viernes, 17 de diciembre de 2010

La Esperanza, viene sola...


¿La Esperanza viene sóla?

-que vá- de muchos caminos

Viene de caños Carmona

A lomos de un borriquito

Con el Santo patriarca

Tan Bueno y bien escogido

Que por no ofender, no hablaba

Dulce San José, bendito.


¿La Esperanza viene sóla?

-que va- preñada del niño

el niño que la hizo esclava

Del Señor y dando brincos

En el sagrario del vientre

La llena de refocilio.



¿La Esperanza viene sola?

-que va- si el Abad Benito

Al verla por la calzada

Le regaló el pañuelito

De encarnación coronada

Para enjugar su destino…


Nunca llega la Esperanza

Por estas fechas del frío

Sóla, a la tierra que lleva

Su nombre tan bien escrito.

Escrito sobre la Gracia

Que en San Roque dio cobijo

Bajo palio de esmeraldas

Y flores de cera en rizo.



Nunca llega la Esperanza

Sin portal ni villancicos

Sin ángeles por la ronda

Ni pastora en Capuchinos

Ni sol por donde no quepa

El resplandor de su Auxilio

Que en la Trinidad se ensancha

Gloria de Dios uno y trino

Para abrirle a la Esperanza

Las puertas del paraiso…




Después si triste la vieras

bajo el arco florecido

En navidad de centuria

Que dicta sentencia a Cristo

Verás que nunca está sóla

Bajó del cielo…, allí mismo…

Para acercarnos la mano

Con el nombre que Ella quiso

de-Esperanza Macarena-

para invocarla sus hijos.



Y así, cruzó río y puente…

¿habrá un Belén más bonito?

Que el que rodea la Esperanza

Entre orilla y caserío

Cuando se adentra en Triana

Buscando el Portal castizo

Donde su Esperanza alumbre

Como Faro prometido

Los siete mares del mundo

Gloria del recién nacido.




¿La Esperanza viene sóla

Sóla… algún año la has visto?

Si es Clemente Expectación

Antífona del altísimo

Que encierra todo el Amor

En el ascua de su círculo.





lunes, 13 de diciembre de 2010

Dale la vuelta al bombo

La depresión de Navidad, son unos síntomas –que no enfermedad- que padecen los que aman, han amado y seguirán amando por encima del amor anunciado a precio de fábula, gentilmente empaquetado para regalo y expuesto maquinalmente en los escaparates –estratégicamente- con toda la parafernalia de la luz y el reclamo publicitario. Lo padece la madre trabajadora, pero no el prototipo de madre trabajadora de diseño, que aparece en los infumables anuncios superbienvestida, dando el desayuno a la prole y marchando a su oficina conduciendo un monovolumen o 4x4, que regresa al hogar, pasa la superaspiradora, se cambia a ropa deportiva, se marcha al gimnasio y vuelve para servir la cena de los embutidos, la lechuga y el queso blanco, sino que la padece esa otro ama de casa que trabaja más de ocho horas a turno partido (limpiando portales, escaleras; cosiendo, cocinando para un regimiento, etc., etc –ya me entendeis-) que regresa a su hogar para servir a sus hijos maleducados por deformación maternal, que después de que estudian ó no estudian; trabajan ó no trabajan, la esperan en el sofá acogidos a la ley del mínimo esfuerzo con la célebre frase de bienvenida: “mamá, que hay de comer”. La padece –como escribo- esa mujer, que después de sufrir los estragos de una jornada laboral estresante, se siente culpable de que sus hijos no sirvan siquiera para abrir el frigorífico y apartarse la comida que dejó dispuesta en un “taper”, aduciendo únicamente en su defensa: “hijos míos, ni siquiera sois capaces de echarle un vistazo al frigorífico y calentaros en el “micro” la comida”. Esta depresión la padece también el marido o la pareja sentimental, que acogiéndose al beneficio del machismo, como así a la susodicha ley del mínimo esfuerzo, se afana en ayudarle lo mínimo –porque como hombre- no está en su guión poner lavadoras, tender, doblar ropa y preparar el guiso para el día siguiente y aunque pone todo su empeño y se solidariza con su mujer, le puede la comodidad y aquella antigua añoranza materna, de que los hombres eran los reyes de la casa. Esta depresión también la padecen las familias monoparentales que se ven absolutamente solas a la hora de administrar los escasos medios económicos, hacer la lista de la compra y pensar en los regalos imposibles que quisieran para sus hijos y también la padecen los parados resignados por el mal de muchos (quien no tiene un parado en casa –ascendente o descendente miembro o miembra familiar); los parados que han agotado el indecente subsidio o la prestación del recorte anunciada y viven, malviven o subsisten en casa de sus jubilados padres, comiendo de la pensión. . Naturalmente hay caso de excepción –como estados de alarma- aunque estos ni sienten ni padecen la depresión, porque todo en sus lujosos hogares es de ensueño: de ensueño la decoración, de ensueño el belén con figuras carísimas, de ensueño el aroma a incienso y el ambiente de Paz reflejado en magnífica cristalería y vajillas cartujanas; en fín que la niña canta en el pijolero coro rociero de la hermandad de los acomodados y no para de ensayar y cantar por las calles en belenes céntricos, los rancios villancicos de la barba rasposa del bueno de San José. En cualquier caso, todos estamos metidos en este bombo de la Navidad, igual que las bolas de la lotería más famosa del mundo y en algún momento de la noche de Paz por excelencia, sentiremos en nuestro interior, el ruido ilusionante de esa bolita que canta la diosa fortuna para los más agraciados o hace vibrar de emoción a los más desafortunados, los que se sienten tan solos a pesar de estar tan bien acompañados en su lucha contra la depresión. Feliz Navidad.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Los gozos

Todo lo bueno y lo malo, arranca de la niñez que es el patio del colegio donde jugamos . Para bien o para mal, alguien muy querido o muy odiado, nos inculcó el cariño, la devoción o el rechazo a lo que con el tiempo se convirtió en tradición u olvido. En mi caso el patio que recuerda naturaldesevilla en esta noche destemplada por el redoble del viento y la lluvia, era del Colegio La Salle, para más señas, bajo la advocación y el patronazgo de la Purísima. En fecha tan señalada, la memoria escoge el camino más corto para emocionarme con esas cosas –que por increíbles y fantásticas- son más sencillas de lo que parecen. Se trata de soñar en esta noche inclemente, rozando con la punta de los dedos de un niño, las estrellas de aquel camarín celeste, donde la imagen de la Pura y Limpia relucía en el máximo esplendor de la capilla Lasaliana. Después alguien que hablaba con el corazón más que con el entendimiento, nos envolvía con la historia sagrada de la joven doncella desposada con José. Aquella a la que el ángel del Señor anunció con el Dios te Salve, María; la pintada en plena gloria por los pinceles de Murillo; la sevillana cieguecita de Martinez Montañez; la musa de Alonso Cano; la mil veces copiada, cincelada, labrada y concebida como apoteosis de las Bellas Artes. Y no era más que una joven, piadosa, discreta y humilde, como aquellas mujeres de carne y hueso que nos acercaron al altar de su Belleza y nos enseñaron a rezar, juntando las palmas de las manos, al admirar su imagen cargada de unción. He aquí el principal misterio, en el que mis cortas luces, alcanzan a descubrir la Inmaculada Concepción de María, por encima de subterfugios y enrevesados misticismos. Ella representa la Plaza del Triunfo de la humildad y por eso la corona en su cima, como Pura y Limpia alegoría de la tierra que lleva su nombre por lema. Cuando todo resulta confuso e impensable, Ella continua siendo Virgen –siempre Virgen y Madre, presente en las esquinas de azulejos con la leyenda extendida por las coplas de Miguel Cid, a lo largo y ancho de esta ciudad; reluciendo más que el sol en el jueves del Corpus y llenando las parroquias, iglesias y monasterios con la luz del medio día de la gracia. Todo arranca desde la niñez y confluye en la desembocadura de una sola mirada. No es preciso levantar los ojos para adivinar la altura de este día de gozo, basta sólo gozar de esta fe aventajada y traviesa tan naturaldesevilla, que cree en lo que no ve, porque sólo las elegidas, pueden llegar a creer lo que están viendo.






jueves, 2 de diciembre de 2010

Carta a Diciembre

a Adrián:




Querido Diciembre, hoy me acuerdo de todas aquellas personas, por las que no hago otra cosa que pensar en ellas. Y no hago otra cosa, no por falta de ganas, ni medios, sino por que como bien me increpa alguien que me quiere muchísimo, no sirvo más que para mirarme a mi mismo. Propicio es el mes que nos alumbra, para hacer cura de humildad o practicar la falsa virtud sinónimo de la modestia –modestia aparte- te voy a confesar mis cuitas y el que se las crea que las compre (a Dios gracias por su generosidad y comprensión) y el que no se las crea, que lance la primera piedra (como dijo el profeta). Quisiera dedicarle esta carta a Adrián, un joven pariente al que Dios sabe y pongo por testigo, que profeso una admiración radiante y sincera. Hay personas en la vida, que, por diferentes circunstancias que no vienen al caso, solo necesitan cariño, el cariño entendido en la extrema dedicación de una madre y en la labor callada de un padre, que aunque parezca que no haga nada por sus hijos, sus hijos saben que el padre está ahí, sosteniendo económicamente a la familia o simplemente dando la cara con su presencia e implicación. Pero cuando a una persona como al joven Adrián, le falta el cariño de un padre y más concretamente la presencia del mismo en cuanto al abandono inexcusable de sus obligaciones y deberes con respecto a su hijo, es tan probable como cierto, que Adrián se sienta apesadumbrado y herido en lo más profundo de su corazón. Así es, pero Adrián bien lo disimula con su ejemplar conducta y el ejercicio diario de una exquisita educación que brilla por su presencia. Adrián se ha vuelto en espécimen monoparental que sin dejar de hacer lo propio de la edad del pavo, vela y razona los problemas del hogar y se implica en las labores encomiables de su madre, ejerciendo de hijo-padre y marido de circunstancias. Como todas las víctimas caídas por la crisis generacional, ha tenido que pasar de vestir prendas de marca a buscar la marca de las prendas entre los stands de las grandes firmas en liquidación, pero Adrián no ha bajado la guardia ante las adversidades, continúa esquivando los golpes de desatención que le propinan los estudios y se machaca diariamente para vencer el combate aunque sea por puntos. Parece un chico introvertido y solitario, hogareño y enganchado a los roles informáticos de la red de redes, pero atesora buenos amigos desde la infancia al tiempo que cultiva sus pasiones heredadas, como la religión que profesa a su Real Betis Balompié. Me acuerdo mucho de Adrián, quizás sea por lo poco que me preocupo por él, sobre todo cuando lo observo en esos momentos de complicidad y desenfado, que vive cuando mis hijos (sus primos) se reunen; ahí es donde siento por él un cariño, respeto y admiración que revuelve mis entrañas, aflorando los peores deseos que un ser pueda sentir hacia un padre tan indolente, orgulloso y desgraciado que no sabe bien lo que se pierde. Dentro de pocos días, Adrián montará su Belén, aquel entrañable belén de plástico, corcho, papel satén y serrín, que grabó de pequeño en su memoria y de la mano de su hermano jóse, bajo el auspicio ingenioso del abuelo, consiguieron ponerle el río, cuyas aguas acciona la bomba de una vieja lavadora. Y cuando nos reunamos todos –un año más- la noche de paz en familia, Adrián volverá a deleitarnos con su ritmo y compás en el toque de la “caja” y hacernos destornillar de risa con la interpretación magistral de sus chistes al compás de bulerías y flamenquito. Entonces en el fragor de la fiesta, pensaré una vez más, transido de emoción al mirarlo, que Adrián, daría –a pesar de todo- la mitad de su vida, por que estuviera presente, el innombrable de su padre. Pero claro: cuesta tanto una simple llamada y es tan difícil un gesto de perdón…a ver lo que pudieras hacer este año –venturoso Diciembre- yo que tanto confío en ti.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Me pones

Es fácil hablar contigo; total para lo que escuchas: por un oido te entra y por el otro te sale. Es como hablar con la pared, tu juegas con el tiempo, a nosotros nos falta tiempo para suspirar por ti. Repasamos tu historia –según el día a día de los sucesos que te acontecen- y tu la escribes a tu antojo con el preciosismo de tu letra gótica, haciendo posible que lo imposible se convierta en joya que te cae como anillo al dedo de tu exquisita mano. Serás bella mientras los ojos del hombre te miren seducidos por tus encantos y como tal, mujer fatal, desagradecida con los que sucumban ante tu graciosa majestuosidad. Pero es igual, estamos acostumbrados a amarte desinteresadamente, del mismo modo que nos muestras la salazón de tu indiferencia, aunque muchos se afanen en sembrar vientos donde sólo tiene cabida la venganza de tu eterno esplendor de primavera. Muchos son los llamados por tus encantos, pero poquísimos los elegidos profetas en la tierra que tan sólo en el cielo aman mejor. Cuantos de idéntico modo te quisieron –desde el silencio de tu antigua madrugada- obligados a tejer en la distancia un manto de cardos y espinos en campos donde tu memoria siempre escogía el camino más corto para herir el corazón. Si fácil es hablarte, desde el desierto donde la voz se pierde sin el eco de tu respuesta, más fácil resulta escribirte, porque ahí es donde tu te miras, para presumir, como vieja dama, ante el espejo; insurgente y altiva, te reconoces, hecha pura literatura. Sabes que a las puertas de tu templo, se han dispuesto los “mercaderes” a especular con tu sagrado nombre; bacanales de híspalis con las mejores cosechas de la mar marisquera allende bonanza. Son los nuevos patricios paniaguados, que otrora predicaban desde el ágora: dignidades de tierra, trabajo y libertad. Siempre fue así, mientras duraron los regímenes y el de ahora no iba a ser menos, pero no tengas cuidado, Tu a otra cosa: te sienta bien el vestido gris de este otoño y por San Juan de la Palma la Amargura es más dulce, cuando extiende su mano de miel, señalando el camino de la Esperanza. Allá tu con tu gloria que a nosotros nos queda la dicha de soñarte.  

viernes, 19 de noviembre de 2010

El Chino de mi barrio, es particular...

Agueda, es la propietaria de dos bares de mi barrio. Uno de ellos es el típico, café-bar convencional, de parroquianos y el otro, una cafetería, confitería, salón de té –magníficamente decorado, estilo mudéjar emulando la “alhambra”. Con el primer bar, Agueda –a fuer de trabajar más de doce horas y no cerrar los sábados, domingos y fiestas de Guarar- amasó fortuna, gracias a su sacrificio y su buen olfato como inversora en bienes inmuebles. Cuando Agueda llegó a cierta edad, que muchos consideran incierta (entre los 50-60 años) y en plena facultades físicas y mentales (Agueda es una persona emprendedora, autodidacta y enamorada de su trabajo y la atención al público), seguramente apremiada por el ultimátum que le expusieron sus hijos en el sentido de no colaborar más con ella al frente de los bares, habida cuenta que gozaban de  propia independencia laboral y económica y ella misma no tenía otra necesidad que la mera vocación para seguir al frente de los negocios, Agueda puso en alquiler ambos establecimiento y se dedicó a gozar de las rentas que le ofrecía su bien merecido patrimonio. El bar convencional, se lo alquiló a un vecino del gremio de hostelería: “Miguelito, el gordo”. Al principio, “el Gordo”, regentaba el bar (que siempre funcionó como la seda) de manera solícita y entregada, aportando una carta de “montaditos” que hacían las delicias de la clientela y abarrotando la terraza en verano con sus deliciosos caracoles. Pero poco a poco se fue apagando la ilusión del “gordo” –no acostumbrado a trabajar más de ocho horas seguidas y traicionado por su verdadera pasión: la pesca, afición que regularmente le hacía dejar el negocio en manos de los empleados. Así “el gordo” comenzó a cerrar en las horas muertas del bar así como a imponer a la clientela, la costumbre de echar la persiana del local,  pasadas las 11 de la noche en invierno. La variedad de sus famosos montaditos, se fueron cayendo paulatinamente de la carta y sus especialidades no mantenían la regularidad demandada por los clientes. Los incondicionales de dicho bar, considerado como el bar de andar por casa de la vecindad –entre broma y en serio- promovimos la campaña de recomendaciones y quejas hacia la actitud que estaba mostrando nuestro querido “Miguelito el gordo”, aconsejándole siempre, que esas no eran "maneras" de llevar un negocio que había sido todo una institución, en cuanto a lugar de convivencia, encuentro y celebraciones caseras del vecindario.  Pero el “gordito feliz” siguió en sus treces, desatendiendo cada vez más la fama y clientela del local, hasta llegar a la situación actual, que lo sume, en un deprimente ambiente de abandono, donde sólo acudimos los incondicionales herederos de Agueda, guiados por la nostalgia del cafelito de la sobremesa y la guasa sana de poner “al gordo” como los trapos…

A todo este relato, sucede, la recién apertura de un “Bazar Chino” al lado del referido Bar, que a dos meses de su inauguración se ha convertido en lugar de peregrinación del barrio, con éxito clamoroso de crítica y público, lo cual se traduce en pingues ventas. La parejita de jóvenes chinos que lo regenta, se ha ganado al personal, por su simpatía, amabilidad y buen servicio (virtudes todas procedentes de la disciplina y talante oriental. ). Mientras que nuestro amigo “Miguelito el gordo”, abre solo el bar, para los desayunos y el café de por la tarde, habiendo sustituido el tanque de salmuera por botellines para abastecer a los Rumanos, afro-portugueses y cubanos que dan de mano de obra barata en la construcción, nuestros amigos del Bazar Chino, se afanan y desvelan por abastecer nuestras necesidades, tomando nota hasta de los pedidos nuevos que nosotros mismos les solicitamos. El otro día observando el distendido ambiente que se respiraba en el Chino, protagonizado por la algarabía de mis alegres comadres en comunión con las carcajadas afines de los amigos orientales y una muchacha rumana que parece haberse criado en Triana, me contestaba a mí mismo, que esto sí que era verdadera “alianza de civilizaciones”…pero –ojo al dato- cada vez existen menos Aguedas en los barrios y más hacendosos extranjeros.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tres cuartos al Pregonero



Como cada año, suelo dar mi opinión acerca de la persona designada por el CGHHCC, para pronunciar el pregón de la Semana Santa. Tal vez pueda ser debido a, que pienso poco lo que digo,  que voy a expresar lo que pienso: en primer lugar felicitar sinceramente a la persona designada en esta edición, D. Fernando Cano Romero, para a continuación desearle la mayor de la suerte, pues como “cofrade de Sevilla” –no digo ya, sevillano de nacimiento, creo que supone el mayor de los honores. (que se meta la mano en su pecho o la descanse sobre los evangelios, quienes –de cuantos escribimos y nos atrevemos a expresar lo que sentimos por y para la “vieja dama”, no nos gustaría alcanzar la cima, donde la esencia de la misma ciudad entera se sienta, para escucharte y ser escuchada). Pero como ocurre cada año, independientemente de los merecimientos y la personalidad del designado, siento la inquina de cuanto rodea a este desconcertante “mundillo de las cofradías”, derramarse por los rincones de esta ciudad de la falsa moral y el histrionismo. El ronroneo de los que. creyendo haberlo descubierto todo, se inventan ahora la mañana esplendorosa del Pregón, para dedicarse a visitar los Templos de los tradicionales besamanos, huyendo de las multitudes vespertinas, porque afirman –“sensiblemente contrariados”- que ya no creen, ni en el mero acto institucional del Pregón, ni mucho menos le apetece, escuchar –una vez más- la lotería del Pregonero. Me exaspera este tipo de cofrades del “ji-ji-ja-ja”- pseudo aprendices de sabios- maestros de las cortinas de humo, que luego se dedican a escribir o despotricar, en función de la ventaja que le dé el éxito o fracaso crítico del Pregonero. Claro que si el Pregonero, forma parte de su círculo, hermandad, tertulia o blog-facebook  favorito, la campaña a su favor será tan estrambótica como desproporcionada.  Pienso que en las últimas décadas, se ha producido un fenómeno indeseable de desprestigio y hasta difamación de un acto que en sí suscita la mayor expectación de vísperas y abre al mismo tiempo las puertas a esa gloria efímera que vivirá la ciudad del brazo de su novia la primavera. Es fácil acusar a los medios de comunicación, en estos tiempos, donde las redes sociales y el directo llega a meterse en nuestras vidas controlándolas como si de un “reality-show” se tratase. Así sabemos de ante mano que los futuribles pregoneros tienen nombres y apellidos, que forman parte de una lista que se va filtrando por tertulias y saraos, webs, blogs y el “gran hermano de Factbook”, hasta hacer pleno en las quinielas del capirote con aviesa intención, dejando en evidencia –el que debería ser factor sorpresa del órgano competente-. Lamentables circunstancias que se vienen sucediendo y dejan en un segundo plano a la persona designada oficialmente, quien con nervios y temple de acero (aunque lo desmienta en público), tiene que enfrentarse a todo tipo de comentarios. Algunos dirán que todo esto es bueno, que obedece a la libertad de expresión y los privilegios de la democracia, pero el asunto llega a peores, cuando se revisan los foros de opinión y se utilizan las malas artes del lenguaje soez con toda clase de arbitrariedades y descalificaciones. Mi opinión personal y resumiendo, es la de que siento verdadera vergüenza ajena, tanto de los enteradillos que esperan agazapados los acontecimientos, como de los detractores a ultranza, que no dan ni siquiera el beneficio a la espera; a la escucha, a la vivencia en sí de tan emotivo acto y han perdido la ilusión para sembrar en ella el erial de la duda, duda siempre y cuando sea razonable y lo más razonable es pensar que D. Fernando Cano Romero, será el Pregonero esperado, que nos anuncie los días de la mayor gloria de Sevilla.  

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