Había un Bar en Sevilla con un nombre muy peculiar; “El 6,40” , los mayores de 40 años y menores acompañados lo recordarán. Estaba ubicado en calle Alhóndiga, frente al lateral derecho del antiguo Palacio de justicia, por donde se accedía a extinta Casa de Socorro (Hoy Hemeroteca Municipal) . El nombre de 6,40, suscitó todo tipo de especulaciones y apuestas, que rayaron en la leyenda, pues nunca se logró aclarar a qué obedecía su significado. Mientras que unos, sostenían la hipótesis que 6,40, fue el importe de caja del primer día de su apertura, otros afirmaban que dicho nombre guardaba relación con una apuesta sostenida en dicho local, por un afamado torero de época. Lo cierto es que el Bar, era muy famoso y conocido en la Sevilla de la década de los 60 por brindar a sus parroquianos y clientela con su original “tapa doble” –a la sazón- tu pedías una de sus especialidades, como el “huevo a la flamenca” y te lo acompañaban con una de “pavía” ó viceversa. Lo de la tapa doble y su singular aspecto de antigua taberna, desapareció con la reforma que se le efectuó en los años 80, aunque nunca perdió la memoria de su vieja gloria, aumentando su clientela de paso, debido a su estratégica ubicación en el corazón mismo del muy cervecero entorno de Santa Catalina. Lo cierto es que servidor –por esas vueltas que dá la vida- llegó a regentar de la mano de mi mujer (cocinera de lujo), el conocido Bar, heredando las recetas de sus más populares tapas, como eran: Espinacas y bacalao con tomate, mejorándolas si cabe y añadiendo a la pizarra: “migas caseras, albóndigas y cola de toro para rebañar”, con gran éxito de crítica y público. En fín que a todo esto y próximas las fechas de la navidad de 1.991, a mi mujer, se le ocurrió la idea de viajar hasta Algeciras (no me pregunten porqué razón) en busca de un un billete de Lotería con el que jugar y repartir entre familiares, amigos y distinguida clientela. El número como para olvidárseme 06639. De los diez décimos que conformaban el referido billete; el que suscribe extendió un sin fin de recibos entre 200, 500 y mil de las antiguas pesetas; quedándose el resto de décimos en manos de la familia y amigos íntimos (servidor jugaba tres décimos). Tal día como hoy de ese mismo año de 1.991, sobre las 9 y cuarto de la mañana, -tan “natural de Sevilla”, estaba en esos precisos momentos (jamás se le olvidará), calentando el jarrillo de leche, para servir un café, casualmente a la primera persona que le había ofrecido la lotería de la casa y ésta la había rechazado…cuando escucho por la radio la cantinela celestial del 06639: “venticinco millones de pesetas”
06639: “venticinco millones de pesetas”. Digo, el dichoso número que había traido mi mujer, desde Algeciras dejaba en Sevilla uno de los dos cuartos premios. El 6,40, fiel a su legendaria tradición se volvía a cubrir de gloria, aunque ninguno de los agraciados se hizo rico de solemnidad; había que ver las caras de esas personas mayores, llorando a lágrima viva por la emoción y mostrando sus pequeñas participaciones; todo la barra se llenó de júbilo, todos eran abrazos y felicitaciones; mientras se descorchaban las primeras botellas de cava y aparecían los medios de comunicación. La ilusión estaba servida y sobre todo bien repartida, entre los más necesitados, aquella Navidad inolvidable. Una vez pasado el delirio, hubo de todo; desde un ramo de flores en prueba de los más agradecidos, hasta las caras largas de la envidia de quienes se quejaron de no haberles ofrecido Lotería, después de permanecer los décimos durante varias semanas, expuestos a la vista de todos los públicos. En fín, que hoy la cantinela de los niños de San Ildefonso han vuelto a remover el bombo de los recuerdos, extrayendo el número de aquella ilusión vivida hace años en el desaparecido Bar 6,40….06639: “venticinco millones de pe-se-taaaaaaaaaas. FELIZ NAVIDAD.
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