Vestida para tí; ¡guapa; ardiente; fragante! El universo puso a sus piés la palestra de los siete colores; arco iris, como las mismas sílabas de su nombre. A su paseo salieron los coches más premiados; los enganches más célebres; los corceles mejores montados por jinetes y amazonas. Vestida para mí, para todos, para nadie; con la flor prendida al pelo y el traje tallado en sus formas: ¡guapa, ardiente, fragante; jugosa. Y perdimos el tiempo en conquistarla, cuando Ella ya nos había conquistado a nosotros; perdimos el tiempo en seducirla, cuando solo deseaba que le demostraras, tu amor; mi amor; el amor que todos le profesamos, sin saber en tiempo y forma, susurrarle un “te quiero”. Perdimos el tiempo en dejarla bailar con las damas de honor en la corte del revuelo de lunares.
Con lo guapa que está vestida para tí; dispuesta en su desplante; citándote de lejos con el brillo insolente de unos ojos que te bebes a cada sorbo en el caldo que rima con su nombre. Al natural, los lances definitivos, como dice la letra de la copla; gacela herida en el aire de los volantes: ¡guapa, ardiente, fragante, jugosa, entregada! Como la apetitosa manzana del árbol de la ciencia. Ebrios gañanes; pena de no saber leer una mirada; profunda penetrante. La quieres seducir, cuando su negativa, forma parte del juego de las prendas; es absurdo el fragor de tus celos, cuando solo intenta rozar los pétalos del clavel que llevas en la mano. La gloria es no saberlo; ignorarlo el castigo. La lumbre de un cigarro mirando a la portada, se ahoga en el copioso mar del alumbrao. Mirando al cielo, la vuelves a encontrar en el cobalto satinado de sus ojos. Diosa de luz, que extiende sus dominios por el real ejaezado de lubricán y albero. Vuelve a entrar, ¡baila con Ella!, se arregló sólo para tí: ¡guapa, ardiente, fragante, jugosa, entregada al amor!.., te he dicho que Te Quiero, SEVILLA.
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