Las
vísperas: esa dulce espera que termina cuando ya ha pasado todo. Se
vive soñando vivir y cuando despiertas, crees que has soñado lo
vivido, o vivido lo soñado. Todo es poco, para lo grande que es el
misterio; ver para creer y no dar crédito a lo que estás viendo. La
cruz nos gruía, sobredimensionada; oriente y occidente, norte y sur,
repartida por todo el universo; alzada, parroquial, exaltada, sobre
el gólgota, pero nunca arriada en un suelo sin claveles. Bajo el
cielo de la Misericordia, en la penumbra claustral, donde se condensa
el aroma del incienso, la cera virgen, blanca radiante, crema
bruñida, satén tiniebla; caridad azul del baratillo; verde humildad
brillante, negra azabache, morada estrella, ingresa en la prisión
del farol transparente; nacida ayer, inmaculada, esclava del gallardo
candelero, dichosa novia del airoso guardabrisa. Duerme el pabilo
hecho un nudo en la ladera; sueña la luz ser mecha ambulante que
oscile al compás; llama de vida. Alguien dejo en la tierra, aquello
que no precisará en el cielo, seguro de alumbrar la gloria bordada
por las manos que firman el arte con hilos de seda y oro. Alguien
fundió las primeras hileras, en medio del vergel, donde guirnaldas,
campanillas y racimos, perfuman la mano del que llama y puso nombre
de hermanos que entregaron su vida para emprender el vuelo de la
“levantá” eterna. Cuando todo se encienda, en el día tan amado,
la luz tendrá llamas con nombre y apellidos, ofrendas que aún
descansan en la Paz de niños refugiados; latidos desesperados que
sueñan encender la escala que los alumbre, admonición de un mundo
apagado, que espera prender la llama de justicia. Nuestro auxilio es
el nombre de María, gimiendo y llorando en un Dolor sin más
consuelo que su divina hermosura. Este sin vivir por tan alta espera,
muere a las plantas de la Bienaventurada Madre; Candelaria intacta,
selva virgen perfecta en diseño y geometría, esperando la hora del
filial alumbrado, para consumirse en lágrimas de amores vivos,
efímeros, susceptibles del clavel que los sofoque, cuando, sin creer
que ya ha pasado, arda todo, para alumbrar mañana.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
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