el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
Marchaba el Betis a la Montaña con lo puesto y dos mil incondicionales que le recordaban que nunca está sólo y menos en el año del Centenario de un sufrimiento escrito con la frase legendaria del “tuyos para siempre”. Tenía que ganar, se lo debía a sí mismo; al trabajo de sus jugadores tachados de mercenarios; a su dorsal castigado con el número doce; a los errores arbitrales; a los segundos del descuento; a los tres palos de unas porterías con porteros batidos. Tenía que ganar porque solo le quedaba la vergüenza y esta se convierte en un honor cuando se siente que es de casa, cuando pesa el escudo y se empapa la gloriosa camiseta de un sudor de verdad. Marchaba el Betis con lo puesto que no es nada más y nada menos que se honroso nombre; el nombre sencillo de los sienten en verdiblanco; el nombre sin fama porque no tiene precio, de Chaparro, guiado por la huella indeleble de los Buenaventura, Antonio Barrios, Rogelio, Cardeñosa, que tanto saben de tardes sofocantes y partidos de infarto jugados a cara o cruz. Salió el Betis a apurar su última baza, el partido de la vergüenza blandiendo sus mismas armas, pasaban los minutos, igual que siempre enfrascado en el futbol timorato que ha sido una constante a lo largo de la temporada, pero había algo diferente que flotaba en el ambiente de esa tarde gris santanderina, era la vergüenza que tocaba arrebato, el sufrimiento echo literatura en la crónica escrita desde el cielo por Fernandez de Córdoba, cuando viendo al Betis en Segunda durante los doce fatídicos minutos del segundo tiempo, transformó a un jugador tocado por el dolor de las lesiones en el auténtico héroe de la casta verdiblanca. Hay una leyenda que recorre el mundo entero, un salto a las nubes, una coronilla de lujo en pirueta acertada que peina el balón, cuando todos mastican el drama y un brasileño de samba más allá de la palmera marca el gol de la gloria merecida por todos. Bendito sea el sufrimiento cuando se hace piña de celebraciones históricas, montaña de llanto y sentimiento por encima de falsos dineros e intereses; por encima de antojos mesiánicos de máximos accionistas y presidentes de mentirijillas; Bendito sea este Betis que a cara y cruz se juega el peso en oro de su glorioso escudo, llorando como un niño con rostro de Marcos Asunssao. He aquí el Betis que marchaba a la montaña con lo puesto, con su viejo traje de faena con la casa a cuesta y a costa de un hombre al frente de los apellidos: Chaparro…”tuyos 100 años…tuyos siempre”.
No puedo añadir nada más.Tus palabras están claras y con corazón.Eso de "la leyenda que recorre el mundo entero" ayer fue más verdad que nunca.Ahora, a seguir luchando y por supuesto, a seguir queriéndolo.
Tu lo has dicho: "el nombre sencillo de los que sienten en verdiblanco".Manquepierda.
No sabía que además de cofrade y buen escritor eras un gran bético, que alegria... el arte es arte, y no hay más camino... que ese sendero verde y blanco...Manquepierda. Siempre con él, esté donde esté...
con naturalidad
Serie: #Pararse,ahi Cap 04
No puedo añadir nada más.
ResponderEliminarTus palabras están claras y con corazón.
Eso de "la leyenda que recorre el mundo entero" ayer fue más verdad que nunca.
Ahora, a seguir luchando y por supuesto, a seguir queriéndolo.
Tu lo has dicho: "el nombre sencillo de los que sienten en verdiblanco".
ResponderEliminarManquepierda.
No sabía que además de cofrade y buen escritor eras un gran bético, que alegria... el arte es arte, y no hay más camino... que ese sendero verde y blanco...
ResponderEliminarManquepierda. Siempre con él, esté donde esté...