos para siempre... Que verá el número de aspirantes, que se lo quitan de las manos. La cantidad de detractores, relegados a la pantalla de la tv local, que esperan la menor oportunidad, para sentarse en CO o la ingente multitud de cofrades traicionados por sus pies, que todos los años juegan a la lotería de la repesca... Porque, se diga lo que se diga en este pregón íntimo de los pregoneros de la calle, la Semana Santa de Sevilla, hoy día, se nos ha escapado de las manos. Ya lo dice la cita: El que se fue de Sevilla, perdió la silla y a los abonados, honor y Gloria.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
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