miércoles, 29 de junio de 2011

El Amor con más de 40º



Me pregunto ¿Qué es el amor? Y no sé responder. Cuando se lo pregunto a alguién, me responde con la evasiva metáfora, con el recurso aparente, con el sinónimo fácil: “el amor es amar”…la respuesta no puede ser más ambigua. Nos equivocamos todos al definir el amor aplicado al mundo de la pareja y ese error resulta más craso, cuando tratamos de darle sentido al amor en el desarrollo cotidiano de la convivencia. Toda una vida; que es más que media vida juntos, nos llevamos sacándole punta al amor, como si fuera la mina de un lápiz, sin reparar en la fragilidad de esa mina, que por más que se le saque punta, antes se parte con el uso. Queremos o deseamos frebrílmente que nos amen a nuestra imagen y semejanza, es decir, a la manera y uso que nosotros mismos hacemos del amor. Cuando cada uno de nosotros sabemos –aun sin querer reconocerlo- que somos distintos tanto en manera de ser, como en la manera de demostrar el “amor”. Poner condiciones al amor que nos profesan es como intentar convencer a un agnóstico de que crea en lo que no ve. El amor es condenarse a los infiernos de una relación irreconciliable o gozar del paraiso de una unión inseparable. El amor es la obra cumbre cuyos actores, no interpretan, sino que hacen de su distinguido papel o guión, un crecimiento paulatino que los lleva a la comunión del más clamoroso éxito. En el amor no vale todo; no hay consejos posibles, ni existe otra jurisprudencia que no sea la propia seguridad de sentir amor por lo que se ama. Todo lo demás es mera competición; concurso absurdo de méritos y antología de reproches que la conciencia colectiva va repitiendo a diario como oscura letanía. Por eso el amor indefinible, el único y verdadero, no sabe ni consiente de violencia, está atento siempre al error, dispuesto al perdón, en vilo de ofenderse ante la ofensa involuntaria del pensamiento, la obra y la omisión. Quien entiende este amor, no precisa siquiera razonar en él, le brota como la sonrisa y el afecto diario que muestra sin presumir, lo que sale de dentro. El amor no puede crecer entre temores y dudas, concede escasa tregua al miedo, en la seguridad que el verdadero amor está curado de todo espanto. Por eso si te aman, no temas rechazar al que utiliza la violencia como arma arrojadiza de su propia cobardía, huye de él y déjale incluso hasta el remordimiento de tu conciencia, para que se pudra junto al rencor de un amor tan destructivo y si no te aman, hazle la obra de caridad de dejarlo sólo, rumiando el amargor de un amor imposible. Hazlo aunque sea por el mero hecho de hacer digna tu condición de persona y aún más todavía por la sencilla razón de degustar tu amor propio, que es una de las más perfectas y significativas definiciones del amor.

miércoles, 22 de junio de 2011

Venid adoradores




Nos resulta casi imposible, poner la otra mejilla, cuanto menos amar a nuestros enemigos; sabemos que la caridad termina cuando el prójimo te pido dinero o un puesto de trabajo y si no lo sabemos, pregunten a las almas solidarias que contribuyen con su limosna en la colecta de la misa de ocho. Sabemos infinidad de cosas que hacen imposible que uno pueda creer, con la escasa calidad de fe que testimoniamos. Escuchamos la palabra, como el que oye llover -ritmica cadencia- que acaricia nuestro oidos, pero que entra por uno y sale por el otro. Y lo peor de todo, es que no somos conscientes del daño que hacemos a los demás y si somos verdaderamente conscientes -para colmo y sin propósito de enmienda por nuestra parte-  nos aferremos al golpe de pecho y la misa de comunión diaria. Gracias a Dios que no piensa, como nosotros pensamos cuando vamos a adorarle: "Venid adoradores adoremos...". El no piensa que todos los que formamos parte del cortejo, vestidos con traje oscuro, seamos "figurones cubiertos de vana gloria", que desfilamos por las calles engalanadas para que todo el mundo nos reconozca". Afortunadamente el Dios del Amor, no puede llegar a pensar que nos sentamos en las primeras filas de la Plaza -incluso vestidos de uniforme identificativo- para presumir de fama y palmito. El Dios de Dios, no es capaz de pensar esto, porque lo sabe todo y a su Divina majestad no engaña nadie. Ante la Luz de la Luz, hay que cuadrarse; ante su cegador resplandor, entornar la mirada y bajar la frente y reconocer -aunque en el fondo no queramos reconocerlo- que somos unos hipócritas convictos y confesos. Se aleja dulce y mansamente en su custodia esplendorosa, el hombre es capaz de levantar por temor a Dios, lo que no ha sido capaz de conceder al amor de su prójimo. Quizás la naturaleza humana sea mucho más inteligente que la caridad, asegurándose con el dinero un patrimonio inmemorial de obras de Arte; una bula pontificia para sus apellidos o unos días de indulgencia plenaria para apaciguar fundados temores. "Dios está aquí, pero al hombre, le resulta casi imposible reconocerlo en el hermano que tiene a su lado".

lunes, 20 de junio de 2011

TRIUNFAL



Mi querido Junio: En las frondosas copas de los magnolios del Cristo de Burgos, dice maese Antonio que está por brotar la flor eucarística, que durante décadas, coronó en el exilio de un rincón apartado entre viejos laureles, la silueta de bronce del Dios de la Madera. Como niño Jesús, modelo de sagrario, andas tú perdido y hallado bajo el templete de plata, bendiciendo la espiga de trigo y la vid que es fruto del trabajo del hombre, mientras Triana, se afana en el Altozano por coronar a Tu Madre con el oro de Ley de la dulcísimo Expectación. Entras Junio, tan lleno de rocío, tan cargado de gracia, que apenas dá tiempo recrearse en la Plaza Mayor de San Francisco, bajo los arcos de un triunfo efímero y un cielo vaporoso dispuesto a recibirte cantándole al Amor de los Amores. Dios no es que venga contigo-dichoso Junio- Dios está en ti cuando despiertas a Sevilla con las esquilas fragantes de la solemne mañana alfombrada de juncia y romero. Dios viene contigo en brazos de María de la Hiniesta, patrona y bienhechora desde la Puerta de Córdoba la tarde vespertina de concierto y altares. Es el Sol que aún sin nacer, despunta con su violeta Aurora, para reflejar el Caliz de su sangre en las sombras apagadas de los Terceros. Por eso los adoradores, venimos a adorarte en la mañana juncal del cantar de los cantares de Sevilla, al revuelo de los vencejos que se columpian entre los alminares de Alemanes. Venimos –Junio- como nos enseñaste, de la mano de nuestras abuelas y padres con mirada siempre remolona de niño soñoliento, cuya fé lo ha convertido en hombres y mujeres que blanden los cirios y estandartes, los guiones y varas como anunciando su Divina Majestad. Dios está aquí, bajo la monumental custodia de Arfe y Junio hizo brotar para él las magnolias de los rincones mágicos, tan frescas y efímeras como las mañanitas de juncia y romero que se presentan por Santa Ana y la elegancia parroquial de la Magdalena, tan sentidas, tan íntimas, tan de Corazón, como el Sagrario que lleva en su pecho el Cuerpo de Cristo abierto desde la calle Jesús del Gran Poder hasta Nervión. Son cosas que suceden siempre en la Sevilla eterna, pero que sólo nos trae el mes de Junio.

Publicado, Viernes 1 de Junio 2007.







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martes, 14 de junio de 2011

la ciudad de los talentos

Hay un momento en la vida en el que los padres se vuelven hijos y los hijos padres. Es el momento en el que los padres necesitan la protección y el consejo, la yuda y el apoyo que demanda cierta edad y los hijos comienzan a comprender y valorar el sacrificio de sus progenitores en el pleno ejercicio de su responsabilidad como cabezas de familia. Es entonces cuando se produce el relevo generacional, esa especie de examen de selectividad en el que tendrás que esforzarte por sacar buena nota y no caer en los errores pretéritos. La ilusión por el futuro de un hijo, frente al desengaño y el cansancio de un padre -cruce en el camino de ida y vuelta- punto de encuentro, donde nos miramos los unos a los otros en sentido contrario y con distinto reflejo. Lo mismo le ocurre a los políticos, hay un momento en el calendario electoral, en el que los liberales se convierten en conservadores (cuando pierden las elecciones) y los conservadores en liberales (cuando llegan al poder). Como naturales de Sevilla, tuvimos la oportunidad de comprobarlo en la toma de posesión del gobierno municipal, donde se produjo un discurso por parte de los portavoces de los concejales electos, que bien pudiera ser el de la cuadratura del círculo. El limputado Señor Torrijos, se erigió como el apostol que lee la cartilla a los corintios, hablando de votos prestados, de votos de castigo y manipulación mediática, frente a la intachable política progresista que había desarrollado su grupo en aras de un nuevo testamento: la sostenibilidad de Sevilla. De todos es conocido el amplio conocimiento que tienen los liberales de las sagradas escrituras para adornar sus discursos con versículos y citas extraidas del evangelio. En cuanto al Señor Espadas, es público y notorio que entró a matar haciendo acopio de su apellido, pero pinchando en hueso, ya que el impulso de su pretendido alarde en la oposición, se convirtió en el más conservador de los propósitos, ya que el anterior Alcalde militante de su propio partido había tenido doce años, para llevar a la práctica las líneas generales que ahora exponía levantando la Espada desde la oposición. En ese momento, se produjo- dentro del ambiente caldeado por la alta temperatura física y química que se respiraba en el Salón Colón- la más liberal de las intervenciones a mi juicio, la de un Alcalde electo que habló del talento de una ciudad como Sevilla; que habló de austeridad, honradez y honestidad, valores sensiblemente olvidados por los regidores que historicamente, han hecho de sus dedos huéspedes y nos ofreció -en pleno- el bastón que su antecesor en el cargo, no tuvo la gentileza de traspasarle. En una ciudad tan chuminista y rancia como la nuestra, donde los hijos no olvidan a los padres, porque las costumbres y tradiciones de su singular belleza, se han transmitido siempre de padres a hijos, pesan mucho estos detalles de desprecio y la falta de respeto se paga con la indiferencia a los que no saben interpretar el sagrado lema de su escudo: "Sevilla no me ha dejado...¡ay quien ignore a Sevilla".

sábado, 11 de junio de 2011

Mía madre

En la dimensión espiritual, allí donde el cuerpo no precisa cuidados ni atenciones, la madre se habrá encontrado con la Paz de los que sienten pero no padecen. Gozando de esa luz inmarcesible que concede la ciencia infusa estos días previos a Pentecostés, se habrá fundido con el esplendor de los campos, con la belleza pintoresca del camino perfumado por la resina balsámica del eucaliptal y los pinos, mezclada entre la gente –peregrina, caminante hacia las marismas azules. Ungida y exenta por la gracia, reconocerá el reino de nuestras almas, donde el paráclito en forma de blanca paloma gobierna con su cetro de paz y justicia, señalando el camino, la verdad y la vida. Hecha rayo de luz difuminado entre las ramas, lubricán del solano que alisa las arenas, cualquier noche de “pará” tras el rosario vespertino y letanías, se habrá encontrado con el Padre –su marido- el hombre al que tanto quiso en vida y lloró con lágrimas de fiel esposa. Cogidos de la mano, sin nada que explicar porque todo es don sabido por la lengua del fuego, cortarán esa flor del romero que florece cuando duermen los vencejos. Como saben las madres velar el sueño de sus hijos, como saben las madres, curar las heridas con vendas sigilosas de suspiros; como saben las madres perdonar como maestras del amor, las faltas –que por graves y mortales- merecen mayor indulgencia, como saben las madres mantener encendido en la noche, el simpecado y repujar con la luz de la luna la plata de la carreta, donde descansa, vestido de pastorcito, el cordero. Mas allá donde los hombres disimulan con ruido de cohetes, juerga y tambor, la llamada de una fe desbordante, el espíritu se manifiesta, atando y desatando en vida, los lazos que dejaron pendientes familiares y deudos. Cubierta por el rocío de los ángeles y santos, la imagino cortando los lirios y amapolas para ofrecerlos en su presentación. Doy fe que respiro su aura, que siento su protección, como el calor de vela de promesa que ha encendido para iluminar el resto de mis días. Incluso me atrevería a expresar su santa voluntad por la fuerza inaudita que me inflinge en estos momentos tan duros. Como sabe una madre permanecer al lado de sus hijos, incluso en el fragor de su ausencia ireparable.




lunes, 6 de junio de 2011

Ahora y en la Hora

Volvemos de la playa de Rota...Volvemos con las huellas salmoteadas del levante gaditano. Ayer ví un vapor en lontananza cruzando la bahía a lo lejos: pensé: en el Coronel,tenía las mismas arrugas en la cara (el paso de la vida), cada frunce de pena, cada pliegue de soledad, cada herida de guerra, eran las mismas..sinembargo en su ceño brillaba la luz de esa carta recibida, la carta que tanto esperó apostada en el malecón cuando atisbaba la bandera izada...y es que el Coronel, ya tiene quien le escriba. Por ancho, extenso y difuso que sea el mar, nunca sabrá que mata y por pequeño y diminuto que sea el naufrago, siempre sabrá que muere (antonio Gala). La vida es lo único que tenemos, la que nos queda juntos. Un beso





Apenas sin argumentos, como los días en que el sol se oculta tras el hedredón de las nubes. Apenas sin poder articular palabra alguna que exprese lo que se siente, cuando el sentimiento se encuentra colapsado. Apenas sin lágrimas porque el pecho las retiene en el aire entrecortado donde se fraguan los suspiros, puedo balbucear la palabra que le pone al amor el verdadero nombre de una madre. Tras las ocho jornadas en que la agonía se transformó en oración y la oración se fue desgrando en un rosario de intenciones por su alma, apenas me quedan súplicas ni intercesiones, que la fe haya podido reservar, dentro de la pequeña habitación donde esperaba su tránsito hacia la morada misericordiosa del Padre. En su estado irreversible de inconciencia corporal, brillaba la luz, exigue luz, de los que saben esperar soñando con la vida eterna; plácidamente, sumida en la serenidad de la misericordia, a la -nanita nana- que le canta el corazón a sus constantes vitales, en lirio se fue trocando la porcelana de sus mejllas. Algo misterioso, incomprensible, únicamente reservado a los limpios por la gracia, estarían contemplando sus ojos, cuando entornaron el pétalo cerúleo de los párpados y se sellaron con la cal violácela que derramarón sus últimas lágrimas. Para los creyentes que nos agarramos al clavo ardiente de la oración, podía ser la gracia de nuestro Señor Jesucristo; para sus hijos prestos a decirle adios, haciendo señas con la cruz, podía ser el Amor del Padre; para los que viven de espaldas a la caridad en la ignorancia y desconocimiento del verdadero sentido de la palabra, podría ser la comunión del Espíritu Santo. Algo grande será, cuando al Amor en práctica le llamamos madre. Así se fué apagando lentamente, primero como la llama oscilante de un codal retenido en el cristal de guardabrisa, después como la lamparita de aceite, que apenas recorta la imagen venerada de una estampa de bolsillo -luz mortecina- que es capaz, en su infinita sombra, de señalar el sitio bendito del sagrario. Apenas sin ruido, como los bienaventurados que dan el ser para ocultar su yo, sin pedir nada a cambio, tanto en la Vida, como a las puertas de la Muerte, sin dejar de amparar, ahora y en la hora de nuestra muerte. AMEN.

A mi madre.
Rogad a Dios en Caridad por el alma de LUISA ESCOBAR CURADO, que falleción en Sevilla el día 5 de Junio 2011 a los 89 años de edad.

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