RIMAS CONFINADAS
REGRESARON LOS VENCEJOS
a columpiarse en la arista
de su preferido cielo,
pero al volar, advirtieron
lo extraño en su nueva cita
el silencio a ras del suelo
en soledad inaudita.
Buscaron los plataneros
que gozaban su albedrío,
sin ramas, sin aparejos,
sin brotes para sus nidos,
sólo los troncos postreros
en San Lorenzo baldío.
Regresaron los vencejos
en algarada de píos
contrariados y perplejos
preguntándose a sí mismos:
¿donde están los que no vemos,
los que al poniente solícito
paseaban en primavera
por el hispalense sitio?
¿Donde están los que en la Plaza
del Salvador por los siglos,
cristales de sol brindaban
por la amistad y el carino?
¿Donde su fueron las "bullas"
perdidas por los caprichos
de Cuna, Cerrajería,
Puente y Pellón y Angostillo?
La gente que rie y canta
feliz, en manos de niños
la que enciende los aromas
del incienso en los altillos
para perfumar las cuatro
esquinas del Santo Cristo...
Regresaron los vencejos
con su planear elíptico
velando su algarabía
ante el horror del vacío:
Templos e Iglesias cerradas
a cal y canto el magnífico
silencio de monumentos,
callados los edificios
sobrevolando la hermosa
plenitud del Arte invicto...
y migraron hacia el este
a preguntarle al Altísimo
¿De donde, Sevilla, yace
en su trono apocalíptico?
a columpiarse en la arista
de su preferido cielo,
pero al volar, advirtieron
lo extraño en su nueva cita
el silencio a ras del suelo
en soledad inaudita.
Buscaron los plataneros
que gozaban su albedrío,
sin ramas, sin aparejos,
sin brotes para sus nidos,
sólo los troncos postreros
en San Lorenzo baldío.
Regresaron los vencejos
en algarada de píos
contrariados y perplejos
preguntándose a sí mismos:
¿donde están los que no vemos,
los que al poniente solícito
paseaban en primavera
por el hispalense sitio?
¿Donde están los que en la Plaza
del Salvador por los siglos,
cristales de sol brindaban
por la amistad y el carino?
¿Donde su fueron las "bullas"
perdidas por los caprichos
de Cuna, Cerrajería,
Puente y Pellón y Angostillo?
La gente que rie y canta
feliz, en manos de niños
la que enciende los aromas
del incienso en los altillos
para perfumar las cuatro
esquinas del Santo Cristo...
Regresaron los vencejos
con su planear elíptico
velando su algarabía
ante el horror del vacío:
Templos e Iglesias cerradas
a cal y canto el magnífico
silencio de monumentos,
callados los edificios
sobrevolando la hermosa
plenitud del Arte invicto...
y migraron hacia el este
a preguntarle al Altísimo
¿De donde, Sevilla, yace
en su trono apocalíptico?
