sábado, 31 de marzo de 2007

ESTE ES EL DIA QUE ACTUO EL SEÑOR....

ESTE ES EL DIA QUE ACTUO EL SEÑOR…

Mira que tiene Sevilla un soberbio calendario de acendrada devoción de fervores y entusiasmo. Días radiantes y dichosos que consagra su anuario de cultos esplendorosos y brillantísimos actos. Mira que vive Sevilla, aconteceres fantásticos: Gloriosa Asunción, El Corpus, La Inmaculada, el Rosario, mañanita de la Virgen quince de Agosto, Rey Santo. Pero todos en grandeza de liturgia y de boato, se eclipsan ante el destello del esplendente escenario, por donde Jesús a lomo de borriquita aclamado entra Triunfal en Sevilla entre plegarias y aplausos. Y es que como este Domingo, la gracia que cosechamos, no conocerán los ojos absortos que lo gozamos, otro día semejante a su espíritu y arraigo, a su luz y a su fragancia y ese crisol soberano donde se funde la esencia de los primores humanos con los alardes divinos de las celestiales manos. Y es que de tanto sentirlo y es que de tanto anhelarlo, se nos coló en las entrañas como eterno relicario que se nutre del recuerdo y acrecienta al evocarlo, soñando con su mañana de indescriptibles presagios que nos empuja a la calle embajadora de encantos a brisa de olivos frescos y fragancias de naranjos al tibio beso furtivo del sol los primeros rayos, mientras canta un albedrío de hosanna en los campanarios que anuncia a los cuatro vientos el paraíso soñado de Sevilla estremecida porque es DOMINGO DE RAMOS.

jueves, 29 de marzo de 2007

MIRANDO EL CIELO...

No sé porqué, pero cada vez que subo a la azotea de casa, pienso ineludiblemente en la luz del Viernes de Dolores; el frescor de la ropa olorosa a jabón verde, la diáfana blancura de las sábanas tendidas al sol, el perfil armonioso de las espadañas, los campanarios de San Román y San Pedro, los alminares de Santa Catalina y Santa Marina y una incunable ansiedad de resolverlo todo antes de las seis de la tarde. Este año no tendré la necesidad imperiosa de visitar Omnium Sanctorum en esa mañana luminosa de algarabía de mercado cuando el trasiego humano de barrio, se asomaba a la ojiva de la parroquia para contemplar a los Carmelitas Dolorosos en ese perfecto estado de revista que supone estar listo. Este año no me asaltará la impaciencia aligerando el paso por Relator o Amargura para perderme en la primera bulla con ambiente macareno de vísperas, miraré una vez más al cielo, ese cielo que nunca se termina de gozar porque cada vez que se levanta la vista se descubre algo nuevo, en la escondida gárgola, en la ignorada cornisa en las pilastras ocres que decoran el caserío, te sorprenderá un nuevo retablo de aguamarinas flanqueado por dos ingenuos faroles de cerrajería. Todo el año hay una azotea que nos recuerda un día diferente, cuando subo a la de mi casa, esta luz con viento de noreste y cielo atormentado, el flamear de los cipreses que parecen aclamar el sereno compás de la espadaña, me hacen suspirar por el Viernes de Dolores, cuando Sevilla besa la mano de la Soledad en San Lorenzo y un Cristo, humilde y maniatado del Amor, recibía –entre los perfumados naranjos de Santa Isabel- la hospitalaria acogida de las madres filipenses en la más armoniosa intimidad.

viernes, 23 de marzo de 2007

DOMINGO DE PASION


DOMINGO DE PASION
Domingo del Pregón, domingo de ilusión de mañana de reyes, de nervios e impaciencia solidaria, de cantos de jilgueros que anuncian la mañana diáfana. Otra vez el recuerdo acude a la cita por el camino más corto, la niñez atrapada en los corredores blancos de cal, el luminoso patio que recortaba el cielo con un friso amarillo de jaramagos; el tazón de leche y los calentitos husmeantes, el incienso impregnado la frialdad del zajuan; la radio de cretona; la madre suspirando mientras almidona. Veo también a la abuela sentada en su mecedoraza de mimbre haciendo “croché, trenza el inmaculado hilo con un oficio de sabios que hacen fácil lo difícil. En su gesto inexpresivo se dibuja una sonrisa agradecida como la de los niños; sus ojos pardos de visión envidiable se lubrican con la lágrima fácil que brota de la emoción curada por el tiempo. Suena la marcha elegida por el Pregonero, se hace un silencio de trinos conventuales, la marcha es la misma pero sabe diferente, como suenan las bandas cuando se visten sus músicos con el uniforme de salida. El pregonero está a ocho minutos eternos de tocar la gloria, los mismos que lo separan del himno de Amargura que se escucha con la ansiedad más atenta del mundo. Me gusta el Pregón porque es lo único que Sevilla está deseando escuchar en estos momentos; porque el pregonero se ha hecho eco de las palabras, de las emociones. de la forma de vivir y sentir nuestra Semana Santa, que es tan tuya y tan mía que nos vemos reflejado en el más mínimo detalle de su alocución. El pregón trasciende al pregonero, termina por echarnos a la calle en este Domingo de Pasión donde la luz ya echa en el paso de Sevilla con las flores puestas del naranjo en flor, con el sueño de la Semana Santa cumplido con el rito del pregón, solo le falta poner la primera Cruz de guía en el blanco porvenir de nuestro gozo . Me gusta el Pregón en la tarde sosegada y serena cuando se hace beso a las plantas de Cristo que nos lleva a la perfección por la Caridad, anunciando en el aire la víspera de un nuevo Domingo de Ramos.

domingo, 18 de marzo de 2007

COMO HUELE SEVILLA...A LA ESTRELLA


1989.- La Estrella en todo su esplendor. (foto ABC)

"aún brilla un lucero en Triana": hasta pronto, ESTRELLA.
De Natural de Sevilla
(arch. David Barca)
De Natural de Sevilla
(foto arch. David Barca) foto -camaca- año 197...(s.XX) Besamano, 2009

lunes, 12 de marzo de 2007

ESTE AÑO NO SALE JUANITO...



Le fallan sus pies “cabos” a los que siempre ha dominado a los que de tanto arrastrarlos como alpargatas de buen costalero, le llegó su hora del relevo, ese relevo al que se resiste el alma cuando el cuerpo no puede tirar de ella. También está la diabetes que le hizo perder tanto peso a su parihuela osea: “no te preocupes Juanito, le decía su diputado del 8ª tramo del Cristo, cuando te tengas que pinchar me das el cirio, cuando quieras agua me la pides, yo tengo el movil de tu madre…tranquilo juanito”. Y Juanito, nazareno de túnica antigua heredada de su padre, se dejaba vestir por las manos de su maestro, su cuñado de toda la vida, el que le enseñó que para ir al huertos de los olivos más luminoso había que situarse frente al paso de Jesús de la Redención y ver como la espadaña azul-blanca del Getsemaní sevillano, se recortaba entre las cales imperiales de la calle Santiago. En su trabalenguas y con risa perenne de alma cándida me recordaba continuamente: “cuñao, no me he comío un bocadillo má gueno que aquel que nos comino dentro del Sinca esperando en el Prao que apareciera la cru de guía del Cerro er primé año que venía a la Catedrá…”Dando camballadas, juanito le echaba a sus piés más fuerza y mas casta que todos los costaleros juntos, siguiendo nuestros pasos de sabihondos incautos que nos volvíamos cuando se nos quedaba atrás para arengarle y darle ánimos cual capataces que velan por su buena gente: “Vamo, junanito, ¡ole! La gente buena…los que saben andar..vamo de frente mi arma..” y él reía y reía hasta troncharse con la sabiduría del que sabe reirse primero para hacer felices a los demás. Pero yo sé que este año, juanito tiene la pena recóndita que solo se reconoce después de contemplar tanta belleza gitana en el rostro moreno de su Virgen de las Angustias. La pena de saber que aún siendo capaz y capataz de aguantar un año más como el primero su estación de penitencia, ha llegado el momento de la retirada. Que su querido Cristo desea que dosifique su Salud y disfrute de la otra madrugada para que pueda ver en la calle todo su Gran Poder, degustar su primitivo Silencio y gozar con la Esperanza. Bendita sea tu discapacidad –juanito de mi alma- que hace que los soberbios se humillen ante tus virtudes y los que te conocemos de verdad nos sintamos realmente discapacitados frente a tu tenacidad y espíritu de lucha. Sé que cuando a la una de la madrugá marchen tu hermano y sobrino, costalero y nazareno respectivamente, hacia el Valle que tiene toda la esencia de San Román, sentirás ese nerviosismo que se refleja en la impavidez de tu rostro desencajado, atento, con la mirada perdida del que ha estado siempre pendiente de todos y que darías la vida por llegar de nuevo a la campana blandiendo ese cirio rojo, buscando la botellita de agua que te proporcionaban las primas en la desembocadura de Sierpes y dando esas “camballás” jubilosas como guerrero que llega a la meta de la amanecida y busca con avidez anhelante la presencia indesmallable de tu hermana y de tu madre para acercarte la medicina de un desayuno ligero que renovaba tus fuerzas insuflándote de estímulos para poder volver a acompañar al Dios moreno hacia el San Román que alumbró nuestros días.
Este año no sale Juanito, no por él, sino porque así lo quiso su Cristo de los Gitanos, el que sabe de Salud más que nadie.

miércoles, 7 de marzo de 2007

MEMORIAS DE LA VIEJA DAMA...a Antonio Burgos

Hoy no escribo aunque quisiera
 expresarte lo que siento,
 esta noche solo intento
 en voz alta la quimera
 de agradecer como fuera
 la memoria de este sueño.
 Esta noche es vano empeño
 cualquier estrofa que escriba,
 te diga lo que te diga
 el mundo se hace pequeño.
 La vieja dama los sabe
 y pongo a Dios por testigo
 bajo el arco del Postigo
 mi pluma quedó atrapada
 en la prosa coronada
 por tu indefectible estilo.
 Hoy solo en tu estrofa vivo
 con la rima que venero
y muero por que no muero
como devoto exprofeso
  que se rinde ante tus versos
 con honor de buganvilla.
 Ser la humilde jacaranda
 que las aceras rocía,
 las tres magnolias cortadas
 esta noche de venera
duermevela de Tenorio
 perfumando tu escritorio
 génesis de primavera.
 Siempre siguiendo tu luz
que otra luz no hay quien describa
 mejor que la cuna viva
 donde se forja la gracia
 vísperas en flor de acacias,
 agua en jarrillo de lata,
 tus calentitos de plata
crisol de sevillanía.
 Farol de una cruz de guía
 con callo de un alfayate,
 esta noche jaque mate
 –tu inspiración exclusiva-,
 solo me deja que escriba
 las dos curvas de tu talle.

lunes, 5 de marzo de 2007

EN BRAZOS TIERNOS....a mi hermano Fernando


Siempre he confesado que la Semana Santa me la aprendí de memoria en los tiernos brazos de mi hermano mayor –tete Fernando- cuando entre la “buya” de San Julian me alzaba para ver salir al Cristo de la Buena Muerte calado hasta las rodillas en su monte de claveles. Ese color del cielo a la hora de la estrenada ilusión de la tarde del Domingo de Ramos pespunteado por los vértices de los celestes capirotes de raso, lo vuelvo a revivir cada año en la espléndida cita con la Puerta de Córdoba. Después me llega el recuerdo ineludible de un luminoso patio con olor a buñuelos de bacalao y un rayo furtivo de luz que penetra por la siempre abierta puerta de un corredor atiborrado de macetas, allí, sentado en una silla de enea los ojos de un niño que no se cansaba de mirar el viejo albúm de la colección de tarjetas “escudo de oro”. A lomos de su gloriosa “lambretta”, el tete Fernando me llevó un Lunes Santo al Parque a esa hora en la que el Cautivo, funde el portentoso color de su barroco paso con la fronda exuberante de los jardines románticos, tan romántico como la bella estampa que desde entonces se me coló en los sentidos. Después marchábamos a un barrio en la diáspora de Triana que más bien parecía un pueblo blanco, donde los naranjos rebosantes de azahar trenzaban con las túnicas de los nazarenos la enseña fragante de una primavera única. El Martes Santo me enseñó que el milagro de la Semana Santa se produce en San Esteban, cuando el vaivén airoso de unos varales, sortea
a –grito vivo de emoción- la ojiva dentada de la arquitectura mudejar. Entonces daba tiempo ver la explosión de júbilo en plena “calzá” y fui testigo de su mano de la primera salida del Cristo de la Sangre y el estreno de sus correspondientes pasos, que llamaban mi atención por figurar sus canastillas en el más puro estado de madera virgen. Poco a poco me fui aprendiendo de memoria aquella Semana Santa, tan diferente a la de las sillas de la Avenida, y quise saber más de quienes la idearon, de quienes concibieron la magia puesta en escena de esos pasos de misterios donde Sevilla superaba a la misma Roma triunfante en airosos cascos de plumeros, tronos y lanzas. Una tarde de Miércoles Santo, a la sombra de un bar de la Alfalfa, me cegó el prodigio del Palio de la Virgen del Refugio, me envolvieron las notas de una marcha –no preguntarme el nombre- anduve como un poseso detrás de su manto, perdido en la fronda armoniosa de su exquisito bordado, vergel de rosas de seda plantadas a realce del terciopelo grana. Desde entonces no he parado de aprender, como nunca termino de dar gracias por la luz que estos días me acercan a sus brazos tiernos. Son tus brazos –hermano- que me hacen levitar de nuevo en el albor de cada primavera.
        Se me quedaba en el tintero -craso error- la alta noche del Sábado Santo, cuando su cofradía trinitaria venía de vuelta cubriendo de parsimonia y melancolía la ancha ronda, yo me reencontraba con esos tiernos brazos que vestían su hábito nazareno bajo la airosa capa aprendiendo el peso en oro de lo que vale un cirio encendido a punto de cumplir felizmente su estación de penitencia.
    

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