lunes, 7 de enero de 2008

EL VACÍO

EL VACIO Creo que la riqueza de un pais se mide por la cantidad de resíduos sólidos que genera. Ver los contenedores después de la llegada de los Reyes Magos, es todo un espectáculo. Espectáculo del mayor consumo en cuanto a cantidad. Envoltorio almacenado que retrata una calidad de vida, que aunque no haga honor a la realidad sí pone de manifiesto un hábido de consumo desmesurado. Espectáculo también de miseria, reclamo de podredumbre que invita a los desheredados a rebuscar entre los cientos de miles de toneladas que se depisitan junto a los contenedores, hastar convertir el recinto en un estercolero. Todas nuestros hogares, amanecieron hoy con el vacío de cantidades ingente de papel de regalo, de cajas de cartón, que nos restaban el espacio del salón y las habitciones. Después de tanta ilusión habida o por haber; después de tanta generosidad y besos de agradecimiento, después de tanto compromiso que cumplir, nos queda el vacío de la insatisfación. Puede ser para los Béticos, el “tres a cero” que más duele...puede ser para los niños, el poco tiempo libre que les resta para disfrutar los juguetes fuera del horario escolar...para los adolescente, la depresión de volver a la disciplina del instituto, después de la libertad condicionada por unas vacaciones ...para los empleados y operarios de recogida de residuos sólidos (LIPASAM), el vacío de tantas horas de trabajo, esfuerzo y dedicación en labor tan ingrata. El vacío de una cuesta de Enero histórica que se prolonga en incertidumbre económica hasta las fiestas de primavera. El vacío de unas solitarias calles en este festivo 7 de Enero, junto a unos contenedores atiborrados de resíduos, son otras formas de comprender que estamos en tiempo de REBAJAS.

jueves, 27 de diciembre de 2007

AYER BAJÉ A SEVILLA

Ayer bajé a Sevilla, como la misma frase: “de cateto”, aparqué en Hacienda -yuyu-, fijé la vista en la desvencijada cara de la Casa de la Moneda, me entretuve evocando el magestuoso sitio del antiguo Coliseo España y arribé en la Avenida, como un auténtico “cateto” alucinado. Poco necesita Sevilla para llamar mi atención, menos que yo mismo en quedar fascinado por su presencia. Lo cierto es que la encontré primorosa como la caida de su tarde serena y el color indecible de su cenit. Me asomé a la Puerta Jerez donde me volví a sentir más “cateto” que nunca como el que estrena mirada rejuvenecida con zapatos nuevos. No me rayaban ni las incongruentes parafarolas, ni los rústicos bancos de ikea, nisiquiera el entresijo indecoroso de las catenarias, primaba la paz y el sosiego de los “catetos” de los muchos catetos venidos de todos los rincones de la invicta ciudad, para tomar esa esplanada, que hasta hace poco, había que cruzar jugándose el “estrés” de su pleno tránsito rodado. Ví, como disfrutabamos -como auténticos “catetos” los sevillanos, contemplando la fuente mítica de los “niños meones”, el Hotel Alfonso XIII en todo su esplendor y el remodelado mudejar de la Capilla Mariana sede del Consejo. Confieso que iba predispuesto a censurar a esta nueva lAvenida, mi Avenida de tantas Semanas Santas como la edad que tengo, pero me quedé prendado mientras paseaba por ella libremente, disfrutando las caras de cateto de los muchos niños que la transitaban de la mano de sus padres, improvisando rodos para ver actuar a los varios artistas callejeros que amenizaban la velada navideña. Solo me faltaba pasar la prueba de fuego, ver con mis propios ojos de cateto espectante -el tan polémico injerto del metrotrén-metrocentro, que tanta tinta como polémica ha derramado. No sé si sería el brillo de las luces que festoneaban la arboleda y resaltaban los contornos del histórico caserío, quizás “el espíritu de la navidad” puso algo de su parte, pero lo cierto y verdad, repito, es que me sentí “cateto” , cateto -convicto, confeso y sobre todo orgulloso, porque hasta el dichoso tranvía me pareció agradable, con su acústica romántica de aviso de tren de cercanías; esperaba escuchar el estruendo dichoso, el atronador ruido que hacía vibrar las lunas de los edificios -según había leido-no era para tanto, es más lo encontré de lo más peregrino, si se compara con el estrépito que produce una sola moto en los puños del un gamberro de turno. Ay, ay, ay -Julia Romula- de mi corazón, por mucho que se empeñen tus políticos y “aduladores impávidos” en degradarte o alterar tu estética con las nuevas tecnologías, tu eres como las viejas catetas que: calla, vence y ...

sábado, 15 de diciembre de 2007

PAZ Y BIEN PARA TODOS

La Esperanza tiene las puertas abiertas, no cuesta dinero entrar a verla, no hay fuerza moral ni física que te impida estar a su altura, mirarte en sus ojos y respirar su hálito bendito. La Esperanza de los pobres y los ricos, de los desheredados es gratis en Sevilla, nos hace iguales siendo tan diferentes, nos enfila en una misma gracia, haciendo colas en busca de tantas intenciones. La vida es muy complicada, la Esperanza sin embargo es palabra de Madre sencilla que nos llevó de la mano a verla en vísperas de Pascua. Si las brumas de la tristeza, te impiden ver el manto azul de la Inmaculada fantasía, acuérdate de aquel niño e intenta recordar el viejo nacimiento que vistes poner en tu casa…¿te acuerdas?...sí hombre, verás como tienes que acordarte del olor a corcho cuando pases por la calle José Gestoso…haz memoria de aquellas figuritas de barro expuestas en los escaparates…las veces que te quedabas atónito frente al aparador, contemplado aquel Portal con sus caminitos de serrín, la cañada por donde bajaban los Reyes del Castillo de Herodes, el río de papel de plata, la estrella de purpurina, el musgo, la paja. Cuando al Belén de tu tierna infancia se le fundan sus humildes luces de colores por causa de la descarga vertiginosa de reclamo de consumo, vete al encuentro de la Esperanza por los caños de Carmona hasta San Roque, cruza la Ronda de la Trinidad, pasa bajo el Arco, atraviesa el río, que no te pierdan los cantos de sirena, el mundo aunque persista en su afán de no dar, por lo menos te muestra sus mejores deseos. Agarrate a la Esperanza, que es gratis por ser lo último que se pierde. Tuyo afectísimo, ojival.

sábado, 1 de diciembre de 2007

CARTA A DICIEMBRE

Se me agolpan las sensaciones al recibirte, se mezclan con los tópicos de este desenfrenado reclamo publicitario que te precede, cada año con mayor antelación, pero por encima de todo te estaba esperando con los brazos abiertos y nunca mejor dicho, como los tiene el Amor. Me ha alegrado siempre tu llegada –desde que tengo uso de razón, aunque la razón no la use más que para ilusionarme con el sonido de campanilleros y luces que traes de fondo. Banda sonora de nuestra vida que resuena en los pretiles del recuerdo con alegría. Es una alegría tan fuerte la que transmites –Diciembre- que a veces nos haces llorar de emoción y la confundimos con la tristeza, cuando no es más que el reflejo de los seres queridos que nos reunieron en familia estos días y que ahora nos faltan. Por el atrio de San Antonio Abad un aroma prematuro de azahar, corta el frío de la noche, desde lo alto de la espadaña, se despliegan los gallardetes de víspera, el aire sabe a coplas de Miguel Cid y D. Mateo Alemán se estremece en su lecho. Las cosas de Sevilla tienen mucho que ver y que contar de ti, venturoso Diciembre, hasta la Pontificia Roma, se inclinó ante el juramentado voto de tu octavo día, plaza celeste y blanca del triunfo ganada a espada si es preciso sopena de derramar la última gota de nuestra sangre. Sangre de mariana fe que se lava en las aguas esmeraldas de la Esperanza, mientras mira como beben los peces en el río. Sabes milagroso Diciembre, tu bien lo sabes, que en Sevilla –solo en Sevilla- hay Esperanza antes que vida o no hay vida sin Esperanza, que viene a ser lo mismo. Por eso la Señora, antes de dar a Luz al mejor de los nacidos, se nos muestra como torre de marfil, para que le besemos la mano, convirtiendo la humildad de Belen en casa de oro y arca de la bendita alianza desde la resolana a Pureza, pasando por Castilla, puerta Carmona o la Trinidad. Por lo menos, aunque solo fuera por una vez al año, los hombres nos sentimos más solidarios, aunque la caridad verdadera sea compartir lo que tenemos con los demás, también sirve el deseo de disfrutar esta abundancia efímera en la que nadamos, envueltos en oropeles y celofán; también sirve –querido Diciembre- el resplandor de esta Navidad que hace que veamos con mayor nitidez, la diferencia abismal que separa la riqueza de la pobreza y nos sintamos obligados a parar el fuego de las armas; pactar treguas con la violencia de todo tipo; compartir mesa, confites y cava con los más desfavorecidos y llevar a cualquier rincón del mundo la Paz de esa Estrella de oriente que nos anuncia el nacimiento de Jesús del Gran Poder. Ya sólo por eso, eres bendito –prodigioso Diciembre- Y no tengo más remedio que abrazarte lleno de regocijo, desempolvando el pellejo de mi vieja pandereta, mientras acaricio las figuras de mi Belén entrañable. Tuyo afectísimo. Ojival.

martes, 27 de noviembre de 2007

PAPA NOÉS

La idea era tan sencilla que resultó difícil creer que tuviera tanto éxito. Surgió desde la sencillez con que piensan las gentes de pueblo con su cura al frente por una noble causa. Mira tú por donde en la vecina localidad de Los Palacios ha empezado, sin intimidación alguna, la más feliz y pacífica ofensiva contra aquel personaje navideño importado que se nos colaba hasta nuestros hogares, escalando las terrazas y ventanas como un caco. Caco rechoncho con uniforme rojo y luengas barbas, que podía engañar a los niños anticipándose a los Magos de Oriente, pero que siempre terminaba vencido en Enero por nuestras Majestades los Reyes. Papá Noés, nunca lo ha sido –menos aquí- donde la blanca Navidad no viene con nieve de Hooliwood envuelta en las superproducciones que se estrenan en las mejores salas de Cine. Ese Santa mal sonante embaucador con su jo-jo-jo, no tiene nada que hacer con sus campanitas de remo, ante el cántaro y la alpargata, la pandereta y el almirez de los campanilleros de Bormujos. Y se le tiene que caer la cara de vergüenza cuando tras los cristales de nuestras casas, descubre al Niño Manué, cuya sonrisa es la más pura y auténtica consumación de la Navidad. Por eso a este cura del pueblo de Los Palacios que ha puesto en marcha la brillante idea que todos habíamos pensado alguna vez, yo le aplaudo con todas mis fuerzas y en su honor que es el de los cristianos, devotos y belenistas del auténtico protagonista de estas próximas Fiestas, colgaré en mi terraza, la bandera que ha tenido a bien promocionar con la imagen del Niño, el Niño que siempre fuimos, el niño que cada Diciembre esperamos para adorarlo al compás de Villancicos y aroma a turrón y alfajores.

domingo, 11 de noviembre de 2007

CONSUELO EN SU AMPARO. a Alberto de Farias Serrano

Querido Alberto: La Virgen lleva hoy un guiño especial para tí, donde no hay palabras Ella, con pena de enlutada Dolorosa, saca su gesto de gracia , su luz de serenidad, la sonrisa velada de la resignación y l consuelo. De donde no hay palabras, la Virgen sabrá extraer el copioso acero de la hoja que tienes clavada en las entrañas. Sabe mucho la Virgen de este mes con aroma a pensamiento que brota como los crisantemos que adornan el Campo Santo. Sabe mucho l.a Virgen como Madre y Amparo del dolor de todas las Madres. Ella, precisamente hoy, cuando cambie las luces de la tarde en brillos solemnes de crepúsculo malvarosa, allá por el compás de la laguna, sabrá mirarte en el espejo risueño del niño que lleva en sus brazos y apretar tu irreparable pena en su corazón. Donde no hay palabras sino herida abierta en carne viva, la Virgen -hermano Alberto- acercará el bálsamo reparador de su candelería que llora al compás de tu alma deshecha, sabrá alumbrar tu pena como todos los años hace con sus fieles difuntos. Donde no hay palabras, la Virgen extenderá su manto, hermoso salmón de seda, que te acogerá en su seno emulando las rosas más frescas de aquel Dulce Nombre. Esta tarde noche, aunque tu luto reciente engañe las ganas que tienes para acercarte a verla, la Virgen te hará un guiño de Madre que parte bien Amparada en sus andas con rumbo hacia la vida eterna.

domingo, 4 de noviembre de 2007

MARAVILLAS DE MARIA
















Otra vez la tarde le tenía ganado el pulso a la primavera porque el azul del cenit no entiende de estaciones en la Mariana ciudad de la calle Feria. Como no entienden las flores el tiempo de exhalar sus fragancias cuando nardo de otoño o clavel de marzo o abril. La llena de Gracia encendió los suspiros del alma con las chispas rutilantes de los guardabrisas cimbreando en los esbeltos candelabros como vaivenes de una invisible bambalina. Lo ananciaban a júbilo las campanas de la torre más pregonera: Por la calle la Feria, pasa la Reina y en su limbo de ángeles, arcángeles, patriarcas, mártires y confesores, flotaba el candor de tan graciosa Belleza musitando la mediación universal de su Nombre.

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