RIMAS CONFINADAS
En el país de la vida
donde suena una guitarra
a melodía de ébano
por el genio rajeada;
Concierto de cristalinas
notas lámparas de agua,
en el país de la vida
cuando suena una guitarra.
La sangre corre encendida
por las venas de la gracia
te levanta del asiento
y te sienta en la butaca
mecedora de los sueños
quien frena, corta y se arranca
en el país de la vida
cuando suena una guitarra.
De mujer tienes el cuerpo
te dicen los que te abrazan
a la que arrancas requiebros
desde el bordón de su entraña
a la prima soleares
seguirillas de Triana
las manos que te acarician
se vuelven tan delicadas
que apuntan por bulerías
el misterio de la danza.
Caminando por la vida
en el país de la fragua
me parece que no existe
música mejor labrada,
ni concierto de sonido
ni registro de onda exacta
que se module y disperse
desafiando el pentagrama
como el sabio que no aprende
cuando suena una guitarra.
En el país de la vida
donde suena una guitarra
a melodía de ébano
por el genio rajeada;
Concierto de cristalinas
notas lámparas de agua,
en el país de la vida
cuando suena una guitarra.
La sangre corre encendida
por las venas de la gracia
te levanta del asiento
y te sienta en la butaca
mecedora de los sueños
quien frena, corta y se arranca
en el país de la vida
cuando suena una guitarra.
De mujer tienes el cuerpo
te dicen los que te abrazan
a la que arrancas requiebros
desde el bordón de su entraña
a la prima soleares
seguirillas de Triana
las manos que te acarician
se vuelven tan delicadas
que apuntan por bulerías
el misterio de la danza.
Caminando por la vida
en el país de la fragua
me parece que no existe
música mejor labrada,
ni concierto de sonido
ni registro de onda exacta
que se module y disperse
desafiando el pentagrama
como el sabio que no aprende
cuando suena una guitarra.
19
No es preciso buscar
donde hay de sobra
que se encuentra el talento
tirado a la basura.
El dinero de tantos
que a tantos otros sobra
no sabe para cuando
lo amontona la usura.
Como dijo la Santa
“son tan pobres que solo
tienen las manos negras
de contar los billetes”
nosotros por los menos
tenemos las muñecas
marcadas por el ferro
de pesados grilletes.
La gracia es que la prole
trabaje para cuantos
se consideran dueños
de cuanto se le antoja
malversando los fondos
del público notorio
dejando en evidencia
la extraña paradoja.
Mientras que a los decentes
de bienes de comiso
nos prometen el cielo
que la honradez merece
ellos tienen pasaje
directo al paraíso
con pingues beneficios
y grandes intereses.
Y nosotros consuelo
del Dios que nos predican
los dulces fariseos
que encantan a serpientes
es más fácil tender
un cartón en el suelo
que un político honrado
sus pecados confiese.
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