Ayer tarde, cuando una parte de esta ciudad, se lanzaba a la calle para celebrar el ascenso oficial a Primera del R. Betis Balompié, me encontré -por fin, la manifestación que esperaba, ocupando -el largo y ancho- de la Avenida de la peatonización y no precisamente en honor al equipo de mis amores. Cual si fuera la fiesta de la indignación, miles de personas, clamaban contra el "estado del malestar", desplegando pancartas alusivas ala situación insostenible por la que atravesamos, todos y cada uno de nosotros, ya sea por efecto o por defecto.
¡Hombre, por fín en Sevilla!, la ciudad impasible del "no pasa nada"...excepto la cumbre del parasol-paracetamol...la orilla de las vanidades...la cuna del botellódromo...¡qué alegría ver a los jóvenes gritando: que ellos no se identifican con la generación "nini"...que ellos quieren aspirar y aspiran a un trabajo acorde con su formación...que ellos no se conforman, ni se compran ni se venden ...que han aprendido de sus padres y no están dispuestos a la humillación que supone admitir que son "una generación perdida".
Y me encantó el colorido y alarde de esa manifestación; me conmovió la gente de todas las edades, que señalaban con los brazos al unísono, hacia los políticos que pedían nuestro voto: (PSOE-pp: la misma mierdas es) -¡gritaban en olor de fiesta !-y se crispaban -aún más si cabe- cuando a la altura de las sucursales, entidades financieras, Cajas y Bancos, clamaban justicia social, declarandolos culpables. Y además, todo ello sin el más mínimo atisbo de violencia; dentro de los cánones de esta ciudad chuminista, donde la más enfervorizada manifestación se convierte en fiesta. Me apunto a este tipo de manifestaciones, primero porque ya iba siendo hora de echarse a la calle, siquiera para higienizar el futuro de más de cien mil sevillan@s en paro. Por no hablar de la resignación y muerte del comercio tradicional hispalense, ni el futuro de nuestros jóvenes; los que estudian o trabajan, aunque solo sea en el dificil empeño de encontrar empleo y segundo porque si algo hemos aprendido de esta sufrida crisis, es que nuestros hijos, han comenzado a corresponsabilizarse con sus padres y ahora a quienes les exigen de verdad, es al sistema. No faltaba en dicha manifestación, el "tonto de la bandera republicana", que en esta ocasión cobraba más patetismo, al ser ondeada por un joven con menos de 16 años... En fín me apunto a un pasito por Sevilla en estas tardes de domingo gloriosas, en las que amén de celebrar el ascenso del Betis, podemos encontrarnos la algarabía festiva de una manifestación en contra del estado del malestar, compartiendo calle con cualquiera de las muchas procesiones de gloria o cruces de mayos infantiles. Lo raro es que estando como está el patio, el eterno rival, no se uniera ayer a la fiesta, para celebrar en la Puerta de Jerez su octavo año triunfal por europa, pero -claro- eso sería por temor a pasar el control de alcoholemia por aquello de tantas copas.
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