a Jesús Rodriguez Castro E.P.D.
Tengo Sed, como la hoja del álamo; Sed de tu altura que señala el cielo, el sepia de una tarde del otoño, que lloraba a un "niño imaginero". Tengo Sed de esta vida indolente, en la ausencia de aquella a quien hecho, tanto en falta, mirando hacia el árbol de Tu cruz sin su consentimiento. Sed de Amor y Justicia que es fruto de la Paz frente al trato violento, a saber cuando la canastilla, cada arista rozaba en un rezo. Tengo Sed, de avenida anegada, en la tarde -palomas al vuelo- buscando el dolor que adolece, la Salud que suplica en el lecho. Y al mirarte, la Sed me saciabas -bien es verdad, Santo Cristo en consuelo- cuando en tí recordaba al amigo, que oficiaba con brío y con celo, bajo el viejo cancel de priostía, sacando brillo donde no hay más precio. Sed de Nervión Palabra encarcelada que mi ansiedad trocaba en leño seco y en tu boca entreabierta se agrietaba como un responso que se eleva al viento. Te veía Señor y no acertaba, creer que hace cincuenta años, hubo un tiempo, en que tu augusta Sed se recortaba en la ojiva soleada de los sueños. Sed para la Salud, Desamparada, de aquel otro Jesús que marchó presto, sin apurar sesenta madrugadas, esperando en la Puerta aquel encuentro. Señor de la Salud y el Buen Viaje, Madre del Desamparo y el Consuelo, que brille sobre el la Paz ecuánime y encuentre en esa Sed, descanso eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
con naturalidad