http://www.youtube.com/watch?v=qAI6sJUHRAA&feature=share
A las
cosas hay que darles la importancia que merecen; lo siento mucho, D.
Manuel García, pero en uno de los días más importantes y felices
de su vida, cuando todo son aplausos y felicitaciones, -entre ellas
la de este humilde opinador-, lamento el bochornoso espectáculo que
han dado los miembros electos de su Junta de Gobierno, en el momento
en que se hizo público el resultado del cabildo de elecciones.
Desconozco el nombre del hermano macareno que procedió a la lectura
del acta, desde el atril de la Basílica, admiro y comparto la
ovación merecida que recibió el reelegido Hermano Mayor, cuyo
rostro sereno, reflejaba la mezcla de tensión, emoción y visible
satisfacción por el respaldo obtenido, como también censuro el
gesto impertérrito de mal perdedor, del hermano en la oposición, D.
Agustín Conde, quien lejos de la fraternidad exigida en buena lid,
permaneció ajeno a los aplausos que aclamaban a D. Manuel García.
Después todo fue una sarta de despropósitos que derivó en
lamentable marabunda populista y descabellada, dentro de un recinto
sagrado, donde sólo cabe la autoridad y el respeto. Lamentable la
alineación de los miembros electos de la junta, vociferada a modo de
“sparrin futbolero” desde tan egregio atril y la reacción entre
vítores e irreverentes muestras de cariño con las que se acogió a
cada miembro por parte de los mismos candidatos y afectos. Lo
considero una falta de respeto descomunal, tanto en el lugar, como
en las formas, que espero no traiga otras consecuencias más graves
en el futuro, que la sensación de haber dado muestras públicamente
de una Hermandad, dividida y quebrada, en detrimento de la
candidatura derrotada, que tuvo que aguantar estoicamente semejante
humillación a causa de tan escaso margen de diferencia en los votos.
Ya se que en una hermandad, no debe haber vencedores ni vencidos, lo
acredita la añeja cita del “todos remamos en la misma dirección”,
pero en una hermandad de la categoría, historia y trascendencia,
como la Macarena, que estos hechos se produzcan dentro de la propia
sede de tan universal devoción, no solo deja mucho que desear, sino
que da una imagen bochornosa del espejo incólume donde se miran
tantos creyentes en la fe. Me pregunto, ¿Que celebraban vdes., señor
García, con semejantes muestras de frenético entusiasmo?...¿Se
puede exteriorizar el gozo y la alegría, llevándolo a tan
esperpénticos extremos? Naturalmente que se puede exteriorizar el
gozo y la alegría, como la satisfacción del deber cumplido, puestos
en pié aplaudiendo al unísono a todos los hermanos macarenos, como
se aplaude al pregonero de los “armaos”. Pero parece ser -y a las
pruebas me remito de los que estuvieron presentes en el acto, como de
los que hemos observado los hechos por el vídeo que circula en las
redes- que no, que vdes., celebraran la derrota de unos hermanos que
se atrevieron a seguir la continuidad por la senda de la oposición;
parece ser que vdes., celebraban la victoria en “champión” de
las viejas glorias macarenas y se os ha visto el plumero de la
cohorte de Pilatos, sin reparar en que el mundo es un pañuelo de
oportunismo e inmediatez que da la vuelta al globo en cuestión de
minutos. No digo que vuestro exceso de cariño, haya sido con mala
intención, pero nos habéis hecho pasar vergüenza ajena
convirtiendo el templo en cueva de ladinos, bajo la augusta presencia
del Señor de la Sentencia y la Virgen de la Esperanza. No es el
fondo, lo que cuenta en estos tiempos de crisis existencial y
socio-económica, es la forma de celebrar un cargo en Junta, como los
jugadores de élite, sin tener en cuenta que en una hermandad, por
encima del cargo, la vara o el sitio de privilegio, lo único que se
celebra es el triunfo del culto, la formación y la asistencia social
o Caridad, cosa que sus hermanos, Sr. D. Manuel García, han dejado
en entredicho con su actitud desmesurada en un sitio, donde sólo
tiene cabida la compostura, el respeto y la Esperanza. Lo siento
mucho, hermanos macarenos, pero a las cosas hay que darles la
importancia que merecen.
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