viernes, 6 de junio de 2014

ADIOS, con el pañuelito



Adios con el pañuelito, la pregunta me la guardo en el bolsillo vacío, la respuesta por mas que busco no la encuentro. La alegría es contagiosa, pero la pena es crónica, el tronío de los cohetes distorsiona la realidad, cuanto más se aleja el ruido más se siente la desolación. Flores nuevas, plata antigua y reluciente, cuajada de colores vivos, pintan las calles de la despedida. Os llevais –por siete días- la vida a caballo entre lo divino y lo profano, dejais el mundo viéndoos pasar por las aceras.
Detrás del Simpecao, se ván los que se quedan, se van hasta la marquesina próxima parada de los jubilados. Os acompaña el minuto de gloria de cuantos nacieron atrapados en un cuerpo que no les correspondía, os sigue la fe sostenida en las muletas, el dolor acostumbrado de la artritis que obra milagros de olvido andando por sevillanas. Puro absentismo salvado por la tradición, el trabajo, la escuela, la obligaciones, sacrificadas por la devoción, bajo el precioso nombre de una Virgen que parece guardar la clave de la felicidad. Que así sea si verdaderamente el camino es de esperanza, que así sea si verdaderamente se cubren de Rocío los que rigen los destinos de los más atormentados, que así sea, si verdaderamente las casas del despilfarro llena de gloria bendita, abran sus puertas para que nadie se sienta extraño. Adios con el pañuelito, me temo que esa fe que se presume por la calles, no es la fe verdadera que cree sin necesidad de dar espectáculo. Pero somos así, así es nuestro pueblo: ¡Viva la Virgen! metiendo el dedo en la llaga, ver para creer.

martes, 3 de junio de 2014

Urge el relevo generacional.


 Los jóvenes españoles, no vivieron la muerte del dictador; ni la coronación del Rey Don Juan Carlos I; ni la discusión y posterior aprobación de la Ley Para la Reforma Política, presentada en “las cortes generales del franquismo”, aun llamada por aquellos tiempos; ni la legalización de los partidos políticos históricos; ni -por supuesto-la negociación en la clandestinidad, burlando las “surrapas” del viejo régimen, del partido que consideraban: enemigo de Dios y los hijos de la patria. Los niños de los años 75 y 76, contemplaron todas las páginas históricas de la trancisión, desde las primeras televisiones en color que llegaron a España, admirando la imagen de un Rey, apuesto e imponente, cuya figura aparecía como protagonista absoluto de cuanto acontecía políticamente en la España de aquellos años. Los jóvenes estudiaron una constitución, publicada en el BOE 311, 29 de Diciembre de 1978, que establecía el Estado de Derecho de España, como una Monarquía Parlamentaria. Es decir, la condición “sine cuane” para devolver la Democracia al país, era ACEPTAR como Rey de España a Don Juan Carlos de Borbón, tal como lo había suscrito el dictador en su Ley orgánica para la Sucesión del Estado (testamento político de Franco), saltándose entre otras cosas los derechos dinásticos del infante heredero, D. Juan. He aquí el difícil y arriesgado papel que jugaron, tanto el Rey Don Juan Carlos I, como el indeleble Presidente del Gobierno, Don Adolfo Suarez. Había que reinstaurar en España el Estado de Derecho, en las bases y ordenamiento jurídico radactado por los padres de la Constitución, sin posibilidad de que el pueblo eligiera la forma de Estado. Había que refrendar en las urnas una Constitución preconcebida o remitirse a las consecuencias de unas Cortes Generales compuestas en su mayoría por los gerifaltes del régimen. No hace falta, leerse la constitución para saber, que España es una Monarquía Parlamentaria; cuyo título VI -dedicado a la Corona- es el más amplio y dotado de capítulos. Y los niños de aquellos tiempos, jóvenes de ahora curtidos en la treintena de años, después de las vicisitudes históricas vividas en el pasado reciente y la crisis política, social y económica que les salpica en estos cruciales momentos; Los jóvenes de ahora, perfectamente preparados, puntualmente informados, inmersos en las redes sociales que forman parte de su patrimonio intelectual, saben perfectamente que ha llegado la hora del relevo generacional y no necesitan leer la Constitución del´78, para cuestionar una Institución, la primera institución nacional, que para llegar a la Jefatura del Estado, sólo necesita nacer y morir, siendo Rey. En este sentido, hasta la misma familia real, entiende descabellados estos privilegios y se salta a la “borbonera”la elección de una Reina con sangre azul, como es el caso del Príncipe Don Felipe, quien -por amor- se casó con una plebeya. Es tan difícil, comprender a estas alturas, que las nuevas generaciones NO VEAN en la Corona, esos privilegios adquiridos para asumir la Jefatura de un Estado social y democrático de Derecho...yo creo que la gente es sensata y serena, tanto como la juventud está sobradamente preparada para abrir nuevas propuestas y ampliar discursos y fórmulas democráticas que nos lleven a otro tipo de alternativas políticas. Ni la Derecha es tan extrema como se le presupone, ni la República es tan absurda, como para afanarse en quemar templos. Es verdad que sigue habiendo dos Españas, pero la que está en peores condiciones, la que pasa hambre y sed de justicia, la que es desahuciada de su primera vivienda; la que pierde día a día la dignidad de cientos de miles de puestos de trabajo; la que ha sido salpicada por la corrupción política más aplastante de las últimas décadas...está pidiendo a gritos un RELEVO, que su Majestad el Rey, Don Juan Carlos, ha sabido perfectamente interpretar, con el gesto tan noble como digno de su Abdicación. A ver si aprenden de una vez los políticos.

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