A Manuel Sanchez Rodriguez.
Se murió el macho; el del testículo herniado del tamaño de un huevo de avestruz; el que volvía los ojos para perdonarte, cuando no tenías perdón; el que ofendía con la gracia de no ofender; porque tenía el don de pronunciar los exabruptos que solo sirven para deshacer entuertos de risa; el prólijo inventor de esperpentos e improperios inverosímiles; el que daba mucho más de lo que tenía, porque además lo poco que tenía te lo regalaba; el que habitó una choza en Valdezorras; el que sopló petroleo, además de sacarlo de donde no lo había; El carrero que resucitaba a las tercas mulas de una patada en el mismísimo; el que aprendió a leer y a escribir, para sacar el carnet de conducir tractores, para salvar los muebles de árbol gordo en los tiempos de la arriá; El que llevó a parir a su vieja desde la choza al hospital en su motocarro; El de la "Sava" con toldo de safari que sacudía el jugo de los árboles frutales de Torreblanca y cuando hacía sonar el claxon, alborotaba las ansias febriles de los niños, mujeres y animales, que salían a su encuentro por la calle enladrillada en delirio de bienvenida; Sino el número uno, de los números unos, del uno de San Román; Se murió el macho, aquel que extraía las muelas de los estreñidos y sanaba las "almorranas" de los que le miraban por encima del hombro; el que engañaba de frente y se llevaba al huerto a los petulantes que salían a prenderlo; El que hacía un milagro de los favores y conseguía favores que eran verdaderos milagros; El que sin predicar con el ejemplo, dejaba en evidencia a los predicadores ilustrados; El que encandilaba a los sabios por su sencillez y enaltecía a los humildes por su gracia; el que se llevaba a las mujeres de calle y las mandaba barrer la Plaza de España .-"so peazo "- para morirse de risa en vivo y de cuerpo presente. Se murió el macho, seguro que en el cielo Dios ha hecho la vista gorda para recibir a Manolo: "vaya tela, Padre, esta gente ¡son tos unos cabrones!, que man tenío tres meses metio en la cama de un hospital...me cago en el...si no hubiera sido por mis hijos y mis nietos...ah y mi Juan y mi Ana" Y así se estará enrollando con el mismísimo Dios refiriendo su primera batallita en el más allá, Por la cara, sin tener nada que ocultar, con la verdad por delante, como hizo siempre, descaradamente con su amor y cariño por bandera, seguro que ya estará trajinando el sitio, donde montar su taller ilusorio de pájaros, cachibaches y herramientas todas, para hablar de sus "muertos" y añorar sus andanzas de mujeriego, tarambana y bebedor pasivo, junto a su compadre de toda la vida y su tocayo de la calle San Luis. Mientras tanto, nosotros aquí, te recordaremos siempre, como el líder indiscutible de la familia. Nos quedamos con tu corazón, que era tan grande como el patio de recreo donde ensayabas aspavientos de loco ocurrente, que tan feliz hacía a sus hijos y nietos De dos en dos; un niño en cada pierna, riendo a mandíbula abierta como aquel San Juan Bosco que conquistó bronquitis bajo los eucaliptos de guardia que custodiaban la parcela de Tocina. En el mundo del "tanto tienes tanto vales", te cagaste encima de todos los títulos nobiliarios y las casas señoriales que te olían a nabo en alcanfor y reliquias maldecidas por el polvo de la ambición..."que le den por el culo...". Tus obras fueron amores, sin etiquetas ni compromisos, con la verdad por delante, para que no se espante y el que se espante o sonroje que vaya a misa diaria y le saque la lengua al Señor. Se murió el macho; el que enterró a Paquirri; el que cuando se cortaba su fabuloso pelo a navaja, no tenía nada que envidiar a Curro Jimenez; todavía era más atractivo, más seductor e interesante, porque le envolvía el halo deslumbrante de la naturalidad. Nos queda el sabor de tu amistad; esa que todos quisimos disfrutar y la disfrutamos; ese ser algo más de suegro, de esposo de padre y de abuelo; servicio permanente como la funeraria donde, mejorando tus supersticiones y canguelos, superaste 35 años de trabajo, entrega y sacrificios, viajando por toda España con "tus muertos". Adiós, Manolo; Sanchez, esposo, padre, abuelo y bisabuelo, los que te conocieron y trataron, siempre te recordarán con un dejo de sonrisa, un trago de emoción y el brillo en los ojos. Luchando hasta el último aliento y rodeado de los que como Tu, lo dieron todo sin pedir nada a cambio. Ahora -"mamón"- a ver en lo que te reencarnas; ahí llevas la foto de la que tanto presumías, para que la sigas mostrando a las eternas mujeres que siempre se pararon a escucharte; entre ellas, la Santa de tu devoción, Sor Angela de la Cruz, que Ella te lleve hacia el paraiso del eterno, descanso, donde velarás por todos nosotros sin lugar a dudas.
EPITAFIO: "Y tu, que miras descapullao"
Se murió el macho; el del testículo herniado del tamaño de un huevo de avestruz; el que volvía los ojos para perdonarte, cuando no tenías perdón; el que ofendía con la gracia de no ofender; porque tenía el don de pronunciar los exabruptos que solo sirven para deshacer entuertos de risa; el prólijo inventor de esperpentos e improperios inverosímiles; el que daba mucho más de lo que tenía, porque además lo poco que tenía te lo regalaba; el que habitó una choza en Valdezorras; el que sopló petroleo, además de sacarlo de donde no lo había; El carrero que resucitaba a las tercas mulas de una patada en el mismísimo; el que aprendió a leer y a escribir, para sacar el carnet de conducir tractores, para salvar los muebles de árbol gordo en los tiempos de la arriá; El que llevó a parir a su vieja desde la choza al hospital en su motocarro; El de la "Sava" con toldo de safari que sacudía el jugo de los árboles frutales de Torreblanca y cuando hacía sonar el claxon, alborotaba las ansias febriles de los niños, mujeres y animales, que salían a su encuentro por la calle enladrillada en delirio de bienvenida; Sino el número uno, de los números unos, del uno de San Román; Se murió el macho, aquel que extraía las muelas de los estreñidos y sanaba las "almorranas" de los que le miraban por encima del hombro; el que engañaba de frente y se llevaba al huerto a los petulantes que salían a prenderlo; El que hacía un milagro de los favores y conseguía favores que eran verdaderos milagros; El que sin predicar con el ejemplo, dejaba en evidencia a los predicadores ilustrados; El que encandilaba a los sabios por su sencillez y enaltecía a los humildes por su gracia; el que se llevaba a las mujeres de calle y las mandaba barrer la Plaza de España .-"so peazo "- para morirse de risa en vivo y de cuerpo presente. Se murió el macho, seguro que en el cielo Dios ha hecho la vista gorda para recibir a Manolo: "vaya tela, Padre, esta gente ¡son tos unos cabrones!, que man tenío tres meses metio en la cama de un hospital...me cago en el...si no hubiera sido por mis hijos y mis nietos...ah y mi Juan y mi Ana" Y así se estará enrollando con el mismísimo Dios refiriendo su primera batallita en el más allá, Por la cara, sin tener nada que ocultar, con la verdad por delante, como hizo siempre, descaradamente con su amor y cariño por bandera, seguro que ya estará trajinando el sitio, donde montar su taller ilusorio de pájaros, cachibaches y herramientas todas, para hablar de sus "muertos" y añorar sus andanzas de mujeriego, tarambana y bebedor pasivo, junto a su compadre de toda la vida y su tocayo de la calle San Luis. Mientras tanto, nosotros aquí, te recordaremos siempre, como el líder indiscutible de la familia. Nos quedamos con tu corazón, que era tan grande como el patio de recreo donde ensayabas aspavientos de loco ocurrente, que tan feliz hacía a sus hijos y nietos De dos en dos; un niño en cada pierna, riendo a mandíbula abierta como aquel San Juan Bosco que conquistó bronquitis bajo los eucaliptos de guardia que custodiaban la parcela de Tocina. En el mundo del "tanto tienes tanto vales", te cagaste encima de todos los títulos nobiliarios y las casas señoriales que te olían a nabo en alcanfor y reliquias maldecidas por el polvo de la ambición..."que le den por el culo...". Tus obras fueron amores, sin etiquetas ni compromisos, con la verdad por delante, para que no se espante y el que se espante o sonroje que vaya a misa diaria y le saque la lengua al Señor. Se murió el macho; el que enterró a Paquirri; el que cuando se cortaba su fabuloso pelo a navaja, no tenía nada que envidiar a Curro Jimenez; todavía era más atractivo, más seductor e interesante, porque le envolvía el halo deslumbrante de la naturalidad. Nos queda el sabor de tu amistad; esa que todos quisimos disfrutar y la disfrutamos; ese ser algo más de suegro, de esposo de padre y de abuelo; servicio permanente como la funeraria donde, mejorando tus supersticiones y canguelos, superaste 35 años de trabajo, entrega y sacrificios, viajando por toda España con "tus muertos". Adiós, Manolo; Sanchez, esposo, padre, abuelo y bisabuelo, los que te conocieron y trataron, siempre te recordarán con un dejo de sonrisa, un trago de emoción y el brillo en los ojos. Luchando hasta el último aliento y rodeado de los que como Tu, lo dieron todo sin pedir nada a cambio. Ahora -"mamón"- a ver en lo que te reencarnas; ahí llevas la foto de la que tanto presumías, para que la sigas mostrando a las eternas mujeres que siempre se pararon a escucharte; entre ellas, la Santa de tu devoción, Sor Angela de la Cruz, que Ella te lleve hacia el paraiso del eterno, descanso, donde velarás por todos nosotros sin lugar a dudas.
EPITAFIO: "Y tu, que miras descapullao"
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