En primer lugar,
felicitar al Pregonero de cuyo nombre es tan difícil olvidarse como
recordar, D. Lutgardo García, por el alto honor de una designación
por la que pugnan y se reconocen tantos cofrades futuribles en esta
especie de liga de las estrellas fugaces, que cada año figuran en
las quinielas de “Saint Gregor street”. Felicitarlo digo, por el
alto honor de cantarle a la Semana Grande de Sevilla, con la pasión
que tantos sentimos por Ella y sólo alcanzan a pregonar los
elegidos; que para impartir clases de catequesis inducida y tesis
doctorales de derecho a la vida y a la inclinación sexual, ya
tenemos toda una cuaresma de solemnes quinarios y septenarios de
sagrada y prestigiosa cátedra oratoria por parte de los pastores. No
se puede tener mejor presencia, hablo ya del pregonero; mejor edad;
mejor curriculum; ni trayectoria cofrade más impecable, que la que
precede a D. Lutgardo García, a quien tuve la oportunidad de
escuchar el Pregón de las Glorias, causándome una gratísima
impresión por sus dotes de orador y dominio de la prosa y el verso,
tanto como su contenido espiritual y litúrgico; avales que
garantizan sobradamente la preparación y virtudes que lo hacen,
dignísimo acreedor , a la distinción de pronunciar el Pregón de
los Pregones para el próximo 2015. Pero en la realidad, cada año,
llegando el momento de tan esperada elección, todos terminamos tan
descorazonados como impávidos, por la impresión que produce -en las
formas- la designación del Pregonero, por parte del Consejo General
de HHyCC. Los representantes de la Sevilla cofrade, integrada por la
Junta Supèrior y Hermanos Mayores, no dejan de sus manos, en los
últimos años, el invento del “whats-up”. En conjura sublime con
la prensa morada, tocando el llamador de las filtraciones, para ser
el primero en anunciar a las redes sociales, al Pregonero,
apuntándose un trofeo que a nadie convence, más que a los propios
intereses creados, de quienes se creen en poder de una égida, que
termina aburriendo a la opinión pública y al cofrade sevillano en
particular. La verdad es que todo parece haber perdido su medida y
virtud, en estos tiempos convulsos de sobreinformación, de directo
continuo, de irrealidad puntual. Las noticias llegan antes que los
reporteros; los titulares, antes que la alineación y todo el mundo
está en posesión de una exclusiva despiadada, que se puede editar o
publicar a la velocidad de la luz de una table que tenga whats-up.
Sabemos lo que pasa,
porque nos está pasando a nosotros mismos y el que avisa no es
traidor; el que avisa, lo que ocurre es, que no es tan “friki”
como los que nos estamos convirtiendo en “frikofrades” (término
odioso donde los halla), porque no es normal que la elección del
Pregonero, suscite tanta intriga como indiferencia y lo que es peor,
frustración para algunos, que por lo visto, le va la vida en ello o
la viven como una auténtica obsesión, que esto último tiene
whats-up. Como no es normal, por muy cofrade que seamos y nos guste
la Semana Santa, redifundir la entrada en Campana de las cofradías
“galacticas” desde las postrimerías de Mayo, hasta nuestros
días, Después nos quejaremos que, de tantos izquierdazos por
delante, llegue al Poder “Podemos” y padezcamos la psicosis
infundada de la quema de Iglesias de Pablo, que también tiene
whats-up, llegar tan siquiera a imaginarlo, Así las cosas, no nos
rajemos las vestiduras cuando escuchemos que determinada cofradía ha
hecho un casting para elegir a sus capataces, ni lleguemos a
extrañarnos que una Virgen de Gloria, lleve más público alrededor
de la banda de música, que delante del paso, una Virgen de Gloria
digo, que vá si hay hermandades de penitencia que llevan tantos
músicos o más que nazarenos, No soy partidario de un “Apagón
Cofrade” como preconizan los magníficos, porque mucho me temo, que
ese remedio es peor que la enfermedad, cuando viene de las voces de
quienes, no dejan en todo el año de publicar y cantar las
excelencias de sus cofradías de nómina, Hay que medirnos todos con
el mismo rasero, la templanza, la prudencia -se imponen-, lo justo
sería la medida del término medio, donde dicen y dicen que está la
virtud. Tiene whats-up`que a estas alturas, ni me acuerde ya del
nombre del Pregonero (modo irónico), pues el nombre es como para
olvidarlo, Don Lutgardo García, le deseo de corazón muchísima
suerte y enhorabuena por su designación, espero que encuentre la
Verdad y la Belleza, que tan humildemente nos ha prometido pronunciar
en su Pregón. Disfrute y no pierda nunca la ilusión, que este
mundillo cofrade y su prensa morada tienen mucha what-up`.