viernes, 16 de octubre de 2009

EN LA PLENITUD DEL SUEÑO


No encontraba el papel que era las llaves de su sueño. Lo buscó ordenando su propio desorden, volviendo a manosear las cartas de los sobres mal abiertos; esta no es, esta tampoco es, ni esta otra tampoco. Lo buscó en plena tozudez de la desesperación, cuando se tarda más en averiguar el significado de la carta que en leerla en sí. Creyó haberla visto entre sus dedos confundida con otras de similar contenido, juró haberla leído mil veces, cada vez que volvía a releer las mismas. No dejó cajón vivo, ni alacena, ni bolso sin registrar por más antiguo y olvidado en el más recóndito lugar de la casa. Pero el papel, seguro de su propia vida, no aparecía ni a pesar de tener garantizada su existencia. Era el papel imprescindible para convertir en realidad su sueño, la documentación necesaria para cobrar una pensión que había costado en su impenitente trámite, sangre, sudor y lágrimas y que ahora permanecía oculta entre la maleza de los papeles de la mala muerte que siempre aparecen cuando menos se necesitan, burlándose del semáforo verde de la esperanza. Los días pasaban infructuosamente, las noches de insomnio se sucedían, removiendo hasta los rincones más recónditos de la memoria.  Hasta que una noche de luz de luna satinando las cales del patio, un resplandor inaudito perturbó su duermevela y se dirigió-como una sonámbula- hacia el aparador del salón. Sus pies descalzos, caminaban guiados por una fuerza irresistible que la llevaban subconscientemente hacia el rayo de luna que señalaba exactamente un pequeño marco de sobremesa con la foto del Señor de Sevilla, el rayo moría en ese punto concreto , resplandeciendo toda la estancia con el rostro del nazareno. Ella sólo se paró a mirar la pequeña foto iluminada, sin más intención que el asombro que produce un mágico descubrimiento. Volvió a la cama y buscó el calor de las sábanas para abrigar sus piés fríos. Aquella noche concilió el sueño y soñó con cosas muy parecidas a la felicidad, soñó con la ilusión que sentiría su niño el día de la primera comunión; soñó con las caras de satisfacción de sus familiares y amigos y con el orgullo que suponía para una madre con escasos recursos económicos, celebrar un banquete para la ocasión. Estaba tan plenamente satisfecha en brazos de morfeo, que la caricia de un visillo ondeado por un soplo de súbito viento, la despertó. De repente abrió los ojos como quien nace de nuevo a la vida, su primer pensamiento fue el rayo que le mostró la pequeña foto –el rostro del Señor- iluminado, al que nunca había invocado para pedirle nada…pero ya lo sabía y le sobraron pasos para alcanzar el aparador sobre el que se posaba la diminuta imagen. A su altura estaba el cajón que tantas veces había revuelto en el paroxismo de su búsqueda desesperada, pero esta vez, sí, allí estaba el papel, a buen recaudo y ella lo había visto en la plenitud del sueño, como lo que era, una verdadera aparición…¿un milagro?

a tí, devota del Gran Poder, porque esto fué la verdad.

jueves, 8 de octubre de 2009

APRENDER A ENSEÑAR


Conozco un profesor, que ese sí que tiene que estar subido sobre una tarima, no porque sea bajito de estatura, sino porque tiene vocación y hace de su docencia arte. Este profesor, no imparte sus clases, las cuenta y recrea como en realidad ha de hacerse con la historia –es decir- transforma la historia del arte, haciendo arte con la historia. Sé de buena tinta que sus alumnos lo quieren y respetan más que al resto de los profesores, quizás sea por su sentido del humor, la sabia manera o el ingenioso método de salpimentar la seriedad con buenas dosis de ironía y sarcasmo, rindiendo culto a la literatura sin rehusar a la dialéctica más picarona; seriedad pero no tristeza, picardía y retórica malsonante sin rehusar al regusto ni perder las buenas maneras. Muchos profesores, como este querido profesor, necesita la enseñanza cuando el sistema falla. Y no es que falle el sistema por razones tan políticamente incorrectas como una tarima para elevar la dignidad de un profesor, un uniforme para no establecer diferencias de ropas y marcas o una masificación en las aulas de la enseñanza gratuita y obligatoria. Falla el sistema, entre otros muchos debates demagógicos, porque un profesor , no puede impartir clases de Historia o Literatura, estando especializado en matemáticas o educación física. Y si no tiene más remedio que hacerlo, por razones obvias o circunstancias del servicio y ó falta de medios de la Delegación, ha de tener el suficiente sentido de la responsabilidad docente y sobre todo la VOCACION de impartir las clases lo más dignamente.
Se comprende que una clase de matemáticas ó física, provoque –en principio- el asentismo y aburrimiento entre los alumnos; que el profesor que las imparta tenga que luchar con el problema adicional que estas asignaturas conllevan: ¡valiente plasta!, en el mundo de la información donde todo te lo dan hecho (desde san Google hasta vago´s). Todo un suplicio, tener que resolver logaritmos y fórmulas quánticas, sin embargo es posible, gracias al esfuerzo individual de cada alumno y sobre todo al método didáctico que utilice el profesor (estas ciencias podrán ser todo lo exactas que quieran, las personas no lo somos.)
Ahora viene la segunda parte que uno no comprende, tanto como ex -alumno fascinado por la Historia del arte, la literatura y la geografía, como en calidad de padre que sufre los agobios de una hija estudiante, quejándose constantemente de la falta de calidad de profesores en estas materias .A lo mejor es mala suerte, que en el caso concreto de su instituto, no haya un profesor capaz de transmitir su vocación, el amor por la Historia del arte, no se puede ocultar con excusas de falta de atención o de respeto, acusando a su clase de pasotismo en particular y la juventud o adolescencia de díscola en general. Cuando un profesor ama verdaderamente su oficio y además tiene la suerte de impartir la materia que le apasiona, termina convenciendo a sus alumnos y lo hace por la sencilla razón que a otros colegas les resulta tan difícil de demostrar, que la enseñanza consiste en algo más que enseñar, que hay que saber vivirla para contarla, como hace este querido profesor, con las hojas de su almanaque de Sevilla.

domingo, 27 de septiembre de 2009

MAÑANITA DE EMPAQUE Y SOLERA







La Luz es tan -natural de Sevilla- que se ríe de las predicciones metereológicas. Y esta mañana de primavera en otoño, estaba por encima de todo pronóstico; era alta como veleta en la torre y antojadiza del azul purísimo. Bajaba resplancediente para encender las sombras de las estrecheces, por Peñuelas y Bustos Tavera, se envolvía entre las salvas del incienso y se hacía transparente en la cal del antiguo convento, para salir esplendorosa a la Plaza de los Terceros. La milagrosa imagen de Santa Lucía, brillaba con esa misma luz propia - tan -natural- como el encanto de las mañanas que relucen más que el Sol, cuando le pone nombre a la calle.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Delirium tremens

Manolita “la fantástica” había quedado con Francisco de Asís “el amanerado” (una parejita de cuidado), “la fantástica” con su porte de pija relamida, esbelta, disimulando siempre con el móvil en la oreja desfilando de un extremo a otro del escaparate. Francisco de Asís la vió desde la acera de enfrente, le regaló una sonrisa de saludo y cuando los vehículos que cruzaban se lo permitieron, se dirigió hacia “la fantástica” con su habitual passe de modelo. Habian quedado para ver la procesión (que otra cosa mejor podían hacer unos capillitas en un domingo por la tarde). La “fantástica”y el “amanerado”se besaron en ambas mejillas respectivamente de la manera habitual, osea como la falsa moneda, al tiempo que se intercambiaban la sarta de halagos pertinentes como corresponde a dos buenas “marujas” cortesanas: “qué guapa estás; que te has hecho en el pelo; oye, como te sienta esa blusa…tu también vienes muy elegante…si lo llego a saber no me pongo las manoletinas…niña, ¡que calor!..¡como está el tráfico!...pues fijate qué…ay, no me digas…¡qué fuerte!...¡no!...¡cuéntame!. Estaba claro que a “la fantástica”, no le iba mucho el rollo de ver procesiones (en el sentido más espiritual e iconoclástico de la palabra), pero aquello de inmiscuirse en el ambiente y pasar revista al personal que acude a verlas, pendiente de las caras conocidas de los que forman los cortejos, le fascinaba y no cejaba –un momento- de inmortalizar con su cámara digital, toda la fauna de foreros, políticos, abrazavaras, figurones, consejeros, blogueros, clérigos y demás civiles y militares, cuyas caras les eran familiares: “Mira ese es fulanito el del partido…¿no lo conoces?...¡oy, mira tú, quien va ahí…pero si es el forero rojillo que dá tanta caña…a ese es que no lo puedo ni ver…¡espera, espera –qué fuerte- mira “setanito”…con lo que ha largao de la hermandad…verás mañana, cuando cuelgue las fotos en el foro…”. Por el contrario, Francisco de Asís, no obstante mostrar absoluta complicidad con las frivolidades de su amiga, saludando y sonriendo a diestro y siniestro, se preocupaba más por el aspecto espiritual, estético y costumbrista que le deparaba el ambiente. El "amanerado", era un esteta, un apasionado erudito que se jactaba de conocer la historia con fechas y siglos de las cofradías con especial interés en la advocación letífica que contemplaban en esos momentos: “Fíjate, Manoli- ya están ahí los ciriales, son del siglo XVI…adquiridos a la hermandad de…y no te pierdas el estilo del paso ¡valiossissimo!..estilo rocalla…y qué maravilla de monte…¡qué colorido de flores del campo!..mira, mira…esos limones, esa fruta del tiempo…¿te has fijado en el detalle del pajarillo y la abeja?...¡pa comérsela!. Después de la emoción del momento, con el paso en la calle a los sones del himno nacional bajo la intensa petalada, Manolita “la fantástica” se fijó –detalladamente- en la imagen Que con tanta pasión y conocimiento, le había descrito su amigo “el amanerado” (meritísima talla del s. XVII, serena y bellísima expresión aporcelanada, luciendo primitivas joyas de incalculable valor y dotada de una unción sagrada fuera de serie. Fue entonces cuando a “la fantástica” le traicionó el subsconciente, repitiendo en sus adentros, todo lo contrario que reflejaba en su rostro con encendida emoción: “¡Por Dios bendito, si con esos coloretes, tiene toa la cara de Heidi!

viernes, 18 de septiembre de 2009

AGUAS PRIMERAS


Rula viento noroeste que hace oscilar tu escudo de bronce como faro que guía la senda inescrutable donde migraron los vencejos. Huyeron las aves a sus nidos, bajaron las nubes con forma de llave para cerrar el cielo. Sabiéndote cerca, los truenos no quisieron despertarte del sueño; sólo el fósforo del rayo, encendió tus dominios con luces de espasmos. Tus ojos se tornaron, se estremeció tu cuerpo de giganta enfrentada a la soledad de las alturas y brilló tu sonrisa alabando el olor a tierra mojada que te acercaba el aire. Son las primeras, no por lejanas en el tiempo, sino por esperadas; aguas, que no lluvias, porque aún no han recobrado la fuerza torrencial con la que te bautizan cada año. Son las primeras aguas, insolentes, soberbias, que llegan como un mayo celebrando la espalda mojada del juego inocente ó sembrando desgracias con ímpetu irrefrenable, al correr desbocadas con sus crines al viento de levante. La augusta dama, ya ha sentido su pertinaz caricia, nosotros –mientras tanto- gozamos con el nuncio de su gris elegante, apenas las perlas de un rocío con transparencias malvas, que van cuajando el aire de pureza. Los cristales reflejan tus lágrimas primeras, la tierra palpita jadeante desde su árido suelo de adoquín o barbecho: Madre de todas las vidas, diosa de la fertilidad, dadnos tu riego y muéstrate benevolente, romántica y sabia en tu llegada, aunque nunca lluevas a gusto de todos.

domingo, 13 de septiembre de 2009

DE LA LUZ imperial

    
 Sevilla tiene gracia concedida de hacer la LUZ a la caída de la tarde. LUZ que alumbra el oscuro turquesa de los eternos instantes que cuajan en las alturas. LUZ que enciende los brillos de la estrenada noche y se prolonga en sombras de imperiales, ráfaga y corona, sobre los ocres muros de la ojiva. LUZ que al “cielo con ella” desciende sobre los pies y se propaga encendiendo las tinieblas del mismo pretorio de la Casa Pilatos. Resplandor que lentamente avanza como majestuoso vuelo por Aguilas, buscando iluminar la intención de clausura que le reza una salve. Esta LUZ sabe mucho de madre, por ser madre de todas las que reciben el rayo que dá la vida, Luz que se deja llevar por los estrechos rincones y desemboca esplendente en las antiguas plazas donde las yemas endulzan el paladar con la artesana mezcla de la oración y el trabajo. LUZ íntima cercana, algazara infantil recreada en las aguas de la pila del pato. Ascua peregrina que enciende los sentidos y los abre al rozar los toscos muros del palacio, dejando el corazón atrapado en el cristal de sus oscilantes guardabrisas. Luz que se pone por donde mismo sale, como aurora y ocaso de la Puerta de Carmona.

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