viernes, 15 de abril de 2011

A tí, mujer...


… por lo que te debo. Mil años que yo viviera, no bastarían para pagarte y saldar la cuenta que tengo pendiente contigo. Escribo en el albor de la verdadera pascua, en el umbral de los días que marcan la hora exacta del gozo, mirando el reloj de la vida en tu pulsera hacendosa –mujer- ¡que te diría! Para resumir en una estrofa los versos de aquel bolero: “gracias, por haberte conocido”. Quizás no encuentre el modo, pero sé lo que quiero; lo que quiero es encender la luz apagada de tus ojos; ojos de Salomé, que esconde en su mirada la vidriera nublada de María de Cleofás; la congoja asfixiante de una Magdalena al pié del calvario de la vida. Sé que te faltan las fuerzas, que los espinos horadan tus sines provocando el dolor de la adversidad en tu cabeza, que el peso de tu cruz es aplastante, que la esponja de hiel reseca tus labios y avinagra el humor de tus palabras. Cansada de darte por entero a los demás, no guardas prenda en ti para tu talla. Treinta monedas tomo prestadas a Judas, para empezar a pagar mi penitencia; mi pecado de treinta primaveras intentando encerrarte en un mundo que no es de este mundo; un mundo que no te pertenece, porque sabes -mejor que nadie- que pasa como una exhalación y deja aquel vacío de triste realidad que aguarda al hombre. ¡Que te diría! Para hacerlo más fácil, para tocar la fibra de tu coraza fría…ya sé –cariño- mi dedo en la llaga como el Santo Tomás que necesitas para ver y creer…ese ingrato cariño que despilfarro a ciegas perdido en el laberinto inmarcesible del misterio de la vida, cuando las bellas artes convierten la ciudad en paraíso que dura el frenesí de una Santa Semana. Pero te juro que sólo a ti te veo bajo el palio de esta luz que me encandila…que tu eres la mañana de Reyes de mi domingo de Ramos; la sensación indescriptible del beso en sus manos, que son tuyas, cuando adivino el alba en tu mirada de fe por excelencia. Déjame ese minuto de poder y de gloria, esa ráfaga cómplice que arrebata tu ser, compartirla contigo, indicarte el camino –igual que Juan- se afana en mostrarle la calle a la Amargura. Sé que es mucha arrogancia, pero es otra manera de llegar al Amor, también crucificado en el árbol podado de la vida. Mi secreto –dejamé que te diga- eres tú…despojado de todas mis ataduras, con los piés en el suelo y la mirada al cielo donde imploro esa luz que ilumine el caiz de tu sonrisa.



lunes, 11 de abril de 2011

Otro pregón...


Nació hace cincuenta y cinco años, pero no ha vuelto a pregonar Sevilla con su vocablo musical y el Dios te salve; eso sí, viene todos los años –Domingo de Pasión- disfrazado con el frac de la expectación a ocupar el atril reservado a la élite de las Autoridades, Consejeros, Hermanos Mayores, Juntas de Gobierno, familiares, amigos y….Provoca la sana dependencia de mantenernos pendiente de la Televisión local –hoy macerada por el fenómeno de las redes sociales- ayer en cantinela célebre que se extendía por la salita, através de la radio de cretona. Nació hace cincuenta y cinco años en la voz atiplada de un sevillano de Osuna, que escribía versos en una servilleta del Rinconcillo, sin dejar de atender su tertulia: “al compás la cera llora” y se trenzó bajo el escenario sepia del Teatro San Fernando, el Pregón soñado que pocos esperaban y todos deseábamos escuchar. Vuelven los vencejos a columpiarse en el indecible azul de las tardes de vísperas, vuelve la luz a encajar el postigo de la memoria, pero no ha vuelto el pregonero aquel que nos hizo adivinar el alba del Domingo de Pasión. Se ha intentado todo y de hecho se superó el verbo fácil de su cadenciosa voz, con la exquisita prosa de Carlos Colón; la cacofonía de azucena con Macarena, se revistió con el damasco endecasílabo de los sonetos bien medidos por el ínclito poeta; la décima perfecta de Joaquín; la metáfora más pura convertida en programa de mano en la voz poderosa de Manuel Toro; la experiencia comunicadora cincelada en la lírica de Garrido Bustamante; la oratoria académica de Montaño inspirada en el patio de Banderas; el idilio de prosa lírica recordada en la voz de Delgado alba y tantos otros que supieron morir con dignidad cofrade y arrogancia sevillana, en el intento de cantar la Semana Grande. Pero pronto se olvida la palabra ante la venerada Imagen del Hijo de Dios y su bendita Madre, preparados para dar el auténtico pregón por las calles de Sevilla, porque el gozo de vivir y contemplarlos, vale más que mil palabras. Parace que es la hora, parecía que nunca llegaría el momento idealizado que inmortalizó Carlos Herrera con su arenga de ¡a la gloria, sevillanos!...y así pasó otro Pregón –el de este año- con más pena por el esfuerzo titánico de un hombre generoso, que se vió forzado por las circunstancias, a escribir primero y a leer después, un pregón que no estaba diseñado para su preclara oratoria. Un pregón que nos hizo mirar hacia el pasado de aquellos pregones que dormían el sueño de la memoria perdida y que volvieron a despertar en la voz rota de Fernando Cano con antiguas palabras que siempre cantan más de lo mismo. Sin pellizcar el alma ni sacudir el escalofrío del cuerpo, pasaron todas y cada una de nuestras benditas advocaciones, como sin ser vistas, porque para ello, hay que poseer el don de transmitir, de vibrar y hacer vibrar, de soñar despierto acercándonos el paraíso de lo que todos sentimos y no sabemos expresar. Nació hace cincuenta y cinco años y aún lo está esperando Sevilla; no para darle el aplauso medido y encerrado en los privilegios del patio de butacas del Maestranza; ni mucho menos, la ovación cerrada por defender el derecho a la vida,(que para los católicos se dá por sobrentendido) sino para expresarle sencillamente, el contento y el júbilo de habernos anunciado la Semana Santa que guardamos en las retinas, regada por el agua bendita de la emoción. Otro año será.



miércoles, 6 de abril de 2011

Bendición y Esperanza

"el más allá de Sevilla"

Saben los niños por el olor a incienso, que los días del gozo se aproximan. Por el redoble de tambores y los sones lejanos de cornetas, los niños alientan el deseo de acercar la Esperanza al más allá de su barrio, donde la inseguridad se hace presente en los rostros ajados de sus mayores. Lo saben los niños que aprenden pronto y bien en cualquier lugar de Sevilla, donde los tramos de naranjos, le han marcado el camino de la cofradía que siempre busca el amparo de su Parroquia. Para ellos, el Cristo de la Bendición no encuentra impedimento alguno para salir a la calle, puesto que ningún guardián de Convento, sería capaz de desplazarse a tan deprimida zona, para sesgar la ilusión de semejante proyecto humanitario. No se enteran los frailes, desde el lujo insonorizado de su humildad, que la mano del santo de Asís, está clavada en la misma cruz, donde Cristo murió para redimir a los más débiles. No quieren enterarse –que la soledad franciscana- está situada al pié de la cruz que ellos mismos insisten en desmontar del Calvario, antes del sábado de gloria. ¿Para que sirve un templo conventual tan vacío si Dios no está hecho para el sábado?. Toda esa lección magistral de catequesis lo saben los humildes, sin necesidad de liturgia vana y trasnochado sermón. Bienaventurados y benditos del Padre, los que no han necesitado el recurso de la sabiduría, para aprender la verdadera catequesis: Ama a Dios sobre todas las cosas; pero no te olvides de amar al prójimo como a ti mismo. Una sola palabra: -FRATERNITAS- un proyecto magnífico, para hacer todo un lujo de la humildad y una mujer al frente de muchas mujeres y hombres comprometidos con la Sevilla más abandonada a la suerte y nunca mejor dicho a la suerte que está intentando cambiar la mala imagen de las Tres mil vergüenzas, en una iniciativa de magnitud tal, que a todos nos conmueve por su valentía y dignidad. Es fácil postular, allí donde las chaquetas se asientan en isabelinas sillas de acuerdo con la dignidad de sus cargos; pero es harto imposible, adentrarse en la aridez y desolación de las zonas más deprimidas y marginadas –Sevilla del más allá- donde FRATERNITAS, ha montado su cuartel general, asida a las Letanías de María Santísima, recorriendo las calles,  del nomenclátor que reza bajo la advocación de Auxilio de los Cristianos; Salud de los enfermos; Refugio de los pecadores y Consoladora de los afligidos. Por esas calles del magnificat mariano, no pueden correr los niños asustados e inseguros al contemplar al Cristo caído en el lodo del paro y la droga, pero sí pueden mirar frente a frente la Esperanza que les acerca desde la Macarena o Triana, Jesus Obrero en su calle  de la Amargura, que también está pespunteada de fragantes naranjos y abrumada de incienso; que lo mismo suena a cornetas y tambores, sobre un canasto tallado con todo el barroquismo de las necesidades de que adolecen sus vecinos. En una palabra: FRATERNITAS –hermandad y parroquia- el verdadero Cristo de la Bendición, que sí sale a la calle, durante todos los días del año, mientras unas personas,, nos regalen su tiempo y nos abran sus manos llenas de Bendición y Esperanza.

lunes, 4 de abril de 2011

Contraria a la razón


Contraria a la razón, esta ciudad respira inventándose un cielo que otros pasan por alto; suspendiendo el aire en un instante de luz, que otras solo utilizan para poder respirar; inventando respuestas a un genuino ambiente donde solo tiene cabida la imaginación. Felicidad en estado puro; si no la intuyes, ni la palpas,  incluso con los ojos cerrados al igual que cuando percibes un aroma, jamás creerás que existe. He aquí el estado de ánimo de la ciudad que cre como –Dorian Grey- cualquier cosa, con tal de que sea increíble, porque no sabe más que mirarse en el mismo espejo de su egolatría. Endiosada, presumida y augusta, se siente mirada por el dios de la luz, perfumada y dichosa Afrodita, coronada por la guirnalda de los naranjos en flor. Capaz de descubrir a las deidades, jugando al escondite en el silencio místico de los adarves. Quien no es capaz de ver la dicha alegoría, morirá en el intento de querer descubrir un amor imposible –la felicidad no es más que la realidad de un sueño que sabe que volverá a cumplirse- y cuando se cumpla, volverá a seguir siendo un sueño. Las apariencias enganñan –dirán los despiertos- cuando observan que la cuenta atrás está inflamando el corazón como un globo a punto de estallar –hombres de poca fe, que buscan un final a esta explosión que funde los sentidos- No, no es así; no hay final para tan esperado encuentro. Cuando alguien ha empezado a buscar, ya ha encontrado algo y ese algo es tan esencial, como la propia trascendencia de lo que se busca. Así es la felicidad que respira o se inventa esta ciudad de vísperas: una sensación de bienestar o gracia que perciben los que no han pedido nada a cambio de ello. Si estás dispuesto –esta ciudad te hará vivir y gozar del paraíso- pero una solo palabra tuya, bastará para sanarte.

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