El Nazareno venía
Como el Señor por su casa
Como el Señor por su casa
Calle Castilla de frente
Mira si Castilla es ancha
Mira si Castilla es ancha
Que se estrechaba a su paso
Y enmudecía ante sus plantas.
Y enmudecía ante sus plantas.
La tarde tenía un sabor
De añeja dorada estampa
De añeja dorada estampa
El cielo se confundía
Con el raso de los malva
Con el raso de los malva
Capirotes alargados
De las túnicas románticas.
De las túnicas románticas.
El Nazareno venía
Con el Sol a sus espaldas
Con el Sol a sus espaldas
Hecho marea de plumeros
Tras esa Cruz ochavada
Tras esa Cruz ochavada
Bendición de sus cornetas
Llorando carey y plata
Llorando carey y plata
Melodías de la O
Que le saltaban las lágrimas
Que le saltaban las lágrimas
Al mismo compás flamenco
De los duendes de “lacava”.
De los duendes de “lacava”.
En llegando al Altozano
Donde el brujo de Triana
Donde el brujo de Triana
Llora sus melancolías
Mirando la maestranza
Mirando la maestranza
Se abrió su pecho de bronce
Corazón de la Giralda
Corazón de la Giralda
Para volverse ante Cristo
Montera en mano de fragua
Montera en mano de fragua
Y brindarle la faena
De tantas tardes soñadas.
De tantas tardes soñadas.
Tarde de gloria, mi Cristo
El de la dulce mirada
El de la dulce mirada
El de los hombros vencidos
Andando sobre las aguas
Andando sobre las aguas
Del Guadalquivir reflejo
De la corriente extasiada
De la corriente extasiada
De los suspiros redondos
Del primer puente de barcas
Del primer puente de barcas
Que con oles contenidos
Te retiene en sus barandas
Te retiene en sus barandas
Porque sabes que no vuelves
Y alarga tu sombra Santa…
Y alarga tu sombra Santa…
El Nazareno se aleja
Serenamente en sus andas
Le espera Sevilla en viloSerenamente en sus andas
Pendiente de su elegancia
Se lleva un lujo de ocaso
Y enciende brillo de acacias
Siembra un compás de cadencia
Suspiros por donde pasa
Que no necesita palmas
Ni cerradas ovaciones
Ni saetas adaptadas
Ni otra emoción contenida
Que no sea el ay –sin palabras-
Que al ver a ese Nazareno
Sale de dentro del Alma. .-.
Y enciende brillo de acacias
Siembra un compás de cadencia
Suspiros por donde pasa
Magestad en su Teología
De saber como se anda
Sobre una alfombra de liriosDe saber como se anda
Que no necesita palmas
Ni cerradas ovaciones
Ni saetas adaptadas
Ni otra emoción contenida
Que no sea el ay –sin palabras-
Que al ver a ese Nazareno
Sale de dentro del Alma. .-.
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