viernes, 6 de noviembre de 2009

CARLOS AMIGO de Sevilla

Ya sé –cariño- que te caía muy bien, que lo adorabas rayando en la idolatría. Por eso es que hoy escribo influenciado por tus sentimientos y atormentado por mi sevillanía. ¿Te acuerdas, las más de dos horas en pié que soportamos alegremente, aquella mañana luminosa de Noviembre en la Plaza de la Virgen, bajo el balcón principal de Palacio?. Ibamos a aclamar al Santo Padre en el gozo de la beatificación de nuestra Madre Angelita, pero tú –cariño- una vez que lograste sacudirte de la blancura que irradiaba el Sumo Pontífice, reparaste en la figura esbelta, sonriente y apagada a la sombra del Vicario de Cristo, que asom aba al balcón asumiendo su papel de anfitrión de la fe hispalence. Valiente arzobispo tenemos en Sevilla –te jactabas- alto, apuesto de excelente figura…pasó el tiempo, como pasa la serie en “cuéntame”… y el Arzobispo te siguió pareciendo tan digno para Sevilla, como Sevilla lo era para él. Disfrutabas contemplando con su presencia en las solemnes mañanas de vencejos con repiques de gloria en la Giralda y aroma de juncia y romero al pié de las calles. Nadie como Fray Carlos, para presidir las Grandes procesiones, revestido de mitra, pluvial y báculo que tanto realzan su agraciada figura de monseñor barroco. ¡Más bonito que en pintura!...pintura digna de Velazquez, Murillo o el mismo Zurbarán –repetías hasta la saciedad-. Sólo conocías de él, su nombre y primer apellido, toda una sugerencia, aquello de Amigo, para ti fue como una señal de inspiración, como un guiño que te hacía el instinto más primitivo, reafirmado con la máxima que solías musitar frecuentemente: “La cara es el espejo del alma”.
 Nunca te defraudó, es más celebraste las conquistas sociales de tu sexo, en cuanto a igualdad y condición social y la relacionaste con el rotundo sí a las mujeres nazarenas, alabando los baculazos sin mano que asestaba en su momento adecuado Monseñor Amigo, sin despertar más que el más común de los vicios hispalenses: la sonrisa de la hipocresía. Cariño, tú que adorabas las cofradías, pero que no podías soportar a los mercaderes del templo, que regían sus destinos, escondidos bajo la falsa apariencia de llamarse hermanos, aplaudiste sinceramente, el carácter Conciliador, dialogante, consensuado y nunca arbitrario ni influyente de tu Prelado favorito. Permíteme recordarte lo mucho que sufrimos con la situación tan embarazosa por la que atravesaba la hermandad de San Esteban y la decisión tan acertada que adoptó, su Eminencia, al respecto. Del mismo modo actuó su anillo en otros supuestos de la misma índole, siempre atendiendo al espíritu cristiano, que a los intereses cainistas de las hermandades. Como sé, que pese a todas las divergencias que pueda suscitar su pontificado –máxime en una ciudad como Sevilla, tan proclive al abrazo de la puñalá trapera- coincidiré contigo sólo en las cosas buenas y los buenos momentos que són en definitiva los que acuden más pronta y afortunadamente a la memoria, en este día atormentado para todos los que nos llamamos “naturales de Sevilla” …coincidiré contigo en los sentimientos que nos unen a la hora de despedir a un Amigo, en este caso Príncipe de la iglesia que por lo menos siempre mantuvo el tipo y la sonrisa en una ciudad, donde no adaptarse cuesta lo mismo que encontrar el paraíso perdido. Creo y deseo que lo haya encontrado, pues para marcharse de Sevilla sólo hace falta la virtud de la humildad y un espíritu franciscano que no cabe en Palacio. Cariño, sé que Fray Carlos Amigo, te ha caído estupendamente desde que lo conociste y ha logrado emocionarte en determinadas ocasiones, hasta hacerte llorar como en aquella entrevista que le formuló el rancio de Paco Robles a propósito del hermano Pablo. A mí me dice mucho el día y la hora de su despedida: Santa Angela de la Cruz, rezando con él el ángelus: Algo se muere en el alma cuando un AMIGO, se vá.

domingo, 1 de noviembre de 2009

CRONICA DE UN PREGONERO ANUNCIADO


Demasiado BLANCO ES el papel esta mañana, para dejar impreso los sentimientos. Escribir con sencillez es ardua tarea –la sencillez es algo tan difícil- como intentar definir con palabras el olor a campo y los rumores del mar al que estabas asomado desde tu retiro de Málaga. Miedo, como el que dices sentir al conocer la noticia, es el mejor síntoma de tu autenticidad, el que no siente miedo, no sabe de responsabilidad y respeto a la grandeza. Lo demás viene por añadidura, la nobleza de unas palabras que salen del alma sin pensarlo, para que no cojan el frío de lo previsible : todos los ingresos que genere el Pregón, irán para Caritas, con eso queda dicho –sin previo guión- la calidad humana del hijo pródigo más deseado por el pueblo. La alegría de la designación del Pregonero de la Semana Santa de Sevilla para el próximo 2010, se funde con el abrazo sincero y acertado de la persona idónea, de esa buena gente que anunciaba el pueblo de Sevilla con reiterado clamor, porque Antonio es hombre de pueblo, hombre con sabor a niño de pandilla y tribu, que nunca perdió el aliento de subirse a los pinares centenarios y arrancar el fruto seco o la pulpa agridulce de las primeras naranjas de los huertos claros de su Aznalcazar. Antonio García Barbeito, tiene la voz pura que nace del pueblo, la que entienden sus semejantes, el gesto exagerado de la luz de una sonrisa –a las buenas de Dios- y el timbre grave del que sabe disfrutar sencillamente con los momentos vividos, momentos tan íntimos y personales, que todos hemos terminado haciéndolos nuestros después de emocionarnos con el privilegio de su narrativa. Antonio tiene voz de padre que al filo de la cama nos relata un cuento y después nos abriga, cuando el dulce sueño nos acoge en sus brazos. Por eso, la Sevilla que lo descubrió, escondido en su propio cajón de humildad y modestia, está desde hoy de enhora buena, porque sabe que han sido sus cofrades –vox populis- los que no han querido dejar pasar ni un año más, la ocasión de escuchar la deseada Voz de Antonio, portavoz del auténtico sentir del pueblo que todas las primaveras anda buscando escaleras para subir a la cruz. Esta vez los infundados prejuicios han sucumbido ante la razón, el presumible complejo de superioridad de San Gregorio, más preocupado por el nombre del Pregonero, que por la calidad humana y sus talentos, se ha rendido a la evidencia. Este año sí, tenemos al Pregonero que esperaba Sevilla y Sevilla, cuando aprieta, otorga. Que Dios bendiga al pueblo en la voz llana de Antonio García Barbeito, pregonero de la Semana Santa de Sevilla 2010.

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