sábado, 17 de mayo de 2008

COMUNIONES CIVILES

No sé si es mi vista, pero este año veo menos comuniones que otros. Será por aquello de la crisis; la moda del laicismo fumado en pipa de solsticio de verano; o la alianza de civilizaciones. Tengo un amigo, que en principio hacía responsable a la Iglesia, de los tres mil euros de presupuesto que cuesta hacer la primera comunión . Este amigo se confiesa, agnóstico, ateo y creo que es también diabético, porque a la hora de escoger la mejor educación para su hija, optó por un colegio privado concertado de religiosos, argumentando que no había color con respecto a los índices de fracaso escolar que arrojan los centro públicos. Nada de particular, como los funcionarios no creen en Dios porque no lo necesitan, llegada la edad de efectuar la primera comunión de su hija (que no iba a ser menos que las demás amigas y alumnas consecuentes), le plantearon a la niña el discurso siguiente, con todo su laconismo liberal: “querida hija, como no estás bautizada, porque tu madre y yo decidimos que tuvieras plena libertad para....bla, bla, bla...pues hemos pensado de consenso, que elijas tú el traje que quieras; que invites a tus amig@s (nosotros invitaremos a los familiares), encargaremos las estampitas, el libro de (maría carey), enviaremos las invitaciones con el mapa del lugar elegido; la tarta de tres pisos con ascensor y como hemos invitado a D. Manuel (tu te acuerdas de D. Manuel, el consejal que casó en los Juzgados a la tita Yolanda), pues ese señor oficiará una pequeña ceremonia en el Salón de celebraciones repleto de público y si quieres, te dará una bolsita de formas comprada en el convento de la Encarnación de la Plaza del Triunfo -ya sabes de las que se te antojan el quince de Agosto-...” La niña, miró de arriba abajo a su padre -mi amigo- y con gesto displicente apostilló: “Mira papá..¿tu estás flipando en colores, verdad?...sólo te digo una cosa: para la semana que viene, necesito entregar la partida de bautismo...ah, y la confirmación sellada por la archidiósesis. Desde entonces mi amigo vá todos los Domingos a misa de doce a la parroquia del Corpus Crhisti.

miércoles, 14 de mayo de 2008

EN MEMORIA

Dicen que te querías morir en el Rocío y la Virgen lo escuchó. Dicen que este pasado Lunes de Pentecostés, cuando la Blanca Paloma revoloteaba por la aldea en pleno frenesí de sus devotos, al clarear la mañana, como si de una añeja estampa se escapase, te llevó a las marismas azules que se encuentran en el cielo. Ya ves que delgada es la línea que separa la emoción del dolor y que estrecho el lazo negro que distingue el luto de la alegría. El sentimiento es mutuo pero las lágrimas son diferentes porque tú arrancastes el lirio marismeño cuando te miró la Virgen para llevarte con Ella y tu hermano Manuel y sobrinos derramaron el llanto de la amargura como se deshojan las flores de la jacaranda alfombrando Sevilla de morado tapiz. Dicen que tu Cristo del Amor, te prestó su expresión más dulce y serena, aquella que te enseñó el cofrade ejemplar que fue tu padre, que tu hermano Paco te esperaba en el umbral de la Blanca Ermita para rezar el eterno ángelus, antes de coger la manigueta del féretro que te trasladó a San Esteban por última vez. Amaneció el Martes y trece gris y tormentoso como un presagio del duelo que te traía de vuelta a casa, rebosaban las buganvillas de la tapia del palacio de la calle imperial –tu camino de ida ya sin retorno- el rostro del Señor de la ventana lucía su sexta lágrima, la que tiene reservada para los que ya pueden ver la luz de su rostro,la Madre de todos nuestros dolores, ataviada de radiante Mayo, volvía su mirada a todos los Desamparados que te decíamos adiós llenando las naves del Templo como si fuera un Martes Santo diseñado solo para ti. Dicen que a quien Dios no le dá hijos, le dá sobrinos, los mismos y bien nacidos que te sacaron a hombros –sobre los piés- como los buenos costaleros de San Esteban por la ojiva hasta las marismas. Descanse en PAZ, Reyes Hernaez. Que falleció en el Rocío al clarear la mañana del Lunes de Pentecostés.

miércoles, 7 de mayo de 2008

YA VA A SALIR....

ROCIERO a medias... Soy rociero de medio camino, rociero de salida; de andar tras el Sinmpecao hasta Bormujos; conozco la pará a la caida de la tarde, el olor del campo en Juliana cuando las carriolas hacen el corrillo y el sol se vá poniendo filtrando su oro viejo entre los pinos. He visto el rocío de la mentira y la vanidad, pero hay tantos rocíos con medallas en el pecho, tantos rocíos en diferentes momentos, que todos sucumben ante las luces del Simpecao, polvoriento y magestuoso a la vez, cuando llega con los primeros brillos de la noche empujado por la emoción de los peregrinos de verdad. He visto los seudo rocieros que van a lo que van; los que acechan y se soslachan tras la estampa en los sombreros y la bendición de una mesa bien costeada; pero también he visto el verdadero valor de la oración bajo las estrellas; el santo rosario íntimo de la gente de hermandad; las velas en la yunta, esa antigua expresión de cansancio dichoso en los rostros de mujeres y niños contemplando el Simpecao, cuando el coro en la intimidad le canta aquellas sevillanas de gines convertidas en toda una letania del camino. El camino...quien puede hablar del camino, sin gozar sus amaneceres, sin despertar al susto y la maldición del estallido de los cohetes endulzados por la diana del tamborilero; el Simpecado reinicia su marcha, no espera a nadie porque sus incondicionales ya se aferraron a su barra, mucho antes que al aguardiente de alosno y las tortas de aceite, la segunda jornada es dura y preciosa como las lentejuelas de los bordados, hay que atravesar el vado del quema (jordán de la tierra de promisión)-un año más me quedo con las ganas de bautizarme, pero sé que mi medalla vá en el cajón, haciendo todo el camino que me fala por vivir y que ya he bañando con las lágrimas sin vivirlo, viéndolo através de la pantalla: la Salve en medio del vado, los pétalos de flores como nenúfares en las aguas, los ¡vivas! Interminables, los abrazos y la suelta de palomas buscando la espadaña del Palacio de su Reina. Rociero de clarioscuros como escribo, de verdad a media, que busca el sábado a la Hermandad de su barrio macareno, para cruzar el ajolí con su gente entre el polvo y la jarana que supone llegar al Rocío alcanzando el sueño. Los que van a lo que van, ya se han perdido, te hablarán de casas donde la alegría de la espera se confunde con una bacanal escudada en el grito de guerra del !viva la Virgen!, pero allá por donde mires, encontrarás motivos suficientes para emocionarte, ya sea con Triana y Huelva en su multitudinaria presentación, arrastrado por la plegaria incesante del “aquí estamos otra vez, para decirte que te queremos, otra vez” ó la miscelanea de sonidos de campaniles y el trasiego impenitente de perigrinos llegados de todas las partes del mundo. Donde mires, habrá rocíos diferentes, pero todos convergen en la ermita blanca apretados frente a una reja universal; a sus plantas la poesía, del cantar, el lirio marismeño, la amapola florecida en oración de inescrutables promesas, el llanto de las alegrías y el gozo de las penas; ay, mía Madre del Rocío, tu eres la Virgen que más se disfruta, que más se roza y toca, que mejor nos consiente. Pura realidad del caos, previsto y organizado, tormenta de devoción de tus dueños que parece que van a destrozarte en un alarde de milagrosa sinrazón que para los pulsos del mundo, mientras tu sonrisa enigmática y reveladora, desafía a las leyes y sale intacta y airosa para sobrevolar las marismas. Así te vé un rociero a medias, dispuesto a hacer el camino completo de la vida sólo cuando tu lo llames.

Porque está mi “Simpecao”
En el sitio ya dispuesto,
Visten los hombres de corto
Y huele el aire a romero
En San Gil, que sabe tanto
De Esperanza en el recuerdo…
Es verdad que ya su Plaza
Tiene el colorido intenso
De las batas rocieras
De las flores en el pelo
De los zahones y espuelas
De cintas en los sombreros
De las yuntas de los bueyes,
La Medalla y el pañuelo,
Los madroños, las guirnaldas
Y la “ijá” del carretero…
¡Ea ya, Esperanza nuestra!
El “Simpecao” es un portento
Que avanza majestuoso
Entre las naves del Templo.
El hermano que lo porta
No cabe en su propio cuerpo,
Todo es gozo y emoción.
Todo lágrima por dentro.
Todo suspiro y temblor,
En su afán por mantenerlo,
En el aire, donde todos
Podamos sentir su aliento..
Hasta llegar al umbral
Donde el sol hilo de fuego
Lo bañe con los más dulces
Rayos del oro más bello…
Y la flauta lo salude,
Y el coro arranque a su encuentro.
Con la plegaria encendida
De sus más tiernos requiebros.
Y se fundan las gargantas,
Con los ¡VIVAS! Más intensos...
Y un júbilo de campanas,
Entre una lluvia de pétalos,
Anuncie a los cuatro puntos
De la rosa de los vientos
¡que ya se vá pá er Rocio...
El “Simpecao” Macareno!!

jueves, 1 de mayo de 2008

MI CARTA A MAYO...

Querido mayo Te escribo con palillero, tinta china y secante, sobre el pupitre de nogal raido de una clase de primaria. En la verde pizarra hay dibujada una rosa con tiza de colores, es la flor del primer día, la reina de todas las flores que escogía la memoria para honrar a María, la Virgen Madre común de tu mes consagrado a la mujer más bendita entre todas. Después de tantos días de vacaciones entre Semana Santa y Feria, el volver a la escuela supone para los niños un auténtico problema de algebra, una insufrible lección de aritmética que se pierde en el silencio del patio distraida por el homenaje a la libertad de los vencejos. Tus días de luz no están hecho para aprisionarlos entre cuatro paredes de una clase ni cabe en los ventanales, las cotas que alcanza el plateresco esplendor de las cúpulas de San Luis de los franceses. Menos mal florido Mayo que el repique de tus campanas a gloria acorta los días para alargar las venturosas tardes. Tardes de tabla y puntillas bajo un sol de justicia en la plazuela, donde todos los que fuimos niños antiguos convertidos en hombres, postulamos por los barrios de Sevilla, la limosnita para la cruz de Mayo, convirtiendo la harina y el agua en pegamento, el papel de cebolla en cristal de faroles y las cortinas de nuestras madres en faldones de damasco para cubrir de ilusión y fantasía del paso más auténtico del mundo. Me ha salido un borrón- mi amado Mayo- al intentar escribir en la página en blanco de tu eterno olor a jazmines…, una furtiva lágrima o quizás fue el rocío mañanero de las fragantes rosas que cortaba con permiso en el jardín de Santa Paula. Me ha desvelado el estruendo de los cohetes que anuncian que van a salir las carretas, la peregrina emoción de una Salve, los ¡vivas!, la alegría desbordante hecha copla festoneada de romero. Te llevo en el alma como guardo aquel pequeño libro de carey y hojas de oro que todos los niños apretamos fuertemente entre las manos el día que fuimos los más puros infantes de marina al recibir la primera comunión y sabes –tu bien lo sabes- bendito mayo, que ya cuento tus días, deshojando la flor de los anhelos, perdido por los rincones de la auténtica judería, soñando el más bello atardecer a la luz de los faroles antiguos del Rosario o buscando la fuente de Salud recóndita en el rellano de la costanilla. Soy aquel niño –dichoso Mayo- que camina de la mano de su madre, tras el manto celeste de María Auxiliadora. Tuyo afectísimo. O-ji-val
Publicado 1-05-2007

lunes, 28 de abril de 2008

SOLO TU, SEÑOR

EL SEÑOR EN CLAUSURA...
Solo tú, Señor de los pies descalzos y la corona serpenteada de espinas, pudiste conseguir que volvieran los vencejos a proclamar los gozos de esta mañana postrimera de abril; el sol había esperado más de cuarenta años, para volver a verte desde la altura donde su luz se filtra entre las copas de los viejos plataneros, curando las heridas de tu rostro con su beso de vida. Solo Tu –Altísimo JESUCRISTO- podías congregar a tantos fieles sin sermón ni montaña. Trescientos ochenta y siete años después que el venerable Juan de Mesa te labrara, dejando en evidencia la razonable duda, que si fueron realmente sus manos o la sabia ascendente de la misma raíz de la tierra, la que transformó el noble cedro en prodigiosa zancada del hijo del hombre. Solo Tu, Señor, con una cruz al hombro y un nombre tan arrogante como humilde, eres capaz de poner en pié a esta quejumbrosa Jerusalem-hispalence y devolverle el consuelo que día a día demanda en sus Interminables visitas. No hay mayor argumento que tu imagen, palabra de Dios que cosecha el silencio. Hoy has salido a nuestro encuentro, devolviéndonos la paz que tan angustiosamente buscamos, hoy ha brillado como nunca en la mañana, el lucero morado de tu sencilla túnica, la soga que te anuda el cuello y faja tu cintura, tus manos delicadas, sembradoras de bendiciones, tus quebrados piés descalzos y ese talón sellado por la espiral eterna de los besos. Sólo Tu, SEÑOR DE SEVILLA; solo Tu, Altísimo GRAN PODER.

viernes, 25 de abril de 2008

NACIDO EL 10 DEL 10

NACIDO EL 10 DEL 10

 Tenías que nacer un Martes: ¿tu sabes lo que significa un Martes Santo para mi?...y a la misma hora que sale San Esteban: ¿eso también lo sabías? Y sabías que aquella noche de vísperas, los alrededores de la Palmera –a las tres de la mañana- tenían un perfume embriagador a jazmín y “dama de noche”, que corría el aire tibio como el que acaricia en la primavera haciendo oscilar la llama de las velas atrapadas en los guardabrisas. La mañana del diez, se abrió en la espera, nublada y gris como Viernes Santo al Alba, cuando viene el Señor de la Salud por la Avenida descorchando los sentimientos. Y a la hora del angelus, cuando más o menos la Santa Madre de Sevilla –Sor Angela de la Cruz- recibe los rayos de la luz más diáfana en el perfumado patio de la caridad, el sol brillaba en lo más alto para recibirte, poniéndole matrícula de honor al diez del diez que te invitaba a salir del cariñoso vientre de tu madre. Sabías también que eras tan querido como deseado, desde el instante mismo que tus padres nos reunieron para darnos –de manera tan ingeniosa como original- la buena nueva..las lágrimas de alegría de tus futuros abuelos, la emoción orgullosa de tu padre, el delirio de tus jóvenes tías, la ilusión de tus primos..la esperanza de todos. Y allí estábamos toda la familia para alumbrarte el diez del diez, compartiendo el dolor solidario de tu madre –tardastes en salir, eh..machote- el desasosiego y la inexperiencia de tu padre, el escrupuloso vilo de tus abuelas y la confianza que puso en las manos Divinas del Señor de la Salud, este abuelo que te escribe dando gracias. Aún así, todavía no sabes –Fernandito de mi alma- lo feliz que nos has hecho. Me permití el lujo de mirar las caras de los demás antes de recrearme en tu tierna presencia, te confieso que lo que más me conmovió fue el rostro de tu padre –mi querido primogénito- tan atónito y anquilosado, incapaz de reaccionar ante la explosión de júbilo del momento…fue entonces cuando acerqué mi boca hacia tus deliciosos oidos y te susurré: “mira la luz de Sevilla”..y se abrieron tus ojos de repente como por ensalmo. Me dá amí, que vas a ser tranquilo y bueno –como tu padre- y más guapo que la madre que te parió y ya que he empezado a abuelear, sueño con tener el privilegio de enseñarte de la mano el paraíso donde has nacido y gozar de los esplendores de su primavera en las próximas Semanas Santa..los genes los llevas dentro como un regalo del cielo y hermandades tienes donde escoger, de momento tras el bautizo, te espera la solicitud de Los Gitanos, que tu tío abuelo te tiene preparada..pero tú sabes ya cual es la mía. Mientras tanto..duerme, mi querubín mullido..sueña en tu limbo de los justos..disfruta del Amor tan grande que has venido a darnos..”a la nana nanita nanita ea”…que mi niño se duerme, Bendito seas. Tu abuelo Natural de Sevilla.
II.-

 DANIEL, el tranquilo... Por muy complicado que sea un embarazo y doloroso el parto, no deja de ser una experiencia maravillosa para una madre, por tanto ya sales de su vientre, prestándole al milagro de la vida su primer llanto de felicidad. Daniel 2.930 gramos de ternura, carne sonrosada, maullido de gatito indefenso que busca el cordón umbilical que te unía- en cúbito supino-tan a gustito a tu madre y ahora se convierte en tibio pezón de luz al que se aferra tu boquita sedienta. Nosotros, mientras tanto te observamos atónitos, con esa mirada que teme causarte la más mínima molestia, con el brillo que ilustra el amor de quienes hemos dejado de ser nosotros mismos, para consagrarnos a ti, cosa tan chica que desprende una energía tan grande. Poco más que expresar en tus primeros días por parte de este abuelo que te escribe; digan lo que digan, Daniel –tranquilo- ya has visto la luz de Sevilla, especial para nacer; tu madre te ha alumbrado con una fuerza extraordinaria –no sé de donde la ha sacado, pero tu precioso nombre reza mucho sobre ello- Tu padre ha disfrutado como nunca en el parto, te ha cortado el cordón umbilical con sus propias manos y te ha puesto sobre el vientre de mamá para que no notaras la diferencia. Digan lo que digan, Daniel –tranquilo- bienvenido a esta tierra de luz , de colores, de agua y aire de sonrisas y besos de olores únicos y sentidas emociones. Te esperamos, tu pequeño hermano Fernando y yo, para abuelear por parques y jardines, gozar con este sol que quita las penas, y jugar a la sombra de los naranjos. Sí Daniel…acuérdate de los naranjos…ya te contaré.
III.-

 A MI PADRE... He mirado el almanaque, señala el día 19 de Septiembre, tal día como hoy –hace ya la friolera de 22 años- murió mi padre; sin dar ruido, tal y como vivió. Un hombre sencillo, fino y educado y también culto. Era de esos padres de los años sesenta que mantenían a sus mujeres en casa, sin grandes ambiciones, en aquellos pisitos de alquiler que daban a luminosos patios de vecinos. Era un hombre feliz aparentemente –enamorado de su trabajo en una Distribuidora de Películas- que disfrutaba del cine y me llevaba todos los domingos a la matinal del Regina y después al futbol de los pobres, que era en aquellos entonces el Triana Balompié. No sabía expresar sus sentimientos de manera afectiva, pero en la forma de darme la mano yo experimentaba el cariño que me transmitía. Quería a mi madre-aunque no se lo expresaba en público- pero era lo primero que buscaban sus ojos al llegar a casa. Fíjate si mi padre era bueno, que nació en Sanlucar, como la manzanilla, aunque se sentía sevillano y era bético…más que bético –como el decía con mucha guasa-¡ diabético!... ya que padecía dicha enfermedad. Con qué orgullo presumía de que su primer nieto, se llamara como su padre. Cuando quise disfrutar de su compañía, y la vida le compensaba de tantos esfuerzos y sacrificios, le sorprendió la muerte en pleno sueño de una noche de Septiembre…era tal día como hoy –tenía 66 años- . Mi padre no dejó muchas huellas materiales, pero sí una sonrisa inolvidable y un gesto de bondad que aún reconozco al mirarme al espejo. Que sepas –papá- que tu primer biznieto también se llamará Fernando.

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