martes, 8 de febrero de 2011

Memorias del Tiempo



Fue como si la belleza superase a la belleza. Cosa harto imposible, pero no baladí en la ciudad de la gracia. Divagaba por la mañana azul presumida para los días del gozo y todo me acercaba hasta la cita ineludible. Me llevaba la luz, por la estrechez sinuosa de las sombras señalando el camino hacia la luz de tu rostro. Me elevaba la dicha hasta el paisaje cenital donde torres y espadañas dibujan el encuadre del sueño.
 Oía el murmullo de las voces del mundo comentando la cruda realidad que los hombres se empeñan en recordarnos; la gloria efímera de quienes aseguran que no hay plano superior que eleve a los hombres que no saben posar los pies en el suelo. Me veía rodeando el mundo en medio del caos, conciente que la distancia era igual desde cualquier punto, hasta el punto que Ella me señalaba. Aunque a nadie le extrañe tal desasosiego, Sevilla me seguía engañando; fiel y absorto, era tal la claridad del pensamiento –que aquella que me conoce como de haberme parido- lo leía en la transparencia de mi frente. Y entonces te ví –llegó la hora- fiel a mis presagios, pero superando todas las expectativas: Mi morenita del cielo de San Román bajo el que me crié. Mi virgen de mirada terciada, recogida, ensimismada; mi preciosa canastera de manitas de cera, la que cura mis Angustias que son tuyas, mis penas y mis glorias que también son las tuyas, cuando el vaivén de la vida las mece, como airosas bambalinas de tu pinturero palio. Las ansias del momento, me robaron el beso que no pudo enjugar  la filigrana de tu pañuelo; como un poseso, se dispararon mis anhelos en forma de fotos; miradas que archiva el corazón en el albún del alma para siempre; miradas que se graban en el tiempo, para no perderse la magia del momento, mientras musitaba en los adentros,  la parte más bella de la salve: Pues sólo un Dios se recrea en tan graciosa Belleza. Poco a poco fui recobrando la realidad sin perder un ápice de recogimiento.
 La gloria no es el final –hay algo más sentado a la derecha del Padre- en la capilla Sacramental, sobre las especies del pan y del vino, me aguardaba lo mejor de nosotros mismos. El Señor de la Salud, presidiendo aquel altar –donde la memoria- escoge el camino más puro para emocionarte; la tierna infancia, los recuerdos; la imagen imborrable que te acerca un Cristo, que en San Román dejó el corazón “partío”…por la saeta al cantar reflejada en el cristal de los guardabrisas más flamencos del mundo. Ayer como siempre, donde la belleza supera a la belleza, me encontré de nuevo contigo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Santa Catalina, ¡YA!


Hace tiempo que quería escribirte y el miedo me convertía en ruina cualquier conato de inspiración; el miedo se hacía rutina solidaria de tu estado de dejadez, de tu abandono, de la desidia que escarba con su dedo acusador, un caliche más de tu desconchada ruina. En las tejas reparadas de tu techumbre, está la patata caliente de los poderes públicos, la piedra arrojadiza que mutuamente te han lanzado las instituciones responsables de tu conservación. Con la Ley en la mano, Patrimonio evade el compromiso con las arcas vacías de fondos; con la norma en la otra, la Junta hace tuya su ruina con la malversación de sus subvenciones; con la socarrona impotencia de las arcas vacías y su buena voluntad, el Ayuntamiento y Palacio se personan como verdaderos fantasmas en la causa y todos, amparados por el pacto de un silencio vergonzoso, caen en la trampa de la cruda realidad del fracaso. No esperemos por tanto que caiga la breva –ahora que se acerca la cantinela del “vamos a contar mentiras” de Mayo-, somos NOSOTROS, los ciudadanos, los sevillanos, la población civil; los hombres y mujeres de “a pié”-de calle-, los que tenemos que movilizarnos; hace tiempo que lo hicimos, el mismo tiempo que perdimos en escribirte con nuestros lamentos, con nuestras tinta hecha goterones de lágrimas y quejas vertidas en blogs, webs y artículos de opinión bajo el lema SALVAD  SANTA CATALINA. Pero nuestra acción no tuvo la reacción esperada o al menos cayó en la trampa de la política que tiene el arte de no cumplir sus promesas de oficio. Varias son las páginas, que en las redes sociales, abanderan la causa de nuestra vergüenza; las voces se elevan y conjuran, desde los medios de comunicación locales, parece que todos estamos dispuestos a la lucha, pero nadie coordina la general indignación. Se hace preciso una cabeza visible que nos guíe en esta cruzada, como lo fue en el Salvador, el ingenioso hidalgo, Joaquín Moeckel .Alguien que se suba en el púlpito de esta Sevilla rancia, para arengarnos, con remedios tan poco artificiales como –un euro por cada cofrade y capillita; otro por una cervecita de menos en “el tremendo”; otros tantos por el tabaco que dejamos de fumar; el de más allá por cada hermano costalero; el otro por las comisiones que cobramos por el mangaso; el CGHHCC por la fundación tal; los colegios de profesionales por la implicación cual; el Ateneo, los círculos mercantiles, industriales, Asociaciones, Clubes y un largo etc., que se sientan implicados en esta vergüenza colectiva contra el patrimonio memorial, inmemorial, artístico, histórico y sentimental, como es la Iglesia de Santa Catalina, donde como diría el más rancio de los profesores: “se puede impartir sin salir de allí, la más extensa clase de historia del arte”. Más que de escuchar de nuevo el “cuento de la lechera política”, ahora  lo que se trata es de pasar a la iniciativa –como decían nuestras venerables abuelas- hacer la cuenta de la vieja, con nuestras propias manitas: SALVAD SANTA CATALINA, ¡YA!    

sábado, 29 de enero de 2011

¡que lástima!

¡Ay, Sevilla, qué lástima!, ciudad de las sonrisas extasiadas, la palmadita en la espalda, pero también la “puñalá trapera”; ciudad que se rinde a la evidencia de las vanidades y a la vanidad hecha evidencia, ciudad de las piadosas mentiras expuestas en los “besamanos” patrocinados por el ´regimen que tienen que adoptar obligatoriamente,  los que quieren pasar por las “horcas caudinas” de la propaganda, para hacer realidad sus sueños. ¡Que lástima!,  de que, hasta de la independencia intelectual de los blogueros -se aprovechen- para organizar una Gala, donde las medallas y los galones, no fueron exactamente para los blogueros  galardonados, sino más bien, para ponerse los galones,  aquellos que la patrocinaron.  Si es verdad, que el antiguo teatro Alvarez Quintero estaba abarrotado, teniendo en cuenta la escasa capacidad de su aforo; si es verdad que estaban todos; pero todos los que mantienen a Sevilla en el estado más lamentable de podredumbre y abandono; estaban TODOS, los que convirtieron “facturas falsas” y fundaciones como “DeSevilla” en subvenciones para recolocar a “paniaguados” y estaba sobre TODOS, el Alcalde que viajó a Alemania a por madera, para alucinarnos con su proyecto faraónico, en su calidad de bloguero anónimo con nocturnidad y alevosía. Pero sobre TODOS, estaba aquel concejal –que si mal no recuerdo- prometió a los blogueros de Sevilla, la restauración inmediata de Santa Catalina ¡ay, Santa Catalina…que lástima! Pero no importa –como diría un rancio anque estuviera en Nueva York: el fín justifica los medios de dos emprendedores, que han sabido buscarse la promoción de sus “dulces proyectos” con el caramelo regalado que le han puesto en su boca los próceres. Mi corazón, severamente resentido –como bloguero de Sevilla- se alegra por los compañeros que recibieron el premio en sus distintas modalidades y sobre todo se alegra sinceramente, por una Dama de sevillano nombre –que en el mar revuelto de la propaganda política- recibió el galardón, más merecido de todos y eso sí que merece el respeto que nadie le puede quitar. Pero así es la vida, mientras los protagonistas celebran el éxito mediático de la gala, otros nos preguntamos si acaso no fue un fracaso, para el resto de blogueros en general, ver allí, tanta propaganda derrochada para justificar la presencia del régimen que patrocinaba la Gala.  

viernes, 21 de enero de 2011

SE BUSCA

Te dicen muchas cosas, desde el amor y su sombra de odio, donde se ven las telarañas de la envidia el rencor y el despecho. Te dicen que eres cuna del arte, emporio de historia, debilidad de tus conquistadores conquistados por la realidad de cumplir en ti sus sueños. Te dicen ciudad de la eterna, primavera donde yacen los enamorados que vuelven a abrazar el árbol grabado con sus corazones traspasados. Te dicen que te quieren tanto,  que son capaces de sacarte los ojos en un vano intento por destruirte con las manos ambiciosas del poder. Porque saben que eres invulnerable, intentan convencerte con la leyenda de –invicta- porque saben que eres noble, se envilecen tus regidores poniendo precio a su nobleza; porque te llaman heroica, se avergüenzan los que se consideran héroes de sus propios intereses; porque te saben leal, mienten como bellacos tus aduladores impávidos. Pretenden hacer de ti lo que no eres, aprovechando que nunca has querido defenderte con las armas de doble filo, sino con la estética de una palabra cincelada por la gubia y el tás  de tu arquitectura crudamente profanada. El tiempo que pierden los que difaman a diario tus hechuras, intentando regir tu destino con políticas que nunca son de tu talla, corre a tu favor y juega en contra de los que pone n en evidencia tanta ignorancia. Dicen tantas cosas de ti sin conocerte que da pudor resistirse a semejante nivel de arrogancia. Pese a todo, nada nuevo bajo el sol que sale por tu alcazaba, todo permanece igual en la inmortal secuencia de tu piel barroca; puro renacimiento sentado en las gradas, mascullando el malvivir de una picaresca esperando el descuido de una nueva primavera que nos haga mirar para otro lado. El que no te conozca que te compre, o mejor dicho, se venda al mayor postor de sus propias mentiras, porque tu ya no crees en nadie, sólo te queda la fe de tu impoluta imagen, que vale más que las mil y una noches del cuento de sus palabras. Pronto llegará  Mayo, una nueva oportunidad para que tus muchos pretendientes, representen sobre el escenario de tu piel sensible, la escena del sofá de D. Juan Tenorio: “no es verdad ángel de amor que en esta apartada orilla”…claro que tu, seguirás anestesiada por el aroma de Abril que hace que eternamente cumplas los diecinueve años de mocita por San Gil, encandilada por la luz que te hace vivir continuamente en vísperas, mirando al otro lado de tu realidad incierta, perdida en el paraiso que  supiste construir,  para olvidar tantas promesas incumplidas.   

miércoles, 12 de enero de 2011

Anoche cuando fumábamos


Comencé a fumar a la hora de la siesta, cuando el silencio se imponía por imperativo del asfixiante calor de las 3 de la tarde, más que por la prohibición expresa de cualquier vecino del patio. Robaba un cigarrillo del paquete de “goya” que dejaba mi padre en el aparador y lo encendía con esas ansias de morbo y placer que siente uno, cuando realiza las cosas a escondidas. La primera calada transgredía mis constantes vitales, produciendo ese rechazo compulsivo en forma de tos que se iba suavizando progresivamente al contemplar alucinado las bocanadas antojadizas que dibujaba el humo. Fumar es un placer, genial, sensual; un fetiche con música de cuplé que interpretaba la Montiel desde el diván de las fantasías censuradas. Fumar era el complemento del traje de domingo que había que vestir para parecer más hombres, cuando éramos tan jóvenes que compartíamos el paquete de “Vencedor” entre dos. La mujer del “César” nos servía de ejemplo con la máxima que le acuñó séneca: “no sólo hemos de serlo, sino de parecerlo”. Conocí a mi novia fumando en el portal, mientras distraía a sus pretendientes abrumando su belleza con el humo de un cigarro. Echamos juntos el cigarrillo de cogernos de la mano; el cigarrillo del primer beso, del ritual melifluo de las primeras caricias soñadas, del después de hacer el amor embriagados por la magia de la inexperiencia y así llegamos- desde el compartir aquellos cinco sentidos en forma de cigarrillos, hasta la compra del paquete de “fortuna” al precio de 35 antiguas pesetas-. El tabaco formaba parte de nuestras vidas, como el bolígrafo; uno para expresar los sentimientos y mis inquietudes de poeta, el otro como complemento irrenunciable, donde  absorber los espacios en blanco de mi mente, transformándolos en inspiración en cada calada. Nunca consideré al tabaco como un vicio, a pesar de que fuera perjudicial para la salud, no parecía afectarme y si me afectaba, era mayor el efecto sedante que producía en mi mente, que la causa nociva que pudiera originar en cualquier órgano de mi cuerpo. Acompañó las extremas soledades de las salas de espera, al final del túnel de la esperanza, cuando se ve la luz de la llegada del primer hijo; fue como la letra del ínclito Serrat, que me recordaba en los momentos fatídicos de la insatisfacción: “enciendo un cigarrillo y otro más/un día de estos he de plantearme/muy seriamente dejar de fumar/con esa tos que me entra al levantarme…¡Ay!, si nos devolvieran ahora el caudal del tabaco consumido a lo largo de nuestras vidas: un auténtico capital, que estoy seguro nos sacaría de apuros, sin embargo como en la poesía melódica de Rosa León, precedida por los incensarios que bailan al humo perfumado del tabaco de nuestras vidas; “tanto amor quien nos lo quita/tanta dicha, quien nos roba”. Y ahora que cada uno saque sus propias conclusiones sobre la controvertida Ley antitabaco y las consecuencias y encontronazos que está surtiendo en nuestra sociedad. Servidor, desde primeros de año, hizo el propósito de reducir al máximo el consumo hasta dejar de ser ese fumador –más romántico que empedernido- que les escribe. De momento lo estoy consiguiendo de la manera más romántica: depositando en una hucha los 4€ mal contados del precio de una cajetilla y como la ilusión es mucho más fantasiosa que la abstinencia, ya sueño con estrenar túnica de nazareno.

viernes, 7 de enero de 2011

Ser y Estar


La razón de ser bético es, que merece la pena; la pena de pasar del infierno a la gloria en el paripé de un partido o de la gloria al ridículo en el fugaz tiempo de descuento. La pena de sufrir la nada de un amago, el reflejo, la finta, el arabesco, la alucinación de un espejismo que te deja estupefacto. Ser bético es estar como el verbo irregular en continua oración, conjugando el he sentido; el has llorado; el ha gozado; el hemos sufrido; el habeis clamado y el han estado. Estado que se transforma en energía desde el pretérito –hemos estado- hasta el futuro perfecto: del siempre estaremos, por presente de indicativo: yo soy del Betis y nada más espero en ese estado suyo de la buena esperanza. Y así, como siempre ha sido, surgiendo del mismo limbo de su propia nada, reaparece como el –ave Fenix- de las propias cenizas de sus malversadores, de lfalso evangelio de sus mesías, del discurso soez de sus cenadores, para fundirse con la afición y hacerse el verdadero equipo que nunca dejó de ser, aunque estuviera muerto; rendido, arruinado y sus jugadores soñaran el sueño de los mercenarios, antes de caer rendidos  por el peso aplastante del real  escudo de las trece barras. Sí, trece barras –trece- para vencer a la superstición  con sus propias armas, para vencer al maldito dinero con la cal viva de la preferencia hecha leyenda proclamada por Benito Villamarín; para satinar con el verde vivo, las vigas de un colosal estadio que le queda pequeño y ridículo, ante la grandeza de la caseta del marcador de gol sur. Y porque entre otras muchas cosas, ser bético, es no descender nunca, aunque se baje al infierno, ni perder la categoría aunque se descienda a segunda, ahí está el Betis –como siempre- hecho una piña colada por su afición: la que dice Mel y grita ¡gol!; la que lleva en volandas a Rubén Castro hacia la gloria y le está labrando un capitel corintio a su columna vertebral –Hércules Portllo- para hacerle un monumento en la media punta del césped.  Pero, poco a poco…sobre los piés –como los buenos costaleros- sin correr que es cosa de cobardes, desde la yerba y sudando la gloriosa camiseta, que el camino es largo y el mundo dá muchas vueltas. La razón de ser bético, no es sufrir, que también,  es merecer la pena y llorar de alegría y emoción por no dejarnos nunca indiferente, ante esa "leyenda que recorre el mundo entero".


martes, 4 de enero de 2011

Donde todo comienza



Allí donde la ciudad guarda lo mejor de todos nosotros, coincidiendo con los nobles deseos que se renuevan con la llegada del año, sin treguas de fiesta y resacas, el portal de Belén, se ha transfigurado en sagrario de plata y la cuna en Cruz para el que “todo lo puede”, presida su anual y solemne Quinario. Allí en San Lorenzo, la navidad alcanza la cima intangible donde reina la Ilusión: la Epifanía o manifestación del Gran Poder de aquel Niño-Dios al que fueron a adorar los Reyes magos. Apenas horas, para que el Heraldo Real, salga al encuentro de los niños de Sevilla, para recoger las últimas cartas de la ilusión, la misma ilusión se encarna en humildad revestida con túnica persa, aguantando el peso que a todos nos cansa y agobia para que nos aliviemos con la Luz de su rostro. Antes que el Niño fuera entronizado en la carroza del Portal viviente de la Cabalgata; la primera cofradía multitudinaria que recorrerá las calles abarrotadas por la bulla más exultante e inocente, Jesús hecho hombre, nos espera en San Lorenzo –donde todo comienza- . Antes de recibir las llaves de la ciudad sus majestades de oriente; la estrella de la ilusión apuntó hacia la basílica y allí fundió sus brillos en el crisol de las manos que abrazan todas nuestras penas y dolores; antes que fueran coronados los Reyes, El Señor hizo digna la sierpes de su corona de espinas, para el perdón y la reconciliación de todos los hombres; antes de ser lanzados los primeros caramelos al cielo de Sevilla, El lanzó su secular mensaje de Paz en la tierra incluso a los que no conocen la buena voluntad. Todo un lujo saberlo, en la noche mágica de la Cabalgata y comprender la ilusión de cuantos hombres se despojaron de sus miserias mundanas para volverse locos como niños, y hacer felices a los más desfavorecidos; a los huérfanos de los antiguos hospicios por cuya intercesión se fundaron los pilares de esta Cabalgata; todo un símbolo de ternura, para hacer olvidar a esos locos calvitos, la crueldad de la metástasis. Lo mejor de nosotros mismos va en esa Cabalgata; lo mejor de todas nuestras edades unidas por un mismo sentimiento, por eso, en este año tan difícil para todos, sigamos a la Cabalgata –con los ojos de la ilusión de un niño- hacia donde realmente se dirige, donde todo comienza, el Portal de San Lorenzo, allá donde en sus Manos está el Poder y la Gloria.

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