jueves, 14 de octubre de 2021

No se le puede pedir más






 AQUEL que lleva la Cruz de todas nuestras culpas, Aquel que marcó en su zancada la fuerza de la flaqueza en su infinita misericordia, El cirujano de la bata morada siempre de Guardia en  su plaza de San Lorenzo, El Señor de la Sevilla Ilustre, de casas solariegas, balcones blasonados y rejas forjadas por los herreros del puerto de Indias, El Señor de todas las esquinas y barreduelas, se sale del casco antiguo e histórico, más grande del mundo, para andar por las Avenidas y las rondas, hasta traspasar la vetusta muralla por la puerta de Carmona, hacia el Oriente de la diáspora. 

Vendrá con El el pueblo todo, porque toda Sevilla, Señor, es norte de tu camino. Vendrá contigo, Señor, la familia que te visita cada viernes, vendrá, la abuela torpe de fuerzas, sobrada de fe, vendrán, los ciegos que no ven y los que están ciegos aunque te vean, vendrán las madres con sus hijos silentes del brazo o enseñando a sus nietos la primera lección de Dios imponente. Vendrán, los paralíticos en su sillas, los discapacitados con sus carros de batería, los enfermos de a pie y los que arrastran sus males andando, los que esperan tras las ventanas a la sombra de sus lágrimas impedidas, los que asoman a las terrazas repletas de intenciones, los que paran en las esquinas para ver pasar tu omnipotencia, los que salen a las puertas de todos los bares y establecimientos, oficinas y servicios, centros comerciales, despachos y cristaleras, para  ver reflejados tus perfiles de varón de Dolores en tu peregrina misión.

 Por donde llegues, todo se mecera al vaivén, de tu túnica sagrada, para seguir tras tus augustos pasos. 

Vendrá el silencio de los que te rodean, la emoción de los que tienen el honor de portarte y el escalofrío de los que han hecho cola, para conseguir rozar tus andas por primera vez en su vida. Sentir el peso que no pesa, el Poder que no reduce y el aroma del clavel privilegiado que alfombra Tus plantas. Más como el Gran Poder, nunca pasa, que decía el pregonero, porque el Gran Poder se queda para siempre en los rostros de quienes te buscamos, te encontramos, te vemos cruzar y te seguimos, como aquella mujer hemorrágica que no llegaba hasta los flecos de tu túnica hasta que te volviste a preguntar, entre la ingente multitud, ¿Quien me ha tocado? ante el asombro de tus discipulos ¡Señor, para adivinarla entre la bulla y bendecirla con tu Palabra de Dios: Mujer, vete en Paz, tus penas han sanado!!

 Y El, que para el tiempo y marca los tiempos y El, que sufre más que nadie, porque carga la Cruz de todos nosotros y El, que perdona antes que condenar, que olvida, antes de acusar, que te levanta antes de que te arrojes, que te recibe antes de que llegues, como el padre de la infinita misericordia, El, nos llevará hasta la orilla, donde la lejanía se cuenta por olvido y la distancia por kilómetros, te hará llegar hasta el primero de los tres Barrios, tornando tu cansancio en promesa cumplida, como el mismo sol poniéndose a la espalda del que todo lo puede. Las primeras sombras de la tarde, se alumbran con la oración hecha acción de Gracias, a las puertas de la Parroquia de la Blanca Paloma, Rocío del Espíritu Santo que recibirá al Señor con la lengua infusa del don de la Piedad. Donde hay Caridad y Amor, allí está Dios, el Señor del Gran Poder, allí, donde más se necesita.

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