La Plaza
Mayor de un pueblo, no la escogen políticos ni gobernantes, la hace
suya la ciudad, buscando el sol de las mañanas antiguas, de esos
días azules cuando el otoño se convierte en fría primavera y la
primavera en lumbre de hogar reconfortante. Las controvertidas “setas
de Sevilla”, cobran el esplendor que los críticos le tenían
vetado, respondiendo al absurdo de negar la evidencia; progreso y
funcionalidad, frente a los perfiles recatados de torres, cúpulas y
linternas clásicas. Pero no contaban con la estrofa del pregonero
que más sutilmente cantó la Semana Santa de Sevilla, sin nombrar a
ninguna cofradía, el bueno de Barbeito: “dicen que aunque no lo
ensaya, dicen que se prueba un cielo y siempre es el de su talla”.
El día de Santa Cecilia, celestial patrona de la música y de los
músicos, se celebró ayer en Sevilla, como viene haciendo habitual
de la mano de una Cofradía señera que ha plantado un vergel de
acordes musicales, que el tiempo ha convertido en clásicos de sus
distintas secciones de bandas consagradas. Bajo el entrañable título
de Madre Cigarrera, se desarrolló el Certamen de Bandas de música,
por causas ajenas, fuera de su marco habitual -el parque de los
príncipes. Y fueron las tan discutibles “Setas”, el escenario
que acogió al citado certamen, con un éxito de convocatoria y
público indiscutible. Mira tu, que los sevillanos convertimos a
Sevilla en la dama principal de nuestra mejor compañía; en la
pareja más solicitada para el baile al son que nosotros mismos
marcamos y Ella siempre responde. Que hasta resultaba inmejorable ese
teatro al aire libre, Parsaol, de bóvedas aladas, que fijaban un
dignísimo escenario en su natural decorado extravagante. Lucía,
como hemos tenido ocasión de verlo ya en los días más santos, esta
Plaza Mayor de Sevilla, tomada por los sevillanos, con ese mismo
esplendor que no es susceptible a las formas y trazos de las bellas
artes, sino al público que lo llena y hace de sus gradas y
anfiteatro, escogido foro y núcleo habitual de concentración. El
documento gráfico, queda ahí, para perpetuar la memoria e
inmortalizar un enclave monumental, tan discutido como popular.
Enhorabuena a las bandas de música, tambores y cornetas,
agrupaciones, baterías, gastadores, y músicos en general, que nos
hicieron sentir orgullosos del orgullo que supone para ellos,
desfilar por el centro de Sevilla, y actuar en su Plaza Mayor.
Enhorabuena a las bandas que saborean las mieles del éxito, rodeada
de su impero “friki” y afición acérrima, por hacer las delicias
de sus incondicionales que apuran hasta el final. Y por supuesto,
enhorabuena a la organización y Hermandad, anfitriona del Acto, por
continuar extendiendo el lenguaje universal de la música procesional
en la cuna de la Semana Santa más perseguida.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
lunes, 23 de noviembre de 2015
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