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lunes, 17 de noviembre de 2008

CARTA A JULIA

CARTA A IULIA Hace tiempo que no charlamos, en la glorieta de Bécquer, donde me gusta quedar contigo, se ha alfombrado de hojas secas el albero, la piedra del banco está fría, el sol se agradece dibujando racimos de sombras en las damas blancas que espesan el aire de suspiros. Tristeza y Soledad, dos nombres de bellas dolorosas que me traen hasta ti de nuevo, siempre tienen consuelo mis penas cuando en ti pienso; pero ahora estoy cansado y me siento culpable, necesito tu silencio, tu sagrado silencio que otorga la paz. No hay mejor consejo que el silencio cuando nos descubre la virtud de escucharlo en toda su inmensidad; me ocurre con muy pocas personas pero sobre todo contigo –Iulia- Tu silencio es la imagen de la gloria que perseguía el poeta que tenemos enfrente. Tu silencio de vencejos maestrantes o el místico silencio de la luna del paresceve. No arroja trapos sucios a la cara, no averguenza ni reprocha, no te hace sentir culpable, ni zahiere la conciencia. La conciencia –Iulia- la conciencia del que tiene conciencia pero es inconciente del mal que provoca. La conciencia que no deja tranquilo aquel que se cree suficiente, necesario, imprescindible, capitán timonero de un barco que se va a pique. O la conciencia de los que no tienen conciencia ni le remuerde la laxitud de sus crímenes. Sí, Iulia, ya escucho el aire placentero de tu silencio en el color del cielo; lo escucho en el rumor de las lágrimas que son agua estancada en los dormidos surtidores. Tu silencio implacable, el que no concede razón ni entendimiento, porque es como la verdad, palabra muda que se la lava las manos. Hacía tiempo que no quedaba contigo en la glorieta de las rimas tristes, pero tu sabes que siempre acudo a tu cita de otoño, siempre solo y triste para que tu me cures estas melancolías. Viene el invierno, Iulia, el invierno que nos maquilla del falsa navidad; de brillos artificiales y luces de conveniencia. Otra tristeza más que añadir –la soledad acompañada- la que más te duele en el alma, la que más amarga la vida. Hay que seguir adelante –Iulia- como los buenos costaleros de Villanueva, al encuentro de la Esperanza del día dieciocho, que nos de fuerza para llegar a otra nueva primavera. Natural de Sevilla.

domingo, 8 de junio de 2008

ENTREVISTA A "JULIA ROMULA"


...y la Historia seducida por la hermosa ciudad que, como collar llevaba su río, escribió con letras de luz "Isvilia": SEVILLA (Santiago Montoto)
 
Doraba la luz su perfil de bronce recortado en los visillos como un resplandor que ciega; era la misma luz que ha quedado atrapada en la armonía de los patios antiguos; luz conventual de claustros que juega al escondite por las galerías y los medios puntos; luz que enciende el esplendor de las pilistras y el pardo oro de las hojas de palmas; Luz de renacimiento por los jardines de Dueñas que llora las sombras mudéjares de los perdidos palacios del Duque. La Dama, suspiraba ojeando las páginas de sus álbunes sepia. -¿Cual fue su primer amor, Señora? -Argantonio- contestó sin pensárselo. No insistí, porque las respuestas certeras son como los niños que dicen la verdad sin titubeos. -¿y el gran amor de su vida? “Sin duda la tierra donde pisas y seguirán pisando tus seres queridos cuando te entierren bajo ella”. ¿Un hombre?: “Julio César” ¿Un nombre?: “Hispalis- Julia Rómula. Cognoninne Julia Rómula, como escribió Plínio de mí”. ¿Un Rey?: “Fernando III” ¿Un villano?: “unas veces por cruel, otra por justiciero; D. Pedro fue sin duda el más sonado. Pero yo guardo en el corazón a tantos villanos anónimos ó renombrados, que se merecen igualmente la distinción”. Me parecía absurdo preguntarle a la Señora, quien era su mejor Pintor, su mejor escultor, su mejor poeta, pues Dama tan principal nunca se pronunciaría a favor de nunguno de los proceres de las Bellas Artes, que había parido en su noble cuna. Me fui por la tangente: -¿Señora, vd. es conciente de su belleza?: “mi belleza, es fruto -mejor dicho de vuestra inconciencia”- sentenció con su brillante sonrisa- “sé que he despertado pasiones, pero más que pasiones, han sido inquietudes culturales. Siempre me ofrecí tal cual, generosa, hospitalaria y cálida...el sol, la tierra y el río me ayudaron con la suavidad y el temple de este clima. Los hombres suspiraron por mí a la luz de la luna, levantaron murallas y torres altas, intentaron seducirme con sus sabias culturas, pero yo siempre me quedé con lo mejor de sus artes y conquistando sin querer a mis conquistadores. Para mí, eso es lo más hermoso de mi popular belleza”…. Se apeó del diván como una reina que se alza de su trono; la túnica carmesí desplegó su brillo de seda a lo largo de la esbelta figura, la toga de chantillí color ocre le caía desde el hombro recogida en su brazo diestro de manera impecable. Con graciosa magestad, se dirigió al balcón principal de Palacio: su pelo negro, reverberaba al contraluz. Pensó en voz alta para que yo aprendira sus verdades con devoción: “Sabes, por mucho que lo hayan intentado mis caballeros 24 e ilustres alcaldes, yo he sido siempre y seré ingobernable. Las distintas políticas que a lo largo de todos los tiempos intentaron venderme, sucumbieron ante el genuino instinto de improvisación de mi pueblo. Aún no entienden que en mí la creación se mueve por impulsos de locura. -fagamos un templo tan grande que todos los que lo contemplen nos tomen por locos- ese es el verdadero lema, el secreto a voces que guardan mis monumentos. Todo es tan sencillo como luchar por la Paz y vencer a los enemigos defendiéndola con el ejemplo. Uno de mis mayores recuersos fué el comercio, yo lo engrandecí con la paz. Los bajeles cargados de oro de indias, buscanban la paz de mi puerto; el oficio de acuñar momenas encontró aquí su casa; así como los contratos mercantiles, los legajos y tratados históricos, los pergaminos de oficio, los tratados de cuentas y la real correspondencia lacrada por los virreyes, nunca estuvieron tan cuidados y a salvo como en mis archivos y bibliotecas”. -¿Señora, cambiando de tercio, Vd. es una ferviente practicante de la Santa Iglesia Católica? - “como también lo fui de todos los dioses paganos procedentes de los fenómenos de la naturaleza frente a los que los hombres se sentían y se siguen sintiendo indefenso por su misterioso influjo. El miedo del hombre a lo desconocido, hizo de la religión un arma de doble filo que causó muchas víctimas y desgracias a la humanidad. Sinembargo la fé ayuda muchísimo y siempre he tenido claro, desde el primer instante que nació Cristo que su mensaje -basado en el amor- revolucionaría al mundo. Frente a los desmanes y abusos de la jerarquía eclesiástica, prevalece el espíritu del evangelio (ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo). Me merece el mayor de los respetos una Institución que ha trascendido a toda clase de intrigas, guerras y conflictos - viva y generando dudas-. Aunque tengo que reconocer que la fe, para mí es muy fácil, ya que aquí encontró, casa al Señor del Gran Poder y a su Madre Santísima de la Esperanza”. -¿Si tuviera que escoger un color, Señora?- “Eso sería imposible, querido; soy eminentemente dual, mujer de contrastes muy definidos: dos orillas; silencios maestrantes de aldabonazos nazarenos y júbilo desbordante de Altozano y Macarena. De mi hermana Triana, el color blanco de sus cales y el verde del río Betis y del equipo que lleva mi nombre, el rojo pasión. -¿una flor? : “sin duda la azucena” -¿un perfume?: “sabes que el azahar” -¿un rincón?: “esa pregunta, te la contestarían mucho mejor mis pretendientes” ¿y una pena?: “...hijo mío mis penas son tan antiguas e inconsolables como mi edad...pero en cambio se pasean bajo palio cada primavera por las calles para alegría y consuelo de todo el que les quiera rezar. No quiero aturdirla más, aunque ella no ha dejado de mostrarse complaciente, sin perder en ningún momento su histórica compostura. Sé que quedan muchas preguntas en el tintero..pero donde voy yo, apurando esta osadía producto de mi imaginación. Intenté besarle la mano, pero Ella me acercó su mejilla...y entonces desperté, con un libro de Santiago Montoto abierto sobre mi pecho.Su título: Biografía de Sevilla.

lunes, 26 de mayo de 2008

A ESA MISMA HORA

A esa misma hora que Sevilla languidece en un capricho más de sus luces de poniente, tras los monótonos cristales de una habitación de hospital, una persona de cualquier edad que responda al anónimo nombre de YACENTE, otea el horizonte malvarrosa que recorta las torres y perfiles de su bendita ciudad y remonta un vuelo de nostalgias sobre las calles del sueño… Porque a esa misma hora de su rendida convalecencia, el sol se hacía pavesa en la candelería encendida de la Virgen de Gracia y Esperanza, ascuando las últimas luces de Domingo de sus ilusiones. A esa misma hora en que su Cristo del Soberano andar de San Gonzalo acrisolaba los furtivos rayos para llevárselo fundidos en los brillos de sus potencias y la Fuente de la Salud –donde la nostalgia ahora se refresca la cara- resplandecía como el marfil bajo su palio de transparente luminaria. A la misma hora que Cristo –Presentado a Sevilla- desgrana entre las hojas de la Plaza del Duque- el sol tallado en el barroco de su portentosa canastilla. A esa misma hora que la Virgen del Refugio, comprime la Giralda para mecerla entre el edén recamado de sus bambalinas…cuanto ayuda la fé de esta ciudad en la simpleza de una estampa entregada por un ser querido, sobre la cabecera de la cama..cuanto ayuda aferrarse al recuerdo-desde la sexta planta- mirando las puestas de otoño que encienden ilusiones frustradas a esa misma hora que vestía por primera vez, la túnica cigarrera, que tenía el mismo color de cielo raso sobre la plaza del Triunfo cuando envuelve de aguamarinas metálicas el suntuoso arca de su Virgen de la Victoria. Porque es esa misma hora de luz –la que ahora contempla tras los cristales de la melancólia- la que saluda al Señor de la Salud saliendo de la Catedral después de haber recorrido la Madrugá del arte…la misma hora de los naranjos de Gamazo, cuando juegan a ilustrar la adusta hojarasca del Calvario completo de la Carretería. A esa misma hora sobre el lecho del dolor, convaleciente, se acrisolan los sentimientos de todos los cofrades de Sevilla y ruegan al Señor YACENTE que te proteja con su majestuosa urna y te libre de todo mal. Amen. a la madre de una buena amiga

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