Vendrá el silencio de los que te rodean, la emoción de los que tienen el honor de portarte y el escalofrío de los que han hecho cola, para conseguir rozar tus andas por primera vez en su vida. Sentir el peso que no pesa, el Poder que no reduce y el aroma del clavel privilegiado que alfombra Tus plantas. Más como el Gran Poder, nunca pasa, que decía el pregonero, porque el Gran Poder se queda para siempre en los rostros de quienes te buscamos, te encontramos, te vemos cruzar y te seguimos, como aquella mujer hemorrágica que no llegaba hasta los flecos de tu túnica hasta que te volviste a preguntar, entre la ingente multitud, ¿Quien me ha tocado? ante el asombro de tus discipulos ¡Señor, para adivinarla entre la bulla y bendecirla con tu Palabra de Dios: Mujer, vete en Paz, tus penas han sanado!!
Y El, que para el tiempo y marca los tiempos y El, que sufre más que nadie, porque carga la Cruz de todos nosotros y El, que perdona antes que condenar, que olvida, antes de acusar, que te levanta antes de que te arrojes, que te recibe antes de que llegues, como el padre de la infinita misericordia, El, nos llevará hasta la orilla, donde la lejanía se cuenta por olvido y la distancia por kilómetros, te hará llegar hasta el primero de los tres Barrios, tornando tu cansancio en promesa cumplida, como el mismo sol poniéndose a la espalda del que todo lo puede. Las primeras sombras de la tarde, se alumbran con la oración hecha acción de Gracias, a las puertas de la Parroquia de la Blanca Paloma, Rocío del Espíritu Santo que recibirá al Señor con la lengua infusa del don de la Piedad. Donde hay Caridad y Amor, allí está Dios, el Señor del Gran Poder, allí, donde más se necesita.
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